La inversión en 2025: el año del poder absoluto de Donald Trump
Las medidas arancelarias que aplique el nuevo presidente de EE UU, y su potencial efecto inflacionista, serán clave para confirmar, o rebajar, la apuesta mayoritaria de los analistas por Wall Street y por el crecimiento.
El año 2024 va a terminar en el mundo de la inversión con un estallido de fuegos artificiales, incluso a pesar de la corrección de los últimos días. El año va a dejar ganancias de más de dos dígitos en Wall Street, rendimientos que por fin superan a la inflación en la renta fija y grandes plusvalías en los activos considerados refugio, como el oro, en un mercado que sin duda ha premiado las posiciones de riesgo y que ha celebrado el rumbo a la baja de los tipos de interés en los grandes bancos centrales.
El listón está alto de cara a 2025 en términos de rentabilidad y, por sorprendente que parezca, lo que pase en el nuevo año va a depender en gran medida de una sola persona, Donald Trump. El magnate republicano va a ser el gran gurú, el oráculo financiero ante el que será mejor no ponerse en contra. Su victoria en las presidenciales de EE UU el pasado noviembre ha permitido un nuevo arreón alcista en la Bolsa estadounidense, complacida con sus anuncios de rebajas de impuestos y desregulación. Pero la continuidad y magnitud del rally en 2025 van a depender del ritmo y la fidelidad con que Trump aplique sus promesas electorales. Y la sola posibilidad de que cumpla con su amenaza planetaria de aranceles es motivo de inquietud por su derivada sobre la inflación y la senda de recortes de tipos de la Fed.
La llegada al poder de Trump, que tomará posesión como presidente de EE UU el 20 de enero, es uno de los motivos por los que analistas y gestores aguardan en principio un buen inicio de año bursátil en 2025. Tomará las riendas de una economía que ya está en posición de solidez y crecimiento con la intención de darle un impulso extra con una clara receta neoliberal: menos impuestos y menos regulación. Pero también con la promesa de muchos más aranceles a las importaciones en EE UU y de un férreo control a la inmigración. Las propuestas económicas de Trump, de llevarse al extremo anunciado en campaña, pueden traer también más inflación y menos crecimiento, un reverso que el mercado ahora no descuenta pero que gestores y analistas sí incluyen en la ecuación para 2025, un año que además se espera tremendamente volátil.
Las ganancias no van a ser tan deslumbrantes como en 2024 y se hace necesaria una mayor diversificación más allá de los siete magníficos
Nadie tiene ahora la solución a la incógnita Trump y las previsiones para el año próximo se han convertido en un despliegue de posibles escenarios sobre lo que pueda decidir el volcánico presidente de EE UU, sobre todo en materia de aranceles. La incertidumbre es máxima cuando existe nada menos que la posibilidad de una guerra comercial a escala global con efectos inflacionistas que pondría freno a las bajas de tipos de la Fed y agravaría la debilidad económica de la zona euro. Pero en la apuesta por un escenario de partida, los analistas sí coinciden en que la Bolsa estadounidense va a seguir siendo caballo ganador y en que seguirá adelante el entorno actual de aterrizaje suave, con crecimiento y menos inflación. Aun así, también advierten que las ganancias de 2025 no van a ser tan deslumbrantes como las de 2024 y que, ante los riesgos latentes, se hace necesaria una mayor diversificación más allá de los siete magníficos que han hecho de oro a tantos inversores en el año que termina.
Junto a los sobresaltos que puedan llegar con Trump, los inversores también van a afrontar el riesgo político en Francia y Alemania -países clave en la zona euro y ahora faltos de un liderazgo capaz de abordar los desafíos económicos-, las dudas permanentes sobre la capacidad de crecimiento de China, segunda economía mundial, o las sospechas de que el maná bursátil de los gigantes tecnológicos y la inteligencia artificial podría flaquear si no se empiezan a materializar los enormes beneficios que se esperan.
