Las medidas fiscales vuelven a pasar factura a Reino Unido: el bono a 10 años sube a máximos de 2008
La libra cae un 0,9% frente al dólar y alcanza su nivel más bajo desde abril de 2024
Reino Unido vuelve a estar en el foco de atención de los inversores. En una jornada de fuertes ventas en el mercado de deuda ante la posibilidad de que los planes arancelarios del próximo presidente estadounidense, Donald Trump, provoquen una subida de la inflación a nivel global, la rentabilidad del bono británico a diez años ha escalado hasta el 4,79%, máximos de octubre de 2008, lo que hace dudar de la capacidad que tendrá el ejecutivo británico para implementar las reglas fiscales. El alza tiene también su réplica en el rendimiento de la deuda a 30 años, que ha repuntado a niveles de 1998, mientras que en el mercado de divisas, la libra cae a su nivel más bajo desde abril frente al dólar.
“Si bien la velocidad y alcance del aumento de las rentabilidades no está siendo tan violenta como la experimentada en 2022 con el proyecto de Lizz Truss, no se debe subestimar el impacto de tipos más altos en la economía y en particular en lo que respecta a las tasas hipotecarias”, señala a Bloomberg Mathew Ryan, jefe de estrategia de mercado en Ebury.
Pese a la fuerte subida de las rentabilidades, el Tesoro británico ha acudido al mercado de deuda en una subasta en la que ha vendido 4.250 millones de libras en bonos a cinco años, protagonizando la mayor subasta en una década a este vencimiento, utilizado para fijar el precio de las hipotecas a tipo fijo. La colocación contó con una demanda tres veces superior al importe colocado y se cerró a un tipo de interés medio del 4,490%.
El último aumento de los rendimientos vuelve a coincidir en el tiempo con las medidas fiscales que prepara la ministra de Hacienda británica, Rachel Reeves, para lograr la disciplina financiera. Steven Bell, economista jefe para Europa. Oriente Medio y África en Columbia Threadneedle Investments, señala que, a la debilidad económica de la eurozona, el principal socio comercia de Reino Unido y el incremento de los precios energéticos, se suman las grandes subidas de impuestos, gastos y préstamos en los que trabaja el Ejecutivo. “Sin un aumento de la productividad, el incremento de las cotizaciones patronales a la seguridad social conducirá a una reducción del empleo, una mayor inflación y el cierre de empresas”, destaca el experto. Aunque el nuevo primer ministro ha mantenido los incentivos a la inversión del Ejecutivo anterior, Bell cree que la economía británica registrará una mayor inflación y un menor crecimiento en 2025. “Esto planteará un dilema al Banco de Inglaterra: tendrá que mantener los tipos de interés altos para contener la inflación, pero se verá presionado a seguir recortándolos dada la debilidad de la economía”, destaca el gestor.
Los expertos de ING indican que “aunque no creemos que unos tipos tan elevados sean sostenibles a largo plazo, es difícil identificar los catalizadores de un cambio de dirección en el corto plazo. La inflación debería bajar, pero los mercados necesitarán una serie de lecturas mejores para convencerse. Además, las preocupaciones sobre las ambiciones de gasto del Partido Laborista seguirán persistiendo, mientras que el sentimiento bajista estadounidense tiene fuertes repercusiones en el mercado de bonos del Estado. Así que, a menos que alguno de estos ingredientes cambie, estos tipos más altos pueden durar un poco más”.
El impacto también se está notando en el mercado de divisas, donde la libra pierde un 0,88% frente al dólar y se sitúa en los 1,236 dólares, su nivel más bajo desde abril de 2024. Desde Ebury, Matthew Ryan, jefe de estrategia de mercado de la firma global de servicios financieros, comenta que la ansiedad por la economía del Reino Unido está causando “nerviosismo en las transacciones”. “La libra esterlina cayó por debajo del nivel de 1,25 frente al dólar ayer, un movimiento impulsado casi en su totalidad por la fortaleza del dólar tras las cifras del PMI estadounidense del martes. Sin embargo, las preocupaciones sobre las perspectivas para la economía del Reino Unido siguen presentes en segundo plano, y eso está en parte frenando el avance de la libra, que ha estado entre las de peor desempeño en el G10 durante la semana pasada.
El mercado aguarda con expectación las medidas de la nueva administración estadounidense. A dos semanas para que el republicano jure el cargo y efectúe su desembarco en la Casa Blanca en las últimas horas ha amenazado con más aranceles a Canadá, México y Panamá y no ha descartado declarar la emergencia nacional para ello. “Como ocurrió durante su primer mandato, debemos estar de nuevo preparados para comentarios a veces muy desestabilizadores. Los mercados no serán inmunes a estos comentarios, que generan volatilidad”, señala Sebastian Paris Horvitz, director de análisis de LBP AM, accionista mayoritario de LFDE. Las amenazas proteccionistas son vistas como el principal riego para la inflación. Esto unido a los desequilibrios de las grandes economías están incentivando el repunte de los rendimientos a largo plazo a ambos lados del Atlántico.
La debilidad del Viejo Continente contrasta con la fortaleza de la economía estadounidense. Las ofertas de empleo del mes de diciembre y el IMS servicios conocidos en las últimas jornadas han vuelto a superar las expectativas y como señala Juan José Fernández Figares, director de Link Gestión, confirma que la primera economía del mundo cerró en ejercicio con gran solidez. Como viene siendo una constante en los últimos meses las noticias positivas no agrandan a los inversores porque aleja las expectativas de rebaja de tipos. Con unos índices y muchas cotizadas mandando señales de sobrecompra, los inversores fiaban a la reducción del precio del dinero el rally de las Bolsas. La rebaja de tipos siempre ha favorecido a los activos de riesgo, pero ahora adquiere una mayor importancia. Después de que el Comité de Mercado Abierto de la Fed (FOMC) redujera de cuatro a dos los recortes de tipos para 2025 el mercado está llegando a cotizar una sola reducción a mitad de año. Con este idea sobrevolando la mente de los inversores, la rentabilidad del bono a EE UU sube con fuerza y desde comienzos de año avanza más de 20 puntos básicos hasta el 4,7%, por encima de los niveles registrados tras la victoria de Trump.