El Ibex vuelve a acariciar el nivel técnico y psicológico de los 10.000 puntos tras el alza del 0,89% registrada ayer, que lo sitúa en los 9.934,80 puntos. Se confirma así la tesis de aquellos analistas que desde hace tres semanas han advertido de las enormes dificultades que tiene el principal índice del mercado nacional, tanto para superar ese nivel como para alejarse a la baja con fuerza.
La fuerte recuperación de las cotizaciones de la Bolsa española en enero, con una mejora del 11% del Ibex, ha servido para paliar parte de las pérdidas acumuladas el año pasado y para atraer a nuevos inversores al mercado al calor de las subidas registradas.
El comprador pierde, el comprado gana. Siempre, claro está, en términos puramente bursátiles. Esta máxima alcanzó su punto álgido hace 10 años en Wall Street y, como siempre, se ha exportado de manera automática al resto de los principales mercados de acciones del mundo.
Movimiento lateral de consolidación es el palabro de moda entre los bolsistas más dinámicos, que es lo mismo que decir que el Ibex, como índice principal, lleva dos semanas atrapado en el nivel técnico y psicológico de los 10.000 puntos. Le cuesta mucho alejarse del mismo, tanto al alza como a la baja.
La zona de los 10.000 puntos se ha convertido en una auténtica pesadilla para los más dinámicos especuladores a corto plazo, porque el principal índice de la Bolsa española lleva dos semanas sin desmarcarse del mismo, ni al alza ni a la baja. Tras la caída del lunes y la consiguiente pérdida de este nivel, el Ibex subió ayer un 0,87% y reconquistó esta cota para cerrar en los 10.036,20 puntos.
Los clásicos de la Bolsa definieron en su día como chicharros a los valores de segunda y tercera fila, muchos de ellos con estructuras financieras muy comprometidas y expectativas dudosas. Era el modo de catalogar a estas empresas y compararlas con los peores pescados. Con el paso del tiempo, el término ha sido asumido por los participantes en el mercado.
A tres días hábiles a efectos bursátiles para que termine enero, la relación tipos de interés-Bolsa alcanza su máxima expresión. A menores tipos de interés, mayores subidas de los precios de las acciones, y al revés. Los resultados empresariales tienen, al menos por ahora, un impacto limitado, temporal.
Inversores, operadores, analistas y gestores han vuelto a recurrir a los datos estadísticos, siempre fríos y nunca infalibles, para tratar de adivinar las tendencias futuras del mercado, del mismo modo que visionarios y adivinos intentan leer en los posos del café lo que falta por venir.
La Bolsa española mantiene su buen tono y se resiste a perder posiciones a pesar de los sucesivos movimientos realizadores que se generan cada día. El dinero, al menos por el momento, se niega a salir del mercado y cambia posiciones desde unos sectores a otros.
Sin prisa, pero sin pausa. Sin hacer ruido. El principal índice de la Bolsa española consolida posiciones por encima del nivel técnico y psicológico de los 10.000 puntos y echa por tierra los pronósticos de agitadores de renombre respecto a una importante e inminente corrección técnica después de las ganancias acumuladas desde el comienzo del año.
A medida que se acerca el cierre de enero, precios y volúmenes conservan el buen tono con que se estrenó el mes. Gran parte de los desatinos cometidos en la recta final de 2000 han sido paliados, aunque siguen aún abiertas las heridas entre un gran número de inversores y operadores.
La Bolsa española manifiesta una especial resistencia a perder posiciones después del varapalo sustancial del año pasado. El dinero rota posiciones desde unos sectores a otros y en ningún momento abandona la renta variable. La caída de tipos de interés acordada el 3 de enero en Estados Unidos y el sentimiento generalizado de que la Reserva Federal volverá a bajarlos la semana que viene son los factores que mayor influencia positiva tienen en la situación actual.
Tras la fuerte volatilidad desarrollada en la sesión del viernes por el vencimiento del futuro, la Bolsa española recobró ayer la tendencia alcista, aunque sin grandes alharacas. La resaca del día anterior dominó, no obstante, el escenario operativo, como quedó reflejado en una apertura alcista; entrada posterior en terreno negativo y mejora de la tendencia de fondo cuando los mercados comprobaron que el Nasdaq mantenía el tipo.
