El segundo semestre será mejor
Un ministro franquista de Economía ¿o de Industria? se hizo famoso en su época, porque cada comienzo de ejercicio respondía a preguntas de los periodistas de manera metódica y sistemática, impertérrito, que el segundo semestre del año sería mejor.
Veinticinco años después, la frase se ha puesto de moda en los informes de situación de las principales firmas del mercado tanto nacionales como extranjeras. De ser cierto, lo importante es comenzar a hacer cartera ahora y esperar, como se pregona, una súbita recuperación de los precios y volúmenes en la segunda parte del año para recoger plusvalías.
El análisis de los acontecimientos demuestra, sin embargo, que un alto porcentaje de participantes en el mercado hace justamente lo contrario y que el seguidismo, actitud puramente borreguil, es consustancial a la historia misma de la Bolsa, de tal suerte que todo el mundo compra cuando la Bolsa sube y al revés. Hay en estos apuntes de primeros de año situaciones, no obstante, lógicas.
Los analistas apuestan por un segundo semestre boyante debido al cambio de ciclo en la contabilidad de los resultados empresariales. Las advertencias renovadas de empresas estadounidenses de que la primera parte del ejercicio no será brillante descansan en resultados comparativos de 2000 excepcionales. El deterioro se inicia en el verano y alcanza su máxima expresión al cierre del año. Está claro, por tanto, que salvo batacazos de gran calibre, los resultados de cierre de 2001 serán mejor que los de cierre del año pasado.
Mientras analistas y operadores filosofan, los mercados están obligados a abrir y cerrar sus puertas todos los días, a cotizar situaciones y expectativas en tiempo real. Cada jornada es una prueba de fuego para el mercado. A corto plazo, todas las miradas están puestas en los resultados empresariales.