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Las líneas rojas que el mercado pondrá a Donald Trump

Los grandes inversores disfrutan de una Bolsa en máximos impulsada por la victoria del magnate pero empiezan a recelar de sus propuestas inflacionistas, que también perjudicarían a los millones de inversores minoristas que le votaron

Donald Trump
El presidente electo Donald Trump, en el lanzamiento del cohete SpaceX Starship, en Brownsville.Brandon Bell (via REUTERS)
Nuria Salobral

Donald Trump ocupará el próximo 20 de enero la Casa Blanca después de arrasar con su eslogan de “América primero” o “Que América vuelva a ser grande”. Y ese objetivo, epicentro del ideario populista que le ha llevado a un segundo mandato, difícilmente encaja con una fuerte corrección bursátil o con Wall Street patas arriba. Trump va a recibir de Biden una economía sólida y una Bolsa en máximos, con los valores tecnológicos en niveles mareantes, pero ha lanzado propuestas que empiezan a crear inquietud entre los inversores, los mismos que en noviembre recibieron con una oleada de compras su victoria electoral y que a partir de ahora van a estar muy atentos a la puesta en práctica de su política económica. Serán además quienes no duden en marcar los límites a unas medidas que pueden torcer el gesto a Wall Street pero que no hay que olvidar vendrán de un presidente empresario, y millonario, asesorado por el hombre más rico del mundo.

Trump parte con el favor del mercado, que en principio espera que las bajadas de impuestos y la desregulación sigan siendo gasolina para la Bolsa pero que no tendrá reparo en apretar el botón de las ventas si las políticas presidenciales pinchan el largo rally bursátil. Y habrá también millones de inversores particulares, votantes al fin y al cabo, cuyos ahorros financieros van a verse sujetos a los vaivenes de las decisiones de su presidente, más allá de los estragos que podría causar en los hogares un nuevo repunte de la inflación. En EE UU, la cultura financiera y la inversión en Bolsa están mucho más generalizadas que en Europa.

Trump ha lanzado propuestas radicales como un arancel del 60% para la importación de productos chinos o del 10% para todas las importaciones en general, o la repatriación masiva de inmigrantes ilegales. Medidas todas ellas que propiciarían un alza de los salarios y del precio de los bienes de consumo y que amenazarían con reactivar la inflación. “Los ciudadanos de Estados Unidos ha dado la victoria a dos millonarios que defienden medidas que van a encarecer los productos que compran”, resumía el consejero delegado de la gestora LFDE Olivier de Berranger poco después de las elecciones, en alusión a Trump y su mano derecha, Elon Musk. El nuevo mandato de Trump entraña un riesgo inflacionista que el mercado se resiste a reconocer abiertamente, aunque sí ha empezado a tantear. Lo demuestra el hecho de que el S&P cede casi el 3% desde el 17 de diciembre -la última jornada en que cerró sobre los 6.000 puntos, un hito logrado por primera vez tras la victoria electoral de Trump- o de que el bono de EE UU a 10 años haya elevado su rentabilidad al filo del 4,7%, en casi 50 puntos básicos en el último mes.

Índice S&P 500 y bono de EE UU a 10 años

“Si los aranceles se aplican rápidamente y de acuerdo con la retórica de la campaña, probablemente habría un impacto sustancial en la inflación de EE UU, que afectaría de manera desproporcionada a los hogares de menores ingresos, un elemento clave de la base de electores de Trump. En consecuencia, creemos que se producirá un enfoque más matizado de la aplicación de aranceles que el sugerido por la retórica de la campaña”, señala Tom Wilson, responsable de renta variable emergente de Schroders.

El mandato presidencial que comienza en EE UU el día 20 se augura imprevisible y volátil, como el propio carácter del nuevo presidente, aunque analistas y gestores coinciden en que las propuestas de campaña se verán rebajadas en buena medida a la hora de su puesta en práctica. Después de todo, también se espera que asome la faceta empresarial e inversora de Trump, de quien se prevé que alcance acuerdos comerciales lo más provechosos posible, sin llegar a romper la baraja.

Un ejemplo del pragmatismo inversor que se le presupone a Trump, envuelto eso sí en una constante retórica populista, es lo sucedido esta misma semana. El Washington Post publicó que el republicano se estaría planteando una tarifa universal a las importaciones para todos los países aunque centrada solo en productos críticos y estratégicos, lo que según el diario rebajaría “el elemento más radical del plan de campaña de Trump”. El magnate desmintió de forma rotunda la información pero el mercado también entiende que su amenaza arancelaria es parte de una pose negociadora de partida. “Trump quiere emplear la amenaza de aranceles universales como baza creíble en las negociaciones comerciales bilaterales. Y retirar esto de la mesa ahora obviamente limitaría su poder de negociación”, apuntan desde UBS.

