Miran al cielo como último recurso. Los inversores del mundo están abatidos y buscan señales, por imperceptibles que sean, capaces de devolverles la ilusión, el sentimiento de que no todo está perdido y que vendrán tiempos mejores. La realidad, sin embargo, es testaruda y se niega a transmitir mensajes más conciliadores a los mercados.
Más de lo mismo nueve meses después, con el agravante de que pasa el tiempo sin que se vea luz al final del túnel. Desde que en octubre pasado se produjera la primera oleada de advertencias negativas sobre resultados empresariales en Estados Unidos, los mercados han asistido a un festival de circunstancias adversas que han lastrado su evolución.
Las principales Bolsas del mundo agotaron el rally iniciado a principios de abril de manera prematura, a las dos semanas de comenzar. Mes y medio después todo ha sido una evolución plana, movimiento lateral, que dicen los expertos. El inversor final sigue ausente de los mercados de acciones.
Nueve meses después, las Bolsas repiten el mismo escenario, el determinado por las advertencias sobre resultados empresariales. Desde octubre de 2000 se han producido ya seis oleadas, incluida la actual, de proyecciones de beneficio. Nueve meses después, los tipos de interés también han reflejado importantes recortes en Estados Unidos, con una actitud más timorata del Banco Central Europeo.
La jornada de hoy en las Bolsas del mundo lleva el sello del vencimiento del futuro. Cuentan los analistas en sus informes de situación que este acontecimiento, pura técnica, pura matemática, no ha despertado el interés de antaño entre los profesionales del mercado, porque, entre otras cosas, no hay tendencia.
La Bolsa española, al igual que sus homólogas europeas, ha dejado de mirarse el ombligo, de cotizar noticias propias, para seguir los pasos, al alza o a la baja, de los mercados de acciones estadounidenses, y principalmente del tecnológico Nasdaq.
Más crecimiento y más inflación o menos crecimiento a costa de un riguroso control de los precios. Es el gran debate de última hora entre los profesionales del mercado. El asunto alcanza una especial relevancia en la zona euro.
Apenas 700 puntos separan el Dow Jones del máximo histórico alcanzado en 2000. Cuando menos, el dato resulta chocante con la falta de ánimo en los mercados, desde el Nasdaq hasta la Bolsa de Madrid. Tampoco cuadra mucho con el momento económico en Estados Unidos, sobre el que todavía hay más sombras que luces. El terreno está abonado para interpretaciones contradictorias.
Desde que la máxima autoridad monetaria europea decidiera hace ya algunas semanas variar por sorpresa el tipo de interés oficial, justo cuando nadie lo esperaba, justo cuando la presión política y mediática era menor, cada reunión quincenal de esta institución lleva el sello de la expectación.
Savia nueva para reanimar un mercado carente de pulso, sin fuerzas para afrontar nuevos retos alcistas. La Bolsa española pide a gritos dinero fresco que no llega, para desánimo de gestores, inversores y analistas.
Más de lo mismo en el comienzo de junio, el mes que cierra el primer semestre del año. Salvo movimientos de corrección alcista espectaculares, la primera parte del año está condenada a dejar mal sabor de boca a los inversores en Bolsa.
Es la cuarta oleada de advertencias negativas sobre resultados empresariales desde octubre, de la mano, como siempre, de las empresas más representativas del mercado tecnológico estadounidense Nasdaq. Sun Microsystems abrió el melón la semana pasada y el mercado cayó con estrépito.
Del círculo virtuoso al círculo vicioso. El primero se caracteriza por altas cifras de crecimiento económico; productividad en aumento y baja inflación. El segundo, lo contrario, la entrada en un callejón sin salida. Al enfriamiento económico se une el alza de los precios y la baja productividad.
Las ventas de euros que de manera indiscriminada se producen desde hace una semana tienen una doble lectura, como suele suceder generalmente con los grandes acontecimientos económicos y financieros. El aspecto más negativo es que se importa más inflación en un contexto de altos precios, más gasolina al fuego. Lo positivo es el abaratamiento de los activos en euros, susceptibles de despertar el interés comprador de los no residentes.
