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España está menos expuesta a los aranceles de Trump, pero no sería inmune a una guerra comercial

Un informe de Goldman Sachs cifra en seis décimas el impacto sobre el PIB si el republicano impone recargos del 10% a los productos españoles

Planta de Volkswagen en Navarra, en una fotografía de archivo.
Planta de Volkswagen en Navarra, en una fotografía de archivo.
Álvaro Sánchez

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca obliga a Europa a desenterrar un manual en desuso. ¿Cómo lidiar con la posible vuelta de aranceles más agresivos y la guerra comercial? Para España, uno de los caballos de batalla del anterior mandato del republicano fue el recargo, primero del 35%, y luego del 31%, a la exportación de la aceituna negra de mesa española, a la que el Departamento de Comercio estadounidense acusó de causar “un daño material” a sus productores locales en California. Y que Joe Biden no derogó. “Hemos perdido entre el 72% y el 75% del mercado respecto a 2017, porque nos hemos encarecido un 31% respecto a las aceitunas de Turquía, Marruecos, Egipto y las californianas”, dice al teléfono Antonio de Mora, secretario general de Asemesa, la Asociación de Exportadores de Aceitunas de Mesa. “No sabemos qué puede pasar, pero los anuncios que ha hecho Trump de que se va a imponer un arancel general no es un buen augurio para resolver el problema”, añade.

El precedente sirve para mostrar la dificultad de derogar medidas una vez entran en vigor, incluso cuando hay Ejecutivos demócratas de por medio, teóricamente más favorables al multilateralismo, y delimita el nuevo terreno de juego, tan imprevisible como resbaladizo, en que entran las relaciones comerciales con Washington de España y sus socios europeos. La intención del político neoyorquino de aplicar un arancel de entre el 10% y el 20% a todas las importaciones (del 60% a las de China), podría costar unos 180.000 millones de euros al bloque comunitario, según la estimación del Instituto de Economía Alemana, pero está por ver hasta qué punto se cumplen esas predicciones.

El ICEX calcula que 28.000 empresas españolas exportaron a EE UU en 2023, por debajo de las 33.000 que lo hicieron en 2022. Como resultado, EE UU fue el sexto cliente para las exportaciones españolas, tras Francia, Alemania, Italia, Portugal y el Reino Unido, con un 4,93% de cuota. Aun así, España está algo menos expuesta que otros países de la UE: en 2023 fue el séptimo mayor exportador a EE UU, con 18.904 millones de euros —la principal partida fue la de máquinas y aparatos mecánicos, y los vehículos fueron la cuarta—, lo que representó un 13,1% de las exportaciones extracomunitarias españolas.

Hay, sin embargo, variables menos visibles pero igualmente dañinas. Cualquier intensificación de la guerra comercial con el Viejo Continente o con China afectaría indirectamente a la economía nacional, ya que reduciría sus exportaciones de bienes intermedios, esenciales en su rol dentro de la cadena de producción de automóviles y otras mercancías. Además, implicaría desafíos adicionales para Alemania, cuya economía, afectada por el auge chino en el sector del coche eléctrico, ya enfrenta dificultades, y que según Eurostat es el país que más envíos realizó a Washington en 2023, con 157.732 millones de euros, y un enorme superávit comercial de 85.800 millones.

El economista jefe internacional de ING, James Knightley, considera que una guerra comercial “podría empujar a la economía de la eurozona de un crecimiento lento a una recesión total”. Y que la “ya debilitada economía alemana, que depende en gran medida del comercio con Estados Unidos, se vería especialmente afectada”. España no sería inmune a una crisis más potente en la otrora locomotora de Europa. Es el tercer emisor de turistas que viajaron a España, tras el Reino Unido y Francia, con casi 11 millones, buena parte de ellos a Baleares, que congregó al 42% del total, como destino predilecto. Y compañías como Volkswagen, que tras la noticia de la victoria de Trump cayó con fuerza en Bolsa, están presentes en España.

Hay otros muchos efectos indirectos. La revalorización del dólar frente al euro que ha seguido al triunfo de Trump implica pagar más por la energía que importa España, dado que su precio en los mercados internacionales se mueve en dólares y, por tanto, es inflacionista para Europa. Y la caída que ha provocado en divisas emergentes como el peso mexicano o la lira turca afectan a entidades financieras españolas como el BBVA y el Banco Santander, muy penalizados en Bolsa este miércoles.

