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La descarbonización, pendiente de la ampliación y modernizar de las redes eléctricas

La inversión mundial en infraestructuras eléctricas debe duplicarse hasta los 600.000 millones de dólares anuales, según la AIE. La de distribución es la que acusa un menor grado de digitalización y donde se han de centrar las actuaciones

Balance global redes eléctricas Gráfico
Belén Trincado Aznar
Denisse Cepeda Minaya

La ampliación, fortalecimiento y digitalización de las redes eléctricas es vital para alcanzar los objetivos climáticos a 2050. Sin embargo, se presta poca atención a este capítulo, hasta el punto de que hay una brecha de inversión respecto de las energías renovables, cuando debería ir acompasada, avisa un estudio reciente de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Así, el gasto global debe duplicarse en apenas seis años, hasta más de 600.000 millones de dólares anuales –555.344 millones de euros al cambio–, sobre todo para modernizar la de distribución, recoge. Es que alcanzar las metas nacionales implica, según el estudio, agregar y reformar un total de más de 80 millones de kilómetros en 2040, equivalente a toda la existente en el mundo.

“La transición hacia fuentes de energía renovable plantea desafíos para la infraestructura eléctrica. Por un lado, la solar y la eólica son intermitentes y pueden generar energía muy variable. Y por el otro, la electrificación de diversos sectores [el coche eléctrico en el transporte, las bombas de calor en los hogares, la producción de hidrógeno por electrólisis en la industria o el almacenamiento] hace prever un alza del uso de la electricidad en el consumo final”, explica Araceli Hernández Bayo, profesora titular de Ingeniería Eléctrica en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de la Universidad Politécnica de Madrid. Dos datos muestran la magnitud del desafío: 3.000 gigavatios renovables, de los que 1.500 se encuentran en fase avanzada, están a la espera de conectarse a la red en el mundo, lo que supone multiplicar por cinco la capacidad instalada en solar y eólica, apunta la AIE.

De ahí la relevancia para hacer frente a estos cambios. “Debe ampliarse y reforzarse en algunos casos; incrementar su nivel de monitorización y supervisión; implantar tecnologías de gestión inteligente para mantener la seguridad y fiabilidad del suministro”, detalla la experta. Desde la Asociación de Distribuidoras de Energía Eléctrica (CIDE) ponen un ejemplo: “Ahora se cuenta con sistemas de generación en las viviendas [autoconsumo], que inyecta energía en horas solares, justo cuando menos consumen los clientes domésticos y deja de producir cuando estos inician su consumo. Esto provoca variaciones bruscas en la tensión de la red que debe ser gestionada por el gestor. Para ello, es preciso contar con un mayor nivel de sensorización”.

Además de esa flexibilidad, que es la capacidad de adaptarse y recuperarse de forma eficiente frente a cambios de demanda e integración de nuevas fuentes, indica Hernández, tienen que ser resilientes, es decir, mantener el servicio con tormentas y huracanes, cada vez más frecuentes y de mayor gravedad, añade Tomás Gómez, profesor de ingeniería eléctrica en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Pontifica Comillas (Comillas ICAI). “Gracias al soterramiento de instalaciones y la digitalización, incluyendo la automatización de los equipos de maniobra, el despliegue de contadores inteligentes y sistemas automatizados de gestión y control es posible hacer frente a estos eventos”, apostilla.

Una torre eléctrica junto a una estación  de alta tensión en Benejama, Alicante, Comunidad Valenciana.
Una torre eléctrica junto a una estación de alta tensión en Benejama, Alicante, Comunidad Valenciana.Jose A. Bernat Bacete (Getty Images)

Gasto limitado

Desde Redeia, antigua Red Eléctrica (REE), comentan que “España cuenta con uno de los mejores sistemas eléctricos del mundo, con una red de transporte mallada y robusta que garantiza el suministro eléctrico seguro y de calidad, y una tasa de disponibilidad excepcional superior al 97%. Esto está permitiendo ser un referente mundial en la integración de las renovables y alcanzar en 2023 el hito histórico de que el 50% de la generación proceda de fuentes limpias”.

El operador del sistema, en su planificación vigente hasta 2026, contempla la mejora de 8.000 kilómetros “para reforzarla” y una inversión de casi 7.000 millones de euros para lograr los objetivos a 2030. Estos son superar los 62 GW de potencia eólica y 76 GW de solar, un 231% más y cerca del 700% más respecto a 2020, recuerda Gómez a partir de lo fijado en Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC).

El enlace Tenerife y La Gomera o el que une Ibiza y Formentera son algunos de los proyectos en avance y puesto en marcha, respectivamente, que mencionan. También, la conexión de Ceuta con la Península (en tramitación), la interconexión con Europa a través de Francia por el Golfo de Bizkaia (en avance en los primeros trabajos) y la construcción de la central hidroeléctrica de Salto de Chira, en Gran Canaria, para el almacenamiento en los sistemas aislados. En cuanto a la incorporación de nuevas tecnologías resaltan la inteligencia artificial y técnicas de aprendizaje automático, los dispositivos conectados (IoT) y la monitorización dinámica de líneas para incrementar la capacidad.