La Bolsa de EE UU, el activo predilecto
Trump promete ser el gran agitador de los indicadores financieros del planeta, con mayor intensidad incluso que durante su primer mandato. “El mayor riesgo es un arancel generalizado, que probablemente afectaría gravemente al crecimiento”, señalan desde Goldman Sachs. El gigante estadounidense de la inversión maneja un escenario base de crecimiento económico en EE UU en 2025, enfriamiento de la inflación y nuevos recortes de tipos de interés -no propiciados por amenaza alguna de recesión-, junto a “políticas que podrían ayudar a los beneficios empresariales, lo que representa un telón de fondo favorable para los activos de riesgo”. Ese análisis justifica su sobreponderación para la Bolsa estadounidense, una tesis unánime en la comunidad inversora para 2025, pero en la que también aparecen los matices. Así, Goldman Sachs prevé un año de rendimientos “moderados”, con una estimación de ganancias para el año del 9% en Bolsa global, del 10% en materias primas y del 5% en bonos soberanos de países desarrollados. Pero reconoce que el mercado ya ha descontado en buena medida un escenario de crecimiento, en el que los aranceles de Trump son bastante más suaves de lo anunciado. “Las valoraciones elevadas no son un obstáculo para que la renta variable siga subiendo si los vientos de cola cíclicos son potentes, como ya hemos visto en 2024. Pero si los riesgos de crecimiento aumentan más bruscamente de lo que prevemos, la caída de la renta variable podría ser más rápida y profunda de lo normal”, advierten desde Goldman Sachs.
Wall Street va a seguir siendo un imán para la inversión y sede de las tendencias de futuro como la IA o la biotecnología
Los analistas no tienen vértigo ante los máximos que ha alcanzado Wall Street. BlackRock, la mayor gestora del mundo, se muestra incluso a favor de tomar más riesgo en la Bolsa estadounidense. “Elevamos nuestra sobreponderación a renta variable estadounidense y vemos que el tema de la inteligencia artificial se amplía. No creemos que las altas valoraciones de las acciones estadounidenses por sí solas desencadenen una reevaluación a corto plazo”, asegura la gestora. Las compañías relacionadas con el desarrollo de la IA, abundantes en EE UU pero no así en Europa, van a seguir siendo imán para la inversión, en una megatendencia que va más allá del análisis tradicional de valores por criterios de valoración o flujos de caja, más esclarecedores en el pasado que el mundo actual. “Las economías se están transformando debido a las megafuerzas como el auge de la IA y la fragmentación geopolítica. Esto se traducirá probablemente en una mayor dispersión del comportamiento entre países, sectores y empresas. Europa parece no beneficiarse tanto de algunas de las tendencias a largo plazo”, aseguran en BlackRock.
Más allá de los siete magníficos
En Santander AM tienen a la Bolsa, en especial la estadounidense, como activo favorito para 2025. “Un entorno económico sólido, políticas monetarias más neutrales y beneficios empresariales en expansión respaldan esta visión”, defienden en la gestora, donde también ven oportunidades más allá de los gigantes tecnológicos de Wall Street. “Un factor diferencial en 2025 es que esperamos que en EE UU aumente significativamente el número de empresas que contribuyan a la generación positiva de beneficios. En 2024 el crecimiento de beneficios del S&P500 se concentró principalmente en las llamadas siete magníficas. El entorno actual es propicio para que los sectores y mercados más cíclicos, con mayor apalancamiento y con mayor sensibilidad a tipos de interés, aporten también a la generación de beneficios”, explican en Santander AM. Es decir, en el nuevo año habrá que abrir el foco más allá de la inteligencia artificial. Y también más allá de Wall Street, aunque las grandes temáticas de inversión del futuro tengan allí su epicentro.
En la gestora nórdica DNB Asset Management tienen claro que 2025 no dejará rentabilidades del 20% por tercer año consecutivo y prevén una ganancia más moderada para la renta variable mundial, de entre el 5% y el 10%, impulsada principalmente por el crecimiento de los beneficios. “La diversificación dará sus frutos, ya que vemos un panorama de rentabilidad más amplio: las empresas más pequeñas, las acciones de valor y los cíclicos deberían tener el potencial de obtener un buen rendimiento. Por último, esperamos un mercado volátil dado un contexto geopolítico muy incierto y una Casa Blanca impredecible”, explica Knut Hellandsvik, jefe de renta variable de la firma.
La amenaza de guerra comercial puede agrandar aún más la brecha que se ha abierto entre la Bolsa estadounidense y la europea. La zona euro tiene a sus dos grandes motores, Alemania y Francia, en horas bajas, faltos de la iniciativa política necesaria para reactivar sus economías y con ello, al conjunto del club europeo. Y esa debilidad se hace aún más patente ante el huracán Trump. Alemania celebrará elecciones en febrero, de las que se aguarda un nuevo gobierno que abra la mano del gasto y la inversión para reactivar la economía, y Francia atraviesa una crisis política que dificulta la aplicación de medidas con las que reducir su elevado déficit y que apunta a la celebración de nuevas elecciones legislativas en el verano. La agenda política europea será por tanto otro factor a tener en cuenta inevitablemente por parte de los inversores.
