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La sequía y el bloqueo ruso al cereal ponen en jaque a ganadería y harineros

España es tras China el segundo destino de los envíos de cereal ucraniano, que suponen el 50% de las compras 

Acuerdo Rusia cereal ucraniano Gráfico
Belén Trincado Aznar
Denisse López

La negativa rusa de prorrogar el acuerdo de exportación del cereal ucraniano ha dejado temblando al sector agroalimentario nacional, que prevé escasez, subidas generalizadas en los productos de alimentación y hasta problemas de especulación. La iniciativa había permitido que, pese a la guerra, se exportaran millones de toneladas de granos a España entre el verano pasado y este. De hecho, era el segundo destino de estos cargamentos, después de China. Y aunque fuentes de la UE han señalado meses atrás que buena parte de esos envíos se dedicaba a la reexportación, tanto las asociaciones agrícolas como el Ministerio de Agricultura aseguran que casi la totalidad fue a parar al consumo nacional, sobre todo para la elaboración de piensos.

Ya antes del estallido de la guerra, Ucrania era uno de los principales mercados de donde España importaba cereales. De ahí provenían el 30% de las compras de maíz, el 60% del aceite de girasol y el 17% del trigo, según las estadísticas de comercio exterior del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. En 2022 esta tendencia se mantuvo y en lo que va de este año, de hecho, ha repuntado, de tal suerte que prácticamente la mitad de todas las importaciones nacionales de grano salen del mar Negro. Esta dependencia, sumada al abrupto cierre del corredor marítimo y la dificultad para encontrar mercados alternativos en el corto plazo, anticipa un golpe para la economía española en un momento de malas perspectivas de producción nacional.

Los agricultores afirman que a causa de la sequía que padece España, las pérdidas en los campos de cereales serán enormes, lo que significa que el país necesitará un abastecimiento récord de importaciones que superan los 20 millones de toneladas si se quiere garantizar el suministro de alimentos y piensos. La Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (Accoe) y las Cooperativas Agroalimentarias cifran la caída en un 45% y 49%, respectivamente, mientras que la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) prevé una merma del 65%.

El problema de las escasas cosechas se agrava por la cantidad de ganado que tiene el país. Según cifras oficiales, de los 37 millones de toneladas de trigo, cebada y maíz que España consume anualmente, casi 30 son para alimentación animal. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) está segura de que la sequía y el corte de suministro ucraniano encarecerán los costes de los ganaderos, como ya ha ocurrido a lo largo del último año y medio. En este periodo, el sector ha llegado a pagar hasta un 47% más de media por el pienso para su ganado, según estimaciones de UPA.

De acuerdo con las organizaciones, el repunte de los precios no solo afectará a los productores, también repercutirá en los precios finales de consumo, tal como ya ocurrió en 2022. Para agosto de ese año –cuando España empezó a recibir los cargamentos del mar Negro–, el pan había sufrido un repunte interanual del 15,2%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Esto suponía pagar casi 11 euros más respecto al mismo mes de 2021. En el mismo periodo, las harinas se encarecieron casi un 40% y las pastas, un 30%, todo a consecuencia del conflicto en el este de Europa.

Tras meses de repuntes en la cesta de la compra, finalmente la inflación ha bajado con fuerza –hasta el 1,9% en junio– y hasta la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha vaticinado esta semana una mayor reducción en el coste de los alimentos gracias a la moderación de los cereales, la energía y los fertilizantes. Pero la negativa rusa de prolongar el acuerdo de exportación puede ocasionar justo lo contrario. Los futuros del trigo y del maíz que cotizan en el mercado de Chicago ya fluctuaron con fuerza el pasado lunes como consecuencia de la noticia y la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) teme que los fondos saquen provecho mediante la especulación. “Los que siempre ganan en estas crisis de mercado son los especuladores y las grandes corporaciones internacionales”, asegura José Roales, representante de la organización.

Los agricultores coinciden en que la demanda se desplazará a Argentina y Brasil, que en la primera mitad de 2022 suplieron las importaciones de cereales provenientes de Ucrania. Sin embargo, el precio será más alto y está en duda si la producción de estos países puede cubrir la demanda nacional y europea. Otra opción es que Kiev redoble el uso de vías terrestres para la exportación de su grano o continúe transportando por barco a riesgo de un ataque ruso.

A pesar de estos problemas, hay algunos factores que pueden evitar que los precios de los alimentos se disparen a los niveles vistos en 2022. Las estimaciones mundiales de las materias primas son más débiles a consecuencia de las malas perspectivas económicas de China –segunda potencia mundial– y la reducción general de la demanda, que también ha aliviado la cadena de suministro. En paralelo, los precios industriales han menguado gracias al abaratamiento de los costes de producción.

Una medida devastadora para los países pobres

Desde agosto del año pasado, cuando se alcanzó el acuerdo, se han enviado más de 32 millones de toneladas de alimentos y fertilizantes a más de 40 países, según los datos de Naciones Unidas. Con su interrupción, algunos de los países más pobres del planeta pueden ver afectado gravemente su suministro. Según la organización humanitaria International Rescue Committe, el acuerdo había sido "el salvavidas para los 349 millones de personas que se encuentra en la primera línea de la inseguridad alimentaria". Por su parte, Acción contra el Hambre ha advertido que el bloqueo puede “ser demoledor para regiones como el Sahel” y ha tachado de "preocupantes" los intentos de politizar la exportación de alimentos con fines geopolíticos. 


El secretario general de la ONU, António Guterres, ha asegurado que “será un golpe para los necesitados en todas partes”, que “pagarán las consecuencias” de la decisión de Moscú. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha dicho que se trata de “un movimiento cínico” y ha comprometido a la región a trabajar para garantizar la seguridad alimentaria de los países más necesitados. 

 

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Sobre la firma

Denisse López
Es redactora de la sección de Economía de EL PAÍS y CINCO DÍAS. Escribe habitualmente de macroeconomía y coyuntura. Se incorporó a esta casa en 2022, después de haber trabajado en distintos medios digitales en México. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México, y el Máster de Periodismo UAM-El País.

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