Ciclos cortos, pero muy intensos. Es el signo de la Bolsa en los tres últimos años. Las predicciones que hacen los analistas cambian de manera radical en cuestión de horas. Son capaces de pronosticar una recesión hoy y asegurar al día siguiente que la economía del mundo ha entrado en una fase de crecimiento acelerado.
Justo lo contrario de lo esperado por el consenso de analistas. Es el signo de los nuevos tiempos en la Bolsa. æpermil;sta hace justamente lo contrario de lo proyectado. Los ciclos son más cortos, pero más intensos. Lo peor es ir con el pie cambiado. Fueron muchos los participantes en el mercado los que perdieron gran parte del patrimonio el año pasado y muchos, también, los que siguen atónitos el rápido transcurrir de los primeros compases del año. No se han atrevido a entrar en la Bolsa. Suele suceder que, cuando decidan hacerlo, sea ya muy tarde.
Suma y sigue. El Ibex, el índice principal de la Bolsa española, anotó ayer una subida del 0,51% y agrandó la distancia que desde el comienzo del año mantiene respecto a sus homólogas europeas. En lo que va de enero suma una ganancia del 10,55% frente a mejoras del 3,23% para la Bolsa alemana y retrocesos del 1,11% y 0,20% para la francesa e inglesa. El Nasdaq, por su parte, avanza un 11% y el Dow Jones está prácticamente en los mismos niveles de cierre de 2000.
El principal índice de la Bolsa española sólo ha retrocedido en tres sesiones desde enero. La caída de ayer, del 1,71%, fue, no obstante, la más importante, aunque el volumen de negocio en el mercado continuo fue muy reducido, con sólo 1.428 millones de euros negociados frente a los 2.000 millones del día anterior.
En tablas. La sesión de ayer en la Bolsa española se desarrolló con niveles escasos de volatilidad, en línea con lo advertido desde el comienzo del año. Las realizaciones de beneficios que aparecieron a primera hora de la mañana fueron neutralizadas a lo largo del día.
Más de lo mismo en la primera quincena de 2001: revisión a la baja de los beneficios de un importante número de compañías estadounidenses; miedo a la recesión y prudencia máxima entre los analistas. Las Bolsas, sin embargo, muestran un mejor tono para sorpresa de los agoreros.
El debate más enconado entre los analistas de prestigio se centra desde principio de octubre en el peso relativo de los resultados de las empresas y de los tipos de interés a la hora de tomar o deshacer posiciones en Bolsa. Histórica y tradicionalmente los tipos han tenido una influencia decisiva. Pero llueven voces en los últimos meses pregonando el final del reinado de los tipos.
Un ministro franquista de Economía ¿o de Industria? se hizo famoso en su época, porque cada comienzo de ejercicio respondía a preguntas de los periodistas de manera metódica y sistemática, impertérrito, que el segundo semestre del año sería mejor.
Ayer, como el día anterior. Las compras de última hora animaron la negociación, y ésta, por su parte, el resultado final de los principales índices. El Ibex avanzó un 1,19% y superó la barrera técnica y psicológica de los 9.500 puntos, hasta los 9.699,8.
La Bolsa española vivió ayer una de las jornadas más apáticas del año recién estrenado, con movimientos muy suaves y volúmenes de negocio especialmente reducidos hasta una hora antes del cierre.
Giro de 180 grados en la evolución y comportamiento de la Bolsa española durante la sesión de ayer respecto al día anterior. Si los dos grandes bancos fueron el lunes los artífices de la tímida recuperación del Ibex, ayer fueron, precisamente, los responsables del descenso. Todo pasa, por tanto, alrededor de estas entidades, con la venia, claro está, del grupo Telefónica.
Llega 2001 cargado de malos augurios, como consenso, respecto a la evolución de la economía de Estados Unidos. La propaganda destaca que no se producirá el esperado aterrizaje suave. La caída de la economía, dicen algunos expertos afamados, se producirá de forma brusca.