No hay acuerdo entre los especialistas del mercado a la hora de calificar y proyectar los volúmenes de negocio. Consideran unos que cuando la Bolsa, como en los dos últimos días, sube fuerte y con volúmenes de negocio puramente testimoniales obedece a la negativa a deshacer posiciones, a vender, de la mayor parte de los participantes en el mercado.
Es una cuestión de sentimientos
Economía ha dado al fin con una solución salomónica para el conflicto que bloqueaba el fondo de garantía de inversiones. Los bancos y cajas contribuirán al fondo, pero cargando sus costes contra otro fondo de garantía, el de depósitos, que ya pagan. Queda por resolver la retroactividad del fondo.
La banca mediana es la que más madruga en la Bolsa española a la hora de presentar las cuentas de resultados trimestrales a sus accionistas. A mediados de semana Banco Popular abrirá la tanda y en los días sucesivos le seguirán el resto de los bancos y algunas compañías industriales.
La Bolsa española vive una situación difícil, más complicada que la de sus homólogas europeas. Al seguimiento de los acontecimientos bélicos se une el específico de lo que sucede en Argentina. El mercado nacional es muy sensible a la reacción de los inversores tras las elecciones de ayer.
Vuelta a la normalidad, que en términos de Bolsa es anticipar el futuro que viene y saber que la incertidumbre es, hoy como ayer, la principal herramienta a la hora de tomar posiciones. Nunca la inversión en Bolsa fue tarea fácil, dicen los expertos más viejos, porque, de ser así, o la Bolsa no existiría o todo el mundo se dedicaría a esta labor.
Hay analistas técnicos y fundamentales, que no fundamentalistas, empeñados en rasgarse todos los días las vestiduras por el hecho de que los mercados evolucionan en contra de sus previsiones, que, dicen ellos, es la lógica. Según estos estudiosos, el inicio de los ataques de las fuerzas de Estados Unidos y de sus aliados contra posiciones afganas deberían haber ocasionado el caos en los mercados por del pánico vendedor de los inversores.
La gran agitación que viven los mercados de acciones en momentos muy concretos del día y que, pese al empeño de algunos, no son extrapolables para el conjunto de la sesión no está respaldada por volúmenes de negocio coherentes. Es decir, la agitación repentina es más fruto de episodios histéricos, especulativos y muy localizados que de comportamientos de manada, de pánico.
Los precios objetivo giran a la baja
Calma tensa, pero calma, que es lo importante, al cierre de los operaciones en los mercados financieros europeos. El momento más delicado del día se vivió tras la noticia del accidente aéreo en Milán, porque algunos inversores y observadores creyeron en ese momento que se trataba de un nuevo atentado terrorista, que volvía a complicar las considerablemente.
El miedo y la cautela suelen ser, con frecuencia, buenos aliados de los mercados de acciones, porque gracias a ello no se producen sobrerreacciones. Este es el escenario último de unas Bolsas que siguen con el proceso de recuperación justo cuando los analistas insisten en que hay que ser cautos.
Resultados empresariales
Llega el octubre del miedo
Hay hechos históricos, situaciones que pasarán a los anales de la Bolsa por llamativas y espectaculares. El último, el fuerte respingo alcista de la Bolsa española justo cuando la totalidad de los analistas y agitadores recomendaban prudencia, cautela y liquidez al considerar que lo peor no había pasado.
La Bolsa española, de la mano de las principales europeas, ha vivido en septiembre dos acontecimientos históricos en los que parece no reparar la pléyade de analistas y voceros del mercado. Primero, el reto de abrir sus puertas en plena debacle y conmoción mundiales tras los atentados terroristas en Estados Unidos del día 11, con las Bolsas de este país cerradas. Hecho, es más, que se mantuvo durante toda la semana (Wall Street abrió el lunes 17). Segundo, el desapego, la desvinculación de la tendencia de los mercados estadounidenses.
<i>Recompras de posiciones a corto plazo</I>
Las Bolsas europeas libran desde el lunes una batalla histórica: desvincularse de los mercados de acciones estadounidenses. En lo que va de semana lo han conseguido, si bien los analistas se muestran escépticos sobre el resultado final de esta cruzada.
Lo mejor es que abunda el color negro
Las gangas o el peligro que acecha.
La teoría del caos y la destrucción, la del todo vale nada, no es la primera vez que sacude los mercados del mundo. La Bolsa española, menos líquida y capitalizada que sus homólogas europeas, ha vivido en ocasiones anteriores situaciones de violencia bajista similares a la de estos días. El desorden es mayor a medida que los mercados son más estrechos.
Barras de pan a 1.000 pesetas
Los mercados de deuda han sufrido un fuerte castigo en los últimos días debido a dos hechos relevantes. Primero, por el temor a que un aumento del gasto público en Estados Unidos y en otras economías del mundo suponga mayores alzas de la inflación a largo plazo. Segundo, por la suspensión del programa de recompra de bonos en EE UU.
