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Los bancos plantean eludir el pago al fondo de garantía de inversiones

Tras un paréntesis de dos semanas, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) retomará hoy las negociaciones con una decena de firmas cualificadas para sentar las bases de lo que será el nuevo fondo de garantía con el que paliar los quebrantos de los intermediarios bursátiles.

Los bancos tienen todas las papeletas para librarse del fondo de garantía de inversiones. Como ya tienen sus propios mecanismos de garantía, esperan no contribuir al pago los agujeros de AVA y Gescartera, unos 40.000 millones de pesetas. De ser así y si, finalmente, prospera la creación del fondo de garantía para inversores, éste tendrá que ser cubiertos por las firmas de valores independientes. Estas firmas apenas suponen un tercio del volumen de negociación de la Bolsa. El 66% restante está en manos de bancos y cajas.

La negociación del fondo, así las cosas, discurre entre una gran tensión. "Cuando nos reunimos con la CNMV, todos nos callamos. Cuando salimos de las reuniones, todo son críticas. Ha llegado el momento de poner los puntos sobre las íes y de no achantarnos y criticar en privado. Hay consenso en que el fondo de garantía es inviable y así hay que transmitirlo a las autoridades pertinentes", dice el presidente de una firma de Bolsa.

A media que han pasado los días, los diferentes departamentos jurídicos de otras tantas sociedades y agencias de valores y Bolsa han detallado una serie de situaciones y hechos relevantes que dificultarán la puesta en marcha del ya polémico fondo.

Los primeros en reaccionar, con la legislación en la mano, han sido las firmas de Bolsa ligadas a entidades bancarias, aunque no lo han transmitido aún de manera oficial. Estas sociedades, según fuentes vinculadas a las mismas, no estarían obligadas, en principio, a contribuir al fondo de garantía, porque sus matrices ya contribuyen al fondo de garantía de depósitos de la banca. Y las acciones son depósitos por definición.

De hecho, la directiva comunitaria de la que emana la creación del fondo de garantía de inversiones, redactada en 1993, sólo afecta a firmas de valores o firmas de valores y Bolsa. No toca a los bancos o las gestoras de fondos, cuyos mecanismos de garantía se tratan en otra directiva.

"Es una aberración que la banca contribuya por partida doble a unos fondos de garantía cuya eficacia es, además, dudosa. Con la legislación en la mano nos veremos obligados a depositar los títulos y la liquidez de nuestros clientes en las matrices. Se trata de traspasar posiciones. En todo caso, habría que discutir la retroactividad de la medida. Nosotros seremos puros intermediarios cuando la ley entre, si es que entra, en vigor. Es la virtualidad de las circunstancias", dice el consejero delegado de una firma de Bolsa ligada a un banco.

El tema sería menos polémico si no se hubiese decidido que el fondo fuese retroactivo. Es decir, que naciese con un déficit milmillonario: "Es un tema político. Se ha querido arreglar el entuerto de Gescartera a toda prisa, y eso ha generado mucho malestar. Al final, se terminará pactando una solución", comenta el presidente de una sociedad de valores. "Alguien, presumiblemente el Estado, terminará adelantando el dinero".

Si la iniciativa bancaria en ciernes prospera, los 40.000 millones de pesetas en los que se calcula la aportación inicial al fondo recaerá en unos pocos, lo que hipotecará el beneficio futuro de muchas firmas. "Es un nuevo proceso de bancarización, como el que se produjo ya con la Ley de Reforma del Mercado de Valores. Muchos nos veremos obligados a cerrar, porque no generaremos el negocio suficiente para pagar este nuevo impuesto. Es una misma cantidad a repartir entre menos, porque los bancos no pagarán", dice el presidente de una agencia de Bolsa.

 

Las pequeñas sociedades y agencias pagan los platos rotos

Cuantificar la salida de dinero de las firmas de Bolsa que el caso Gescartera ha provocado es tarea imposible, porque no hay un órgano directivo que se dedique a esta tarea.

Los presidentes de varias agencias y sociedades de valores no vinculadas a grupos financieros, es decir, bancos y cajas de ahorros, reconocen, aunque sin dar cifras, que ellos son los que están pagando los platos rotos. "El asunto dura más de lo previsto, con tendencia a seguir en las primeras páginas de los periódicos en los próximos meses. Al final, todo el mundo estamos metidos en el mismo saco dada la tendencia a generalizar las situaciones. El dinero es miedoso por definición y busca otros abrigos. Claro está que las firmas bancarias son, como siempre, las que de manera indirecta más se benefician de este asunto", dice el presidente de una sociedad de valores y Bolsa que quiere permanecer en el anonimato.

"Pero lo peor, y así lo he transmitido a mi organización, está por llegar", añade, "porque el quebranto del verano está ahí, cuantificado, y se puede enmendar. Lo peor es que las redes comerciales de las firmas de valores independientes lo van a pasar muy mal en los próximos meses, porque la desconfianza va en aumento".

El director comercial de una agencia de Bolsa se manifiesta en la misma dirección: "con el añadido de que este asunto, que perjudica a la credibilidad de las instituciones, coincide en el tiempo con una crisis bursátil similar a la del verano de 1998. Razón de más para desestimar todo lo que tenga que ver con la Bolsa".

El director de zona de uno de los dos grandes bancos nacionales indica que "la gente ya no se fía ni de los bancos. Los directores de agencia son sometidos a un duro control por parte de los clientes que operan en Bolsa. Demandan referencias que nunca han demandado. La desconfianza es total y la Bolsa lo está pagando".

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