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LEALTAD, 1

<I>Las ventas que llevan a ningún sitio</I>

Hay analistas técnicos y fundamentales, que no fundamentalistas, empeñados en rasgarse todos los días las vestiduras por el hecho de que los mercados evolucionan en contra de sus previsiones, que, dicen ellos, es la lógica. Según estos estudiosos, el inicio de los ataques de las fuerzas de Estados Unidos y de sus aliados contra posiciones afganas deberían haber ocasionado el caos en los mercados por del pánico vendedor de los inversores.

No ha habido tal pánico vendedor y, lo que es más importante, los mercados han recuperado de manera parcial la compostura, que no es poco en la coyuntura actual. Las volatilidades, más o menos intensas, que aparecen todos los días en las Bolsas son fruto, precisamente, de las actuaciones intradía de estos expertos, que, al menos por ahora, no tienen el seguimiento esperado por el resto de los inversores.

Cuentan otros estudiosos, más fríos y con mayor experiencia, aspecto, por cierto, que pondera mucho en estos momentos, que histórica y tradicionalmente se ha demostrado que las actitudes viscerales en situaciones tan excepcionales como las de ahora siempre han comportado grandes pérdidas para quienes se han dejado llevar por el arrebato. El santo filósofo ya dijo aquello de que en tiempo de incertidumbre lo mejor es no hacer mudanzas.

Esto no significa que el entorno favorezca la entrada en los mercados. Nadie ha planteado por ahora esa posición. Significa que deshacer posiciones con unos mercados muy penalizados, aun a sabiendas de que pueden caer más, suele conducir a ninguna parte, porque lo racional es que la situación internacional se recomponga y todo, tarde o temprano, vuelva a la normalidad.

En el supuesto de que la normalidad nunca llegara ya a producirse, de nada valdrá, claro, mantener una gran liquidez, porque no servirá para mucho.

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