La Bolsa española, al igual que sus homólogas europeas, no defraudó. Realidad y expectativas fueron en esta ocasión de la mano. Los mercados amanecieron con los nervios a flor de piel. Alzas y bajas se cruzaron a ritmo endiablado hasta la apertura de los mercados estadounidenses. Bajaron cerca del 5% en el periodo de coincidencia operativa, pero en menor cuantía de lo esperado por los más agoreros.
La hora de la nueva economía
Los mercados estadounidenses abrirán sus puertas el lunes tras mantenerse cerrados cuatro días consecutivos. Las Bolsas europeas, que han hecho gala de una madurez sin precedentes, esperan ansiosas que Wall Street y el Nasdaq formalicen sus primeras operaciones tras la catástrofe terrorista del martes.
La Bolsa española conjuró ayer el peligro de un hundimiento generalizado de las cotizaciones al cerrar su índice principal con una subida del 0,11%. Fue la de peor evolución en Europa, pero también el martes fue la que menos sufrió las consecuencias del minicrash generado por los atentados terroristas en EE UU. Las manifestaciones de los bancos centrales, dispuestos a aumentar la liquidez, fueron la pócima milagrosa.
Consideran algunos agitadores que el varapalo que soportan los mercados del mundo en los últimos días está fuera de lugar. Hay quien va más lejos y muestra su incredulidad, se frota los ojos y arenga a la parroquia para que tome posiciones. Pero el dinero no llega.
El soporte técnico de los 7.500 puntos funcionó ayer. El Ibex intentó romperlo al marcar un mínimo intradía en los 7.522,8 puntos. A partir de ahí, sin embargo, remontó posiciones para cerrar en los 7.678,70, con nueva caída del 0,63%. El miedo y el abatimiento siguen instalados en las Bolsas del mundo.
La Bolsa española estrena la semana pendiente de la publicación de los datos de inflación en varios países de la zona euro, también en Estados Unidos, porque de ellos depende el movimiento inmediato de los tipos de interés. Las cifras alemanas conocidas la semana pasada, en este sentido, fueron muy favorables.
Más que pesadilla, un infierno. El dinero se retrae; las operaciones especulativas intradía se apoderan de la situación y el inversor final, cabizbajo, no quiere saber nada de Bolsa. Un ejemplo para ilustrar tanta desazón ¿Quién tiene razón, la cúpula directiva de Nokia o la de su competidor Ericsson? Aquella dice que lo peor ha pasado y que hay elementos que permiten ser optimistas cara al cierre del año. La de ésta niega la mayor y se reafirma en una posición catastrofista al indicar que el túnel es muy largo, que no se ve la luz.
La tumban con un matasuegras
Tras un paréntesis de dos semanas, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) retomará hoy las negociaciones con una decena de firmas cualificadas para sentar las bases de lo que será el nuevo fondo de garantía con el que paliar los quebrantos de los intermediarios bursátiles.
Las dobles lecturas que en cuestión de minutos hacen los participantes en el mercado en los últimos días con las noticias de largo alcance manifiestan, ante todo, el grado máximo de indecisión y nerviosismo que se registra en las Bolsas.
El anuncio de compra de Hewlett-Packard sobre Compaq fue ayer el revulsivo que esperaban los mercados de acciones del mundo para salir del marasmo. O, como apuntaban los más cautos, para dejar de caer. El Ibex ganó el 1,7% y abandonó, por quinta vez en dos meses, la zona de mínimos.
Los hilos se mueven en la trastienda
Si algo aborrecen los inversores y operadores es estar sometidos a la tiranía de las grandes cifras y estadísticas, porque de ellas dependen los movimientos concretos del mercado en el más riguroso corto plazo. Septiembre amanece rabioso y con una cartelera plagada de datos relevantes.
La Bolsa española, al igual que las del resto del mundo, no tendrá hoy la referencia necesaria de los mercados estadounidenses, que permanecerán cerrados por festivo. Serán los resultados de empresas emblemáticas como Telefónica y Repsol los que centren la atención de los inversores.
Miedo a una gran recesión mundial
La Bolsa española vivió ayer la peor jornada de agosto, con un retroceso del Ibex del 2,29% y vuelta, de nuevo, a la zona de mínimos anuales. La pésima evolución de los mercados de acciones estadounidenses en el periodo de coincidencia operativa fue determinante. El recorte de tipos de interés decidido por el Banco Central Europeo no influyó, porque, entre otras cosas, no hubo tiempo para ello.
Si el Banco Central Europeo no baja hoy los tipos de interés, lo hará dentro de 15 días. Es el consenso de un mercado dividido al 50% entre quienes apuestan por un recorte y quienes lo aparcan hasta dentro de dos semanas. De ahí, la actual pérdida de fuerza relativa de las Bolsas tras las alzas de la semana pasada.