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Las Bolsas estrenan el año con la mirada puesta en la economía de Estados Unidos

Llega 2001 cargado de malos augurios, como consenso, respecto a la evolución de la economía de Estados Unidos. La propaganda destaca que no se producirá el esperado aterrizaje suave. La caída de la economía, dicen algunos expertos afamados, se producirá de forma brusca.

Las valoraciones con las que amanecen un importante número de Bolsas en el nuevo año recogen un claro deterioro de las economías. O lo que es lo mismo, gran parte de lo peor ya está recogido en los precios de las acciones.

Bolsas y analistas, tanto monta, no se caracterizan, precisamente, por acertar en sus proyecciones, sino más bien todo lo contrario. Lo común es que se produzcan fuertes sobrerreacciones al alza o a la baja. Hace dos años, por ejemplo, se apostaba por una deflación en el mundo sin precedentes. Un año después el enemigo público era la inflación. Ahora se apuesta por un ajuste brusco de la economía de Estados Unidos para este ejercicio y, lo que es más grave, su traslación al resto del mundo.

Las advertencias que sobre resultados peores de lo previsto realizan un alto número de compañías cotizadas en las Bolsas estadounidenses han desanimado a los inversores y, asimismo, hechos buenos por anticipado los pronósticos de caída de la actividad económica en el mundo.

En situaciones similares vividas con anterioridad los mercados daban respuestas menos negativas al considerar que los Gobiernos tienen armas suficientes para controlar la situación. Las políticas fiscal y monetaria adquieren aquí su verdadero protagonismo.

Desde hace dos meses no se ha prestado, sin embargo, atención a posibles caídas de los tipos de interés, que, desde siempre, benefician la entrada de dinero en la Bolsa. Los expertos quieren ver el grado cierto de vulnerabilidad de los resultados de las empresas para recomendar tomar posiciones en el mercado.

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