La tumban con un matasuegras
Contaba ayer uno de los operadores más afamados de la Bolsa española, con el rostro desvencijado y sin una sola mueca de ilusión, de esperanza, que la situación actual de la Bolsa es muy diferente a las anteriores, aunque la intensidad del recorte, la dimensión de la crisis, sea similar a la del verano de 1998.
¿Dónde está la gran diferencia? En los volúmenes de negocio, apuntaba el operador de marras. Hoy, añadía, los bajistas han impuesto su ley y con un matasuegras tumban cualquier valor por muy capitalizado que sea.
Esta apreciación se ajusta al sentir general de los mejores analistas. El problema actual de los mercados viene de la mano de una inhibición total, desconocida hasta ahora, de las órdenes de compra más que de una presión de las órdenes de venta. Es curioso observar, en este sentido, cómo hasta ahora no se ha producido esa claudicación final que va pareja a los crash bursátiles.
Hay consenso, en efecto, de que el actual es un crash por entregas, con una duración de 17 meses. No se ha producido el estallido súbito, la traca final. La historia se ha desinflado sin que muchos hayan tenido tiempo ni capacidad para reaccionar.
Esta agonía tan duradera condiciona, desde un punto de vista puramente psicológico, la entrada de dinero en el mercado. A medida que se alarga más el suplicio, los que tienen liquidez, el dinero en potencia, más recula, más se inhibe, porque sigue sin encontrar elementos que hagan pensar en un cambio inmediato y a mejor de la tendencia. Los bajista especializados en operaciones intradía son, así, los que alimentan el recorrido bajista.
No hay novedades, por lo demás, en el frente bursátil ni historias de meigas. Las telecos mueren ahora por los niveles históricos de endeudamiento como no hace mucho murieron de éxito.