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Larry Fink (BlackRock): “El proteccionismo ha regresado con fuerza ante la presunción de que el capitalismo no ha funcionado”

El consejero delegado de la mayor gestora del mundo evita hablar de sostenibilidad y urge democratizar la inversión

Larry Fink, fundador, presidente y consejero delegado de BlackRock, en el hotel Ritz de Madrid.
Juan Pablo Quintero

Larry Fink, consejero delegado de BlackRock, la gestora más grande del mundo con 11 billones de dólares bajo gestión, ha alertado poco antes de que se conozca la batería de aranceles que quiere aplicar EE UU a todos los productos que importe que el proteccionismo ha regresado con fuerza. “El supuesto tácito es que el capitalismo no funcionó y es hora de probar algo nuevo”, dice en su tradicional carta anual a los inversores. En esta, Fink ha reconocido que el capitalismo ha funcionado, “pero para muy poca gente”; de ahí que se centre en instar a democratizar la inversión y expandir los beneficios de los mercados de capitales. “La solución no es abandonar los mercados, sino ampliarlos, terminar la democratización del mercado que comenzó hace 400 años y permitir que más personas tengan una participación significativa en el crecimiento que se produce a su alrededor”, afirma.

Para ello, Fink propone dos enfoques: facilitar el acceso a partes del mercado restringidas (como al capital riesgo) y permitir que sea más fácil acceder al mercado para los ahorradores. Su apuesta de futuro es clara: invertir en infraestructuras, sector que “ha sido históricamente un motor de crecimiento económico”. Así, explica que la demanda global de nuevas inversiones en infraestructura se valora en 68 billones de dólares para 2040 (62,5 billones de euros), de los cuales el 37% se prevé que se destine en carreteras y el 31% en infraestructura energética.

Añade, además, que el sector es un buen escudo contra la inflación, dado que “los ingresos generados por la infraestructura, como los peajes y los pagos de servicios públicos, suelen aumentar junto con la inflación, proporcionando así protección contra el encarecimiento”. Pero la barrera está en la forma de acceso a este tipo de inversión, ya que la los proyectos de infraestructuras suelen ser invertibles solamente a través del capital riesgo.

“Durante décadas, el capital riesgo ha sido uno de los rincones más opacos de las finanzas, donde determinar el valor exacto de los activos no siempre ha sido fácil”, destaca Fink. En sintonía con ello han ido algunas de las inversiones de BlackRock en los últimos años, como la compra de Preqin, una de las principales firmas de datos de capital riesgo, y HPS Investment Partners, un gestor de crédito privado. “Con datos más claros y oportunos, será posible indexar los mercados privados como se hace con el S&P 500, haciendo que los mercados privados sean accesibles y fáciles de seguir”, concluye el directivo. Fink, en consonancia con la decisión de BlackRock de huir de las inversiones con criterios de sostenibilidad y buena gobernanza (ESG), ha evitado hablar de ello a lo largo de todo el escrito.

Con la mirada puesta en el autoproclamado por Trump como Día de la Liberación en EE UU, y en el impacto que tengan los aranceles en la desaceleración económica y un mayor endeudamiento del país, Fink advierte de los riesgos de una continua escalada de la deuda pública en EE UU. De hecho, destaca que los pagos de intereses superarán los 952.000 millones de dólares este año, excediendo el gasto en defensa. “Para 2030, el gasto obligatorio del gobierno y el servicio de la deuda consumirán todos los ingresos federales, creando un déficit permanente” augura. Y destaca que “si Estados Unidos no controla su deuda y los déficits siguen aumentando, corre el riesgo de perder su posición frente a activos digitales como bitcoin”. Aunque Fink no está en contra de los activos digitales, reconoce que la innovación en las finanzas descentralizadas podría socavar la ventaja económica de Estados Unidos si los inversores comienzan a ver a bitcoin como una apuesta más segura que el dólar.

Papel del capital riesgo en las carteras

Según Fink, el modelo tradicional de una cartera de inversión 60/40, que consiste en asignar el 60% a acciones y el 40% a bonos, “ya no ofrece la diversificación y protección necesarias” en el contexto económico actual. De ahí que proponga que la cartera del futuro se parezca más a un modelo 50/30/20, que incluye un 50% en renta variable, un 30% en deuda y un 20% en capital riesgo, como inmobiliario, infraestructura o crédito privado.

El desafío está, sin embargo, “en que la industria no está estructurada para un mundo 50/30/20, ya que está mayormente dividida entre gestores de activos tradicionales enfocados en el 50/30 (acciones y bonos) y firmas especializadas en capital riesgo dominando el 20 (activos privados)”, destaca el empresario.

Sobre la importancia de facilitar el acceso a la inversión a todos los ahorradores, Fink comenta que la planificación del ahorro a largo plazo debe proporcionar no solo una red de seguridad, sino también una escalera que permita a las personas aumentar sus ahorros y generar riqueza a lo largo del tiempo. Para ello, sugiere fomentar la inversión a largo plazo y crear cuentas de inversión para niños, que se activen con su nacimiento, idea que, apunta, está respaldada por los senadores Cory Booker y Todd Young.

Sobre la firma

Juan Pablo Quintero
Colombiano (1997). De Bogotá, con raíces caleñas. Psicólogo de la Pontificia Universidad Javeriana con experiencia en el sector de la pequeña y mediana empresa. Redactor en la sección de Economía de EL PAÍS-Cinco Días, donde cubre noticias de Mercados Financieros. Lector asiduo de Platón y Bécquer en los tiempos libres. Cursa el Máster UAM-EL PAÍS.
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