Dudas sobre la política monetaria

En política monetaria, con la crisis de precios aparentemente bajo control —la inflación cerró octubre en el 2% en la zona euro, justo en el objetivo del BCE, y en España es del 1,8%—, una potencial guerra comercial sería, sobre el papel, inflacionista, al encarecer los intercambios. Dependiendo de su intensidad, eso podría trasladarse a los movimientos de Christine Lagarde y su equipo del BCE, con una suavización de los tipos de interés más gradual si hay repuntes de precios asociados al auge proteccionista. Y, por tanto, con una bajada del euríbor menos vertical que mantendría más altas las cuotas de los hipotecados.

Sin embargo, hay otra fuerza que podría contrarrestar esa posibilidad: si los aranceles dañan el crecimiento económico, Fráncfort podría optar por recortar tipos más agresivamente. Ese es el escenario que manejan tanto los mercados de deuda a corto plazo como el banco de inversión Goldman Sachs. En un informe publicado este miércoles, cifra en un 1% el impacto para el PIB de la zona euro de que Trump implantara unos aranceles del 10% sobre sus productos y los países de la UE respondieran con represalias, con Alemania (1,1%) como gran perjudicada, y España (0,6%) algo más resguardada.

Ese sería el peor escenario, pero Goldman Sachs confía en que Trump, una vez sentado en el Despacho Oval, será algo menos fiero de lo que prometió. “Nuestra expectativa base es que Trump imponga un conjunto más limitado de aranceles a las economías europeas, dirigido principalmente a las exportaciones de automóviles”, sostienen. En cualquier caso, eso tendría repercusiones sobre el crecimiento más significativas que sobre la inflación, por lo que rebajan su previsión de tipos de interés del BCE del 2% al 1,75%, añadiendo un recorte adicional en julio de 2025.

Por su parte, los analistas de Citi ven esos aranceles generalizados del 10% (frente a la media del 1,5% en 2021), como “un shock de oferta que impulsaría el nivel de precios en Estados Unidos, pero un shock de demanda que reduciría el crecimiento en Europa y el resto del mundo”. Y emite su diagnóstico sobre los mayores perjudicados: “Alemania e Italia están más expuestas que la media europea; Francia y España menos”. También advierte de una posible deslocalización: “En el corto plazo, los márgenes de las empresas de la UE podrían verse afectados; a más largo plazo, podrían trasladar la producción a Estados Unidos para eludir los aranceles”.

Que España no esté en el grupo de los más afectados directamente por los aranceles no significa, como señalan fuentes de la CEOE, que los intereses españoles en EE UU no sean relevantes. “Es un mercado muy interesante para las empresas concesionarias, de infraestructuras y energía españolas. De hecho, los últimos programas de inversión pública no han hecho más que incrementar el interés en el mercado estadounidense. EE UU también resulta un mercado prioritario para las empresas españolas orientadas al consumidor final, por ejemplo, moda”.

¿Menos renovables?

Compañías como la española Iberdrola han recibido parte de ese pastel, en su caso a través de su filial estadounidense Avangrid, que recientemente ha sido seleccionada por el Departamento de Energía de Estados Unidos para un contrato de 425 millones de dólares (unos 385 millones de euros) para su proyecto renovable Aroostook. Por eso, el escepticismo de Trump hacia el cambio climático y las energías renovables puede ser un obstáculo para seguir aumentando el volumen de negocio: compañías de renovables como el fabricante de turbinas danés Vestas, o la energética alemana RWE, con proyectos renovables en EE UU, sufrieron este miércoles un importante desplome en los parqués, y la propia Iberdrola también cotizó a la baja.

“La política proteccionista de Trump busca fomentar la fabricación local en Estados Unidos, lo que reduciría la demanda de productos europeos y generaría un entorno más competitivo para las empresas de la UE. Las empresas españolas deberán adaptarse a un entorno más proteccionista y competitivo, diversificando sus mercados y optimizando sus cadenas de suministro para mitigar los posibles efectos negativos de estas políticas”, afirma Miquel Serracanta, profesor de EAE Business School.

Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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