El miedo se instala en los mercados
Más de lo mismo nueve meses después, con el agravante de que pasa el tiempo sin que se vea luz al final del túnel. Desde que en octubre pasado se produjera la primera oleada de advertencias negativas sobre resultados empresariales en Estados Unidos, los mercados han asistido a un festival de circunstancias adversas que han lastrado su evolución.
A los peores resultados de las empresas cotizadas se ha unido en este periodo de tiempo un enfriamiento progresivo de la economía de Estados Unidos que puede acabar en recesión, según los datos publicados la semana pasada. En Japón se oye la misma canción, y en la zona euro los pronósticos no son nada halagüeños precisamente.
A punto de concluir el primer semestre, el miedo ha vuelto a instalarse en las Bolsas del mundo dentro de un movimiento importado, no podía ser de otra manera, de los mercados estadounidenses. Lo que parecía hace unas semanas un mayor equilibrio en las cuentas de resultados de las empresas se ha tornado en lo contrario.
Y, lo que es más grave, los augurios para el tercer trimestre de 2001, que es donde todo el mundo había depositado su confianza, son muy pesimistas. Vuelven los gestores y analistas en este proceso a establecer precios objetivo por acción muy inferiores a los actuales al considerar que las sucesivas caídas de tipos de interés no palian las altas valoraciones actuales proyectadas con las previsiones de resultados para los próximos meses. O, lo que es lo mismo, abunda el sentimiento de que los mercados están caros.
El miedo es más palpable en el caso de la Bolsa española, porque a los problemas apuntados se une su alta exposición en Latinoamérica, con todo lo que ello implica. Argentina volvió ayer a primer plano al apostar los inversores y analistas por una devaluación encubierta del peso, lo que perjudica las valoraciones de los activos.