En el banco suizo se suman a la tesis de quienes creen que las medidas económicas propuestas en campaña electoral no se materializarán ni mucho menos en su totalidad. “Dudamos de que la administración aplique políticas extremas que elevarían la inflación, crearían grandes interrupciones del suministro o el riesgo de consecuencias económicas más amplias. También hay en ello un cálculo político, con la mayoría republicana en la Cámara muy ajustada. Una terapia de choque podría dañar significativamente las posibilidades republicanas en las elecciones de 2026 de mitad de mandato”, añaden en el banco suizo.

El aviso de la Fed

La amenaza inflacionista de Trump no es baladí. Es la línea roja que su política no podrá cruzar sin causar graves repercusiones en la economía y el mundo de la inversión. Y cualquier decisión tendrá que ser muy medida cuando la tensión de los precios se resiste a la rendición definitiva, en una economía que da continuas muestras de solidez y cuando la Reserva Federal ha reducido a dos las rebajas de tipos que prevé para este año, antes incluso de que Trump haya llegado al poder. “La Fed recorta sus perspectivas para este año. Lo que no está claro es si se debe a un empeoramiento de la previsión de la inflación o a una desconfianza en la política económica de Trump”, apunta Alexis Bienvenu, gestor de fondos en la Financière de l’Échiquier.

En noviembre, la subida mensual de los precios en EE UU fue del 0,3%, la mayor desde abril, y la tasa interanual se situó en el 2,7%. La inflación ya repuntó en octubre hasta el 2,6%, tras seis meses a la baja. Y esta misma semana se ha conocido que el número de ofertas de empleo se elevó en noviembre a los 8,1 millones, el mayor nivel en seis meses, por encima de lo esperado y también del dato de octubre, de 7,8 millones. Además, el índice PMI del sector servicios registró el mayor aumento desde 2023, hasta los 54,1 puntos, lo que revela la expansión de esta actividad. “Esperamos que el PIB crezca un 2,8% en 2024 (con datos a cierre de año) y un 2,4% en 2025, si la nueva Administración da prioridad a los recortes fiscales frente a los aranceles. Esta previsión por encima del consenso asume que la nueva administración Trump comenzará con recortes de impuestos y dejará la aplicación de medidas menos favorables al crecimiento, como los aranceles, para la segunda mitad del próximo año. Esto inclina la balanza de riesgos a la baja”, explica Paolo Zanghieri, economista senior en Generali AM. De nuevo, previsiones sujetas a una aplicación rebajada de las promesas electorales de Trump, clave para asegurar la continuidad del crecimiento.

La Fed ya ha enfriado de forma contundente los ánimos al rebajar la expectativa de recortes de tipos de interés y Pimco, la mayor gestora de renta fija del mundo, ha hecho cuentas de qué tendría que pasar en el mandato de Trump para que Powell incluso se viera obligado a subir el precio del dinero: en el caso de que Trump aplique al máximo lo que ha pregonado sobre los aranceles -un 60% de aranceles sobre los productos importados de China y del 10% a todas las demás importaciones-, la inflación del IPC básico (que incluye tanto los servicios como los bienes) terminaría por subir a una horquilla del 4,0%-4,5%. Un escenario que Pimco cree improbable pero que llevaría a la Fed a endurecer su política monetaria.

El temor a un repunte de la inflación late en el ánimo de los inversores y ha contribuido al alza de rentabilidad de la deuda de EE UU. El mercado tampoco pierde de vista que la economía estadounidense ya acusa un elevado déficit público, por encima del 6% del PIB, que también podría ir a más con las políticas de Trump. Un aumento en la rentabilidad de los bonos engordará aún más la carga de intereses que soporta EE UU, cuya deuda se eleva a cerca de 28 billones de dólares y representa casi el 100% del PIB. En Bank of America consideran probable que el volumen de deuda estadounidense siga creciendo y que las perspectivas de déficit sigan siendo elevadas, a menos que se produzcan recortes significativos del gasto o un aumento de los ingresos. “Los riesgos económicos y de mercado están aumentando, pero en nuestra opinión son manejables por ahora”, añaden en el banco estadounidense, donde también advierten de que un bono estadounidense a 10 años en el entorno del 5% animaría a los inversores a abandonar la renta variable y a refugiarse en la fija.

Trump tendrá por tanto que ser cuidadoso con el ánimo de los tenedores de bonos de EE UU y no aventurarse en políticas que alejen demasiado a EE UU de la consolidación fiscal, incluso aunque se trate de la mayor economía del mundo y aunque el dólar sea referencia global. Reino Unido sufre estos días la rápida subida del interés de sus bonos, en parte por la resistencia de la inflación y en parte también por cierta desconfianza inversora hacia el gobierno laborista, un ascenso que trae ecos del severo varapalo que el mercado dio en 2022 al plan de recorte de impuestos de la conservadora Liz Truss y que le costó el cargo de primera ministra. Aquel episodio de súbita pérdida de credibilidad de la deuda pública británica obligó a intervenir al Banco de Inglaterra, a la vista de que estaba en riesgo la poderosa industria británica de planes de pensiones, equivalente al 100% del PIB del país. En EE UU, los activos en planes de pensiones rondan el 150% del PIB. Demasiado dinero como para que Trump enfade a Wall Street.


Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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