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El rompecabezas de la gestión del agua empeora los efectos de la sequía

Abril de 2023 se postula a ser el más seco desde 1961 mientras el sector agrícola se prepara para pérdidas milmillonarias por la falta de recursos hídricos

Pepe García
El embalse de Sierra Boyera en Bélmez (Córdoba) encuadrado en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
El embalse de Sierra Boyera en Bélmez (Córdoba) encuadrado en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.Salas (EFE)

España está seca y falta de agua. Según el ministerio de Transición Ecológica, el clima en marzo tan solo ha tenido carácter entre normal y húmedo en zonas reducidas de Galicia, el suroeste de Castilla y León y del norte de Extremadura. Con la excepción de estas zonas, las precipitaciones han sido un 64% inferior en marzo a la media de referencia en toda España. El mes de abril no evoluciona mucho mejor y aspira a convertirse en el más seco desde 1961, según advierten desde Aemet.

La disponibilidad del agua es uno de los grandes problemas de España. Según la Agencia Europea de Medioambiente (AEM), España es uno de los países del sur de Europa que más agua para el regadío puede perder en las próximas décadas. Sin embargo, Amaia Alonso, experta en sostenibilidad de la empresa Ecolab, advierte que no es solo una cuestión de falta de precipitaciones: “la escasez de agua, el uso ineficiente de los recursos hídricos, la sobreexplotación de acuíferos y la falta de infraestructura y gestión del agua también agravan el problema”.

Cambio previsto en la disponibilidad de agua para riego en la región mediterránea. Esta figura muestra el cambio relativo en la disponibilidad de agua para regadío para 2071-2100 con respecto a 1961-1990. Las zonas de color amarillo claro indican que no habrá cambios en la disponibilidad de agua.
Cambio previsto en la disponibilidad de agua para riego en la región mediterránea. Esta figura muestra el cambio relativo en la disponibilidad de agua para regadío para 2071-2100 con respecto a 1961-1990. Las zonas de color amarillo claro indican que no habrá cambios en la disponibilidad de agua.AGENCIA EUROPEA DEL MEDIOAMBIENTE

El agua y España, una relación tirante

Las advertencias no son nuevas. “La sequía avisa con tiempo, la disponibilidad de recursos hídricos está a la baja, cada vez llueve menos, el cambio climático está ahí”, advierte Francesc Hernández, catedrático de la Universidad de Valencia especializado en la gestión del agua. “Tenemos escasez porque venimos de un modelo de gestión del agua que se basaba en la abundancia, pero el contexto nos está advirtiendo de que tenemos que cambiar esos criterios”, advierte Hernández.

Por ejemplo, España recicla poco el agua de la que dispone. Según los datos de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), en 2022 se reutilizaron 343 hectómetros cúbicos (hm³) de agua depurada y regenerada, es decir, que tan solo el 8,1% del agua suministrada y de la residual depurada se reutiliza para otros consumos, donde el principal uso fue el agrícola, en torno al 60%. “Esto no tiene ninguna lógica”, explica Hernández, “pero desde su origen se hace así porque era lo más cómodo y no necesitábamos para nada el agua de salida de la depuradora, por lo que el 92% restante no se usa. No es coherente”, prosigue.

La escasez se nota especialmente en el campo, que utiliza en torno al 70% del agua que consume España anualmente, según los datos de la AEM. La falta de lluvias ha afectado a 3,5 millones de hectáreas de cereales de secano, afirman desde la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Aunque los efectos no solo se perciben en los cultivos, también podría obligar a sacrificar a la mitad de la cabaña de ganado caprino andaluz -medio millón de cabras-, indican desde la Federación Cabrandalucía, y también ha hecho adelantar la campaña de incendios forestales 15 días en comunidades como Andalucía.

El año pasado, la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) estimó en 8.000 millones de euros las pérdidas del sector debido a la sequía de 2022. El presidente de la Asociación, Pedro Barato, declaró a CincoDías que, aunque todavía es pronto para dar cifras concretas, es “seguro” que este año las pérdidas serán mayores.