Los miedos del estancamiento económico combinado con el alza de la inflación no son nuevos en las economías del mundo ni, por supuesto, la primera vez que saltan al ruedo de las Bolsas. Es mentar la bicha, dicen los operadores más viejos, pero peor es negar lo evidente.
Los 2.619,95 millones de euros que aparecieron ayer en el mercado continuo como cifra de negocio es, claro está, cierta, pero no se ajusta a la realidad del mercado. De esta cantidad, 1.459 millones de euros se correspondieron con operaciones de Inditex, el grupo que, entre otras, comercializa la marca Zara. Es decir, que restada esta cifra, el mercado continuo hizo operaciones por valor de 1.160 millones de euros, una cifra muy baja.
No hubo ayer informe de situación que no comenzara su análisis y expectativas de futuro sin referencia inicial a la tensión que vuelve a observarse en los precios del petróleo. El encarecimiento de la energía vuelve a ser, por tanto, el látigo que golpea unas Bolsas débiles y sin orientación, según lo observado en las últimas cinco semanas.
La debilidad de los grandes valores de la Bolsa española, encarnados en esta ocasión en BBVA y BSCH, fue determinante en el resultado final de la jornada de ayer, el peor dentro de la zona euro. El Ibex terminó la tanda con una caída del 0,52%, hasta los 9.678,2 puntos, con lo que se aleja de nuevo del nivel técnico y psicológico de los 10.000 puntos.
A paso lento hasta la exasperación. El mercado de acciones lleva cinco semanas intentando cambiar el sentimiento de apatía actual, sin que acabe de conseguirlo. Mientras, el divorcio entre las Bolsas de Estados Unidos y las de la zona euro alcanza su máxima expresión.
Sin prisa, pero sin pausa. Con fuerzas escasas para afrontar nuevos retos alcistas y sin interés alguno por deshacer posicioners a los niveles de precios actuales. La Bolsa española lleva cinco semanas atrapada en sus dudas e incertidumbres. Es lo que los analistas de nuevo cuño definen con el palabro movimiento lateral de consolidación.
En los últimos días los operadores más dinámicos han observado un ligero, muy tibio, cambio a mejor del sentimiento general del mercado. Recalcan los expertos que la teoría del sentimiento influye, con frecuencia, más en las tendencias de fondo del mercado que los propios fundamentales. O, como apuntan algunos estudiosos, las Bolsas siempre construyen sus tendencias, se miran el ombligo y luego es el entorno el que provoca sobrerreacciones.
Hoy es uno de esos días en los que los aspectos puramente técnicos, de propio mercado, desplazan del circuito negociador cualquier otro asunto que en circunstancias normales influirían en el proceso de formación de las cotizaciones. Hoy es el tercer viernes de mes, y con él, el vencimiento del futuro sobre el Ibex.
Telefónica vuelve por sus fueros, que es lo mismo que decir que el comportamiento de la Bolsa española, en términos de índices, pasa por la evolución de la operadora al ser la que más pesa en la confección de los mismos.
Telefónica se ha convertido en la gran referencia de la Bolsa española, porque, entre otras cosas, es la que más pesa en la confección de los principales índices. Ayer subió el 2,25% por la expectativa de que hoy presente unos resultados trimestrales mejores de lo previsto por el consenso.
El dinero se muestra reacio a tomar posiciones en la renta variable. La Bolsa española registra de este modo la cifra de actividad acumulada más baja de los últimos 13 meses. El mercado continuo realizó ayer operaciones, no obstante, por valor de 1.349 millones de euros, mejor de lo esperado por los analistas.
Cuentan los analistas en sus informes de situación que tanto Estados Unidos como Europa han decidido fijar más la atención en el débil crecimiento económico que en el vigoroso aumento de los precios. Se trata, añaden, de evitar una recesión.
