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La Bolsa consolida su inicio de año alcista y gana ya el 8,57% en enero

El debate más enconado entre los analistas de prestigio se centra desde principio de octubre en el peso relativo de los resultados de las empresas y de los tipos de interés a la hora de tomar o deshacer posiciones en Bolsa. Histórica y tradicionalmente los tipos han tenido una influencia decisiva. Pero llueven voces en los últimos meses pregonando el final del reinado de los tipos.

Este cambio de agujas explica el notable deterioro de las cotizaciones bursátiles en el último tramo del año pasado pese a que el mercado era consciente de que la Reserva Federal de Estados Unidos, como sucedió en la primera semana de 2001, bajaría antes que después los tipos de interés. Aunque los primeros compases del año muestran un semblante timorato, a excepción del mercado español, que partía de cotas más bajas que sus homólogos europeos, la percepción de que los tipos de interés seguirán a la baja comienza a generalizarse y a equilibrar el fiel de la balanza bursátil.

Dicen los observadores que es muy pronto para sacar conclusiones. Han transcurrido dos semanas del año nuevo y el mercado, no obstante, comienza a pensar en que las acciones son el mejor refugio para un dinero que contará con mayores dificultades para obtener rendimientos sin riesgo (deuda) similares a las del año pasado.

Las acciones tienen el doble atractivo de que fueron castigadas sin piedad en 2000 y que los resultados, como norma, serán mejores en el segundo semestre de 2001. Por ello las advertencias hechas por compañías estadounidenses sobre resultados peores de los previsto para el primer semestre comienzan a perder fuerza e interés de puertas adentro del mercado, porque, entre otras cosas, el derrumbe de los precios de los últimos meses recoge ya en gran parte esta circunstancia. En los últimos días, como hecho curioso, se ha observado que las penalizaciones son concretas, valor por valor, y no generales como sucedió en el último trimestre de 2000.

Primeros compases del año, así, que, pese al debate enconado entre analistas de prestigio, vuelven a estar marcados más por los tipos que por los resultados, buenos o malos, de las empresas.

 

La volatilidad, clave a tener en cuenta

Escasean por estos pagos los profesionales y expertos en el cálculo de volatilidades. Las grandes instituciones, no obstante, comienzan a incorporar a sus gabinetes de inversión a estos profesionales, que, ante todo, nada tienen que ver con falsos chartistas y antiguos agitadores.

El seguimiento de la volatilidad es viejo como la Bolsa misma, pero en nuestro mercado es una gran desconocida. La volatilidad, con todas las distancias que siempre hay que establecer en estos casos (es una herramienta más, como sucede con el chartismo o el análisis fundamental), suele calcular con éxito los estados emocionales de los participantes en el mercado y, claro está, la propensión de éstos a comprar y vender acciones con más o menos visceralidad.

La secuencia ofrecida en los últimos trece meses ha sido categórica a la hora de anticipar tendencias.

El aumento de la volatilidad ha comportado situaciones bajistas, en muchos casos histéricas. La reducción de los porcentajes ha anticipado sosiego, calma y, en definitiva, el campo expedito para reiniciar tendencias alcistas.

A principio de esta semana, los expertos resaltaban la caída súbita de los niveles de volatilidad en un mercado con poco negocio. Precios y volúmenes han subido de manera progresiva a continuación.

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