Greenspan vuelve a ser protagonista
Miran al cielo como último recurso. Los inversores del mundo están abatidos y buscan señales, por imperceptibles que sean, capaces de devolverles la ilusión, el sentimiento de que no todo está perdido y que vendrán tiempos mejores. La realidad, sin embargo, es testaruda y se niega a transmitir mensajes más conciliadores a los mercados.
En el caso de la Bolsa española, la desilusión es doble, porque convive desde hace meses con el efecto contagio procedente de los mercados estadounidenses (el Nasdaq volvió el lunes a perder el nivel técnico y psicológico de los 2.000 puntos) y con su condición propia de estar expuesta al límite en los mercados latinoamericanos.
El tangazo argentino, cuentan ahora los analistas en sus informes de situación, no tiene un impacto letal en la cuenta de resultados de las compañías españolas que operan en la zona. Lo peor es, una vez más, el grado alto, demasiado elevado, de sensibilidad de estos mercados a la debilidad de la economía de Estados Unidos y del resto del mundo. Se observa, además, cómo la llama de la desestabilización se extiende con rapidez al resto de los países, y ahí sí entra en juego el efecto pernicioso de la situación sobre las cuentas de resultados de muchas compañías españolas.
Mientras el mercado nacional trata de recuperarse del golpe bajo del lunes, el resto de las Bolsas del mundo está pendiente de la comparecencia hoy de Alan Greenspan. Esperan nuevos mensajes sobre el estado de salud de la economía de Estados Unidos, y también sobre actuaciones inmediatas de la Reserva Federal, que se reúne la semana que viene.
Una mejora en la percepción económica de Estados Unidos contribuiría a atemperar la fuerte presión negativa que vuelve a observarse en las Bolsas. El mercado nacional lo agradecería, porque la economía latinoamericana es muy sensible a este hecho.