Electricidad, la nueva cesta de la compra y el efecto en la inflación
El INE ha realizado una revisión de las ponderaciones que se aplican a los diferentes bienes y servicios para el cálculo mensual del IPC
Como ocurre cada año, y como anticipé en un artículo hace dos semanas, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha realizado una revisión de las ponderaