Mucho ruido y tendencia sin definir
Los clásicos de la Bolsa definieron en su día como chicharros a los valores de segunda y tercera fila, muchos de ellos con estructuras financieras muy comprometidas y expectativas dudosas. Era el modo de catalogar a estas empresas y compararlas con los peores pescados. Con el paso del tiempo, el término ha sido asumido por los participantes en el mercado.
Viene a colación el caso por el demostrado empuje alcista que este tipo de compañías manifiestan en las dos últimas semanas. El efecto Pescanova ha tenido impacto fuerte en los medios y legos y profesionales buscan compañías susceptibles de repetir la jugada, al menos en su fase inicial, que otra cosa es el varapalo en este tipo de valores. En muchas ocasiones se convierten en auténticas ratoneras.
El ruido de tambores que se registra en una docena de valores pequeños y medianos, siempre con rumores de posibles operaciones financieras de largo alcance, siempre con la amenaza de OPA inexistentes, ha servido para mantener viva la atención del gran público inversor en la Bolsa, pero no para desatascar los índices. O, lo que es lo mismo, los valores pequeños y medianos no marcan tendencia.
Esta situación llega al mercado en un momento en el que los analistas parecen haber retomado viejas actitudes; por ejemplo, la de castigar con denuedo a aquellos valores que no cumplan los pronósticos en materia de resultados. O, también, a aquellos con una visión de futuro más negativa, que es el ejemplo reciente de BSCH.
Las Bolsas, por tanto, vuelven a mirarse el ombligo, ajenas, a corto plazo, de decisiones de gran calado económico y financiero. La reunión que hoy y mañana celebra el Comité de Mercados Abiertos de la Reserva Federal de Estados Unidos marcará las pautas a seguir y sacará al mercado, dicen los expertos, de esa zona de congestión en la que se encuentra.