Pero el problema es que desde 2014 el gasto en esta materia, una actividad regulada y que se gestiona en régimen de monopolio, está limitado: en el 0,65% del PIB para las de transporte y en el 0,13% para las de distribución, excluido la inversión en digitalización, señala Hernández. “Ese mecanismo regulatorio, que se introdujo para el control del déficit de tarifa, hoy en día queda totalmente desfasado”, opinan desde CIDE. Lo que la asociación critica es que la inversión prevista en el PNIEC, 53.000 millones de euros a 2030, es superior a lo establecido en el límite actual y que este no se actualice.

El debate ahora, según Gómez, es si ese tope debe ser eliminado o relajado para aumentar el ritmo inversor que requiere la transición. “Las redes de distribución son las que presentan un menor nivel de digitalización y las que albergarán gran parte de estas tecnologías”, subraya. Pero Hernández advierte de que no puede perderse de vista que los costes en los que se incurra se trasladarán después a la factura, al menos, dice, que se busque otra vía para su financiación.

Desde la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (Aelec), con datos de Eurelectric, indican que el 70% de las nuevas instalaciones limpias se va a conectar a la de distribución. Incluso, desde la antigua Unesa creen que la cifra del PNIEC “subestima la inversión necesaria”, esto es, que está desacompasada, ya que la AIE sugiere que por cada euro invertido en generación renovable deberían destinarse 0,7 euros en redes, mientras que en el PNIEC solo se prevé 0,45. Y demandan una hoja de ruta, como se ha hecho en el caso del almacenamiento, el hidrógeno verde o el autoconsumo, así como seguridad jurídica y una regulación predecible. La patronal se queja también del “retraso en el reconocimiento de las inversiones ya realizadas por las empresas”.

En 2022, el sector de distribución invirtió cerca de 2.000 millones, indica Gómez con datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). No obstante, el informe Connecting the dots, elaborado por Monitor Deloitte para Eurelectric, cifra en 22.000 millones la inversión requerida en seis años.

La actualización de la retribución, que debe entrar en vigor en 2026 por un periodo de seis años, la implementación de los mercados locales de flexibilidad (al convertirse el consumidor en generador) y agilizar los permisos de acceso y conexión son los otros retos pendientes que enumeran los expertos.

En agenda

Europa. En noviembre pasado, la Comisión Europea fijó una serie de medidas para el rápido despliegue y renovación de las redes eléctricas. El Ejecutivo comunitario calcula una inversión de 584.000 millones, ya que el 40% de la red de distribución es de hace más de 40 años, se espera que la demanda de electricidad suba un 60% y que la capacidad de transporte transfronteriza se duplique. Acelerar la ejecución de los proyectos de interés común y la concesión de permisos, mejorar la planificación a largo plazo, más inventivos, mayor transparencia y mejores tarifas de acceso y financiación son algunas de las disposiciones. Un informe reciente del think tank I4CE-Institute for Climate Economics estima que hay que destinar 89.000 millones a este capítulo entre 2024 y 2030, el 63% de estos recursos en distribución. En 2022, el gasto fue de 47.000 millones tanto en la de transporte como la de distribución,  recoge el estudio a partir de datos del Banco Europeo de Inversiones y la AIE. De ahí que el déficit ascienda a 42.000 millones, indican.

Retribución. Tomás Gómez, de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Pontificia Comillas, explica que desde la Comisión, tanto la directiva del mercado eléctrico 944/2019 como el plan de acción mecionado, reconocen la necesidad de evolucionar en los esquemas retributivos en la mayoría de los países de la UE, promoviendo la eficiencia en la gestión flexible y reconociendo nuevas categorías de costes operativos. Para Aelec, la tasa del periodo regulatorio 2026-2031, debe asegurar la recuperación de la inversión y reflejar el alza de los tipos de interés y la inflación. Además de avanzar en un modelo exante, en el que se reconozca el gasto anticipado ante la electrificación de la demanda. Una visión que comparten en la Asociación de Distribuidoras de Energía Eléctrica. “El gestor debe contar con una regulación clara que le permita anticiparse si un porcentaje elevado de vecinos de una localidad solicita elevar su potencia contratada, para que esté disponible cuando el cliente haga la solicitud y no tenga que esperar”, ilustran.

Planificación. En diciembre pasado y hasta enero de este año, el Ministerio para la Transición Ecológica sometió a audiencia pública la modificación de aspectos puntales del Plan de Desarrollo de la Red de Transporte de Energía Eléctrica 2026 ante las nuevas demandas energéticas. Incluye 64 actuaciones y una inversión de 321 millones. En Aelec lamentan la exclusión de casi la totalidad de las medidas planteadas por las empresas.

Efectos. El freno de las renovables, cortes en el suministro, alza de las importaciones de gas (80 bcm/año a partir de 2030) y carbón (50 millones de toneladas) o de las emisiones de CO2 (58 Mt) son algunas de las consecuencias que prevé la AIE si la inversión y la regulación en redes no suben al ritmo requerido.

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Sobre la firma

Denisse Cepeda Minaya
Periodista especializada en energía, medio ambiente, cambio climático y salud. Máster en Economía verde y circular por el Inesem y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Con más de 20 años de experiencia en periodismo económico. Anteriormente trabajó en República Dominicana como reportera de economía en los periódicos El Caribe y Listín Diario.
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