Europa acusa un débil crecimiento y riesgo político en Francia y Alemania, aunque hay gigantes de calidad a buen precio
El sentimiento inversor hacia Europa es pesimista, pero eso, tal y como apuntan desde la gestora francesa Carmignac, también supone que es posible comprar activos europeos de gran calidad con descuento en comparación con sus homólogos de EE UU, lo que supone una gran baza para diversificar. “No esperamos fuegos artificiales en el crecimiento dado lo que está ocurriendo -o más bien no está ocurriendo- en el viejo continente, pero varios factores podrían jugar a favor de la renta variable europea. Se pueden encontrar muchos líderes mundiales a un precio muy razonable. Es el caso, en particular, de sectores como el aeroespacial o la electrificación, que se benefician de vientos de cola estructurales a largo plazo y, por tanto, dependen menos del crecimiento económico”, insiste Kevin Thozet, miembro del Comité de Inversión de la firma francesa. En la gestora alemana DWS creen que la Bolsa europea podría beneficiarse de una recuperación de la economía, en especial las empresas de pequeña y mediana capitalización y partiendo una vez más de la hipótesis de que no estallará la guerra comercial. Sin embargo, también señalan con resignación que no se espera que la renta variable europea supere a la estadounidense en un futuro cercano, a pesar del descuento de valoración récord del 45%.
El año nuevo pinta bien también para la renta fija. Las remuneraciones seguirán siendo atractivas, herencia de las rotundas subidas de tipos iniciadas en 2022. Y las bajadas de tipos que se prevén por parte de la Fed, aunque sean menos intensas de lo esperado, y del BCE van a dejar ganancias por la apreciación de los bonos. Pero de nuevo el riesgo de Trump surge en el horizonte y augura dosis de volatilidad en la renta fija. “Quizás el riesgo para la renta fija, y posiblemente para los activos de riesgo, radique en la deriva fiscal de algunos países desarrollados, entre ellos EE UU, que mantienen déficits fiscales elevados con volúmenes de deuda pública altos. El mercado puede acabar exigiendo una prima de riesgo o de plazo adicional por este motivo, y los tramos largos de las curvas de tipos, como los bonos a 10 años, podrían experimentar episodios de volatilidad”, señalan desde BBVA AM.
El elevado déficit de EE UU puede llegar a ser un riesgo para la renta fija si Trump se desentiende de la disciplina fiscal
Las grandes economías occidentales soportan de hecho enormes niveles de deuda y sin disciplina fiscal, también pueden llegar las turbulencias y las pérdidas al mercado de bonos. Así, las promesas de Trump, que no habló de consolidación fiscal en campaña, prometen elevar aún más el déficit público de EE UU, ya por encima del 6%. En Pimco, la mayor gestora de renta fija del mundo, tienen claro que el endeudamiento excesivo será una variable clave que vigilar, un aviso del que no se libra la mayor economía del mundo. “Estados Unidos sigue estando en una posición única porque el dólar es la moneda de reserva mundial y los bonos del Tesoro son el activo de reserva mundial. Pero en algún momento, si se pide prestado demasiado, los prestamistas pueden cuestionar la capacidad de devolverlo todo”, advierten en la gestora. Pimco recuerda que lo que esta firma denomina el contrato social estadounidense –crecimiento impulsado por un déficit elevado– ha estimulado un auge de la productividad y la tecnología en beneficio de las empresas y los inversores bursátiles estadounidenses. Pero avisa de que la incertidumbre aumenta a medida que la deuda sigue creciendo, por lo que “tiene sentido exponerse a la renta variable en EE UU y preferir la deuda en Europa”. Desde DWS aseguran que en los bonos corporativos de alta calidad denominados en euros es posible obtener una rentabilidad total del 4,7%.
La influencia de las políticas económicas de Trump atañen por tanto directamente a la inversión en Bolsa y en deuda. En qué medida el presidente de EE UU está dispuesto a llevarlas a cabo aun a costa de una sacudida en unos mercados financieros que le son tan fieles será la gran incógnita por resolver para el nuevo año. Para despejarla, el Trea Asset Management dan una pista clave: “el bono americano es el verdadero termómetro que vigilar: mientras se mantenga en el rango del 4% al 4,5% los mercados valoran positivamente las políticas económicas de la nueva administración. Si sale de ese rango algo habrá fallado, o crecimiento o inflación”.