La tendencia a la baja de los tipos de interés, en un movimiento que inició por sorpresa la Reserva Federal de Estados Unidos en los primeros compases del año, no ha sido, al menos por ahora, la pócima milagrosa, el curalotodo, de las Bolsas. La sobrevaloración de los activos se mantiene, dicen los expertos, a pesar de los reajustes a la baja de los últimos 12 meses y de la menor prima de riesgo implícita por los tipos de interés.
En situaciones de enfriamiento económico como la actual, los portavoces políticos, sea cual fuere su nacionalidad, acuden a términos tan socorridos como "lo peor ya ha pasado" o "el segundo semestre será mejor". Los mercados no suelen tomar en consideración visiones tan futuristas, máxime cuando renacen las dudas sobre la situación cierta en Estados Unidos.
No existen tendencias uniformes en la Bolsa española. Tampoco en las del resto del mundo. La operativa a corto plazo se ha impuesto y los especuladores e inversores intercambian posiciones a velocidad de vértigo. El martes fue el grupo Telefónica, y ayer, los dos grandes bancos. Un giro de 180 grados, porque la operadora bajó en esta ocasión, a diferencia de lo que desarrolló la víspera.
Insisten los analistas más prestigiosos en la idea de que la crisis bursátil actual nació de la sobrevaloración y que los ajustes de los últimos meses no son suficientes. O lo que es lo mismo, que los precios de gran parte de compañías cotizadas no son atractivos, máxime después del reciente rally alcista.
La estrella fue Terra, con una subida del 5,53% tras la presentación de unos resultados trimestrales mejores de lo esperado por el consenso del mercado. El resto del grupo Telefónica se contagió de la situación y provocó el alza de los índices. El Ibex terminó la tanda, así, con una subida del 0,72%.
Vuelven los analistas y expertos a la carga tras el análisis detenido de los resultados empresariales. Tanto en Estados Unidos como en la zona euro han escaseado las sorpresas negativas. Los resultados han sido pobres, sin músculo en la mayor parte de los casos, pero lo más destacable e importante es que han superado las previsiones del consenso.
La Bolsa española ha cerrado la primera semana de mayo justo en el mismo nivel de principio de mayo de 1999. Vino luego, en el otoño de aquel año, la revolución, tardía en nuestro mercado, de los valores tecnológicos, con Terra como hacedor de milagros y procurador de fortunas.
Los rangos, cada vez más estrechos
La tendencia del mercado español a centrarse en rumores u operaciones de empresas de poco calado no refleja sino la falta de estímulos para el inversor. La otra alternativa que tienen los operadores es dedicarse a la operativa a corto, con los movimientos técnicos como referente.
Abril dice adiós en medio de tensiones renovadas sobre los movimientos próximos de los tipos de interés, revisiones a la baja de los crecimientos de la economía en un importante número de países, el aluvión de resultados empresariales y el crecimiento del PIB de Estados Unidos en el primer trimestre superior a lo esperado.
Cuando a principio de año los observadores más dinámicos apuntaban que la Bolsa española se había convertido en un hedge fund (fondo de alto riesgo) latinoamericano fueron muchos los analistas de pro los que se rasgaron las vestiduras, al considerar una boutade tal reflexión.
Los analistas nacionales más dinámicos han lanzado duros alegatos sobre la hipersensibilidad de la Bolsa española respecto de los movimientos del Nasdaq, pero siempre con clara disposición a cotizar más lo negativo que lo positivo. Este fenómeno es indicativo de que la tendencia no es precisamente consistente.
Apuntaba ayer un observador avezado que no hay nada peor para la Bolsa que la incertidumbre. La expectativa constante desanima y desespera. De ahí la ausencia de inversores finales. El mercado está en manos de los denominados profesionales y de los gestores. No porque les satisfaga la coyuntura actual, sino porque están obligados. Es su negocio.
El volumen de negocio sube animado por los bajos precios
La presión política y mediática de hace cuatro semanas se ha disuelto como un azucarillo. El jueves vuelve a reunirse, como cada quince días, el Banco Central Europeo y muy pocos apuestan ya por un recorte de los tipos de interés a pesar de lo acordado la semana pasada por la Reserva Federal de Estados Unidos.