<I>La vieja economía, en máximos</I>
Apenas 700 puntos separan el Dow Jones del máximo histórico alcanzado en 2000. Cuando menos, el dato resulta chocante con la falta de ánimo en los mercados, desde el Nasdaq hasta la Bolsa de Madrid. Tampoco cuadra mucho con el momento económico en Estados Unidos, sobre el que todavía hay más sombras que luces. El terreno está abonado para interpretaciones contradictorias.
En otras palabras, o bien el león (la crisis) no es tan fiero como lo pintan, o bien todavía quedan sustos por llegar. O, finalmente, nadie tiene ni idea de hasta dónde llegará la crisis, pero como hay más dinero en circulación, los activos que no sean Nasdaq suben de precio.
Greenspan ha bajado los tipos 2,5 puntos y ha inyectado liquidez en la economía. Es razonable que, si hay más dinero y es más barato pedirlo, sean más los que inviertan. El que las advertencias sobre beneficios vayan a acabarse o la economía vaya a levantar cabeza es otro cantar. Así pues, la masa de dinero fresco que ha aflorado en Estados Unidos explica parte, si no toda, la brecha que se ha abierto entre los mercados de Europa y Wall Street.
Otro aspecto que es favorable a los mercados estadounidenses es el efecto divisa. La desconfianza en el euro es ya crónica, lo que resta atractivo a los activos denominados en esta moneda. Las expectativas de que recupere terreno frente al dólar no se han cumplido nunca, pese a estar muy extendidas, lo que añade un factor de riesgo a las acciones europeas a fecha de hoy.
Muchos expertos se muestran convencidos de que la zona euro batirá a Estados Unidos. La diferencia está en el plazo. Algunos hablan de una década (lo que, en las mesas de negociación, es como no decir nada) y otros fijan plazos más cortos. Una contención de los precios seguramente ayudase, pues quitaría el corsé a la política monetaria.