Las derivadas de la falta de agua no solo afectan a los productores, también a lo que pagarán los consumidores. “Siendo objetivos, más de la mitad del cultivo de secano, que son 7 u 8 millones de toneladas, están perdidas”, lo que irremediablemente se trasladará a los precios, advierte Barato. Aunque según los indicadores del precio de los alimentos de la FAO mantengan una progresión descendente –salvo el azúcar y la carne–, el peso de los alimentos en el IPC español sigue siendo el principal factor inflacionario y el pasado marzo incrementaron su coste un 16,5%, según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

¿Cuestión de gestión?

Con una normativa actualizada y con inversión suficiente, este y otros problemas de la gestión del agua sí son salvables. Por ejemplo, unas inversiones suficientes en la mejora de los sistemas de canalización y depuración permitirían reciclar más agua para uso agrícola o evitaría las pérdidas por escorrentías y filtraciones, explica el catedrático Francesc Hernández.

Sin embargo, las competencias de la gestión del agua están atomizadas y disponen de un marco administrativo “especialmente complejo” en el que muchas instituciones tienen competencias sobre el recurso y potestad regulatoria, afirma Hernández. Según AEAS, el 35% de la población es abastecida por entidades públicas, el 33% por empresas privadas, el 22% por empresas mixtas y el 10% por servicios municipales.

Las competencias desdibujadas sobre el agua también complican la labor de mejora de las infraestructuras, ya que las administraciones eluden comprometerse con las inversiones y se pasan la bola de unas a otras, afirma Hernández. “¿Quién afronta el coste?, siempre hay el mismo problema”, comenta el catedrático. Además, advierte de que mejorar la calidad del agua para que pueda ser reutilizable significa que también habría que reformular las tarifas y “los ayuntamientos no suelen ser partidarios subir precios”, explica el experto en agua.

Caminar sobre las aguas

Israel es un país de milagros. Casi el 60% de la superficie del país es desértica, sin embargo, en 2021 exportó agua por valor de casi 100 millones de euros, según la Organización Mundial del Comercio.

El caso de Israel con el agua es paradigmático. “Han conseguido superar los problemas de escasez de agua y convertirse en un líder mundial en tecnologías de innovaciones hídricas”, explica Amaia Alonso, experta en sostenibilidad de Ecolab. “Es líder mundial en desalinización, el 35% del agua consumida en Israel proviene de la reutilización de aguas residuales. También ha implementado sistemas de precios que reflejan el costo real del agua, lo que ha fomentado la eficiencia en el consumo, y además ha implementado prácticas agrícolas avanzadas que les han ayudado a reducir el uso del agua en el campo”, detalla.

La mejora de la oferta de agua a través de tecnologías como la desalinización, el modelo israelí, se encuentra en los planes de las administraciones. Los planes hidrológicos aprobados el pasado enero en Consejo de Ministros daban un mayor protagonismo a los procesos de desalación para la obtención del agua. Sin embargo, y pese a los planes, el consumo de líquido desalado todavía tiene camino que recorrer en España. Según el Global Water Intelligence de 2021, el uso de agua desalinizada representó solo el 6% del consumo total en España, mientras que en Israel está proporcionando en el orden del 50%.

Pero la desalinización y la reutilización del agua per se tienen poco valor si no van acompañados de una racionalización de la demanda, según indica el catedrático Francesc Hernández: “Hasta ahora lo habitual era no cuestionar nunca para qué se pide o necesitaba agua, por lo que las soluciones eran estrictamente de oferta asumiendo que la demanda es la que es. Pero la transición hacia un modelo más sostenible implica no solo tomar decisiones que garanticen la disponibilidad de los recursos hídricos, también es necesario racionalizar la demanda”.

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Sobre la firma

Pepe García
Redactor de la sección de Economía de Cinco Días. Estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y cursó el Máster de periodismo UAM - EL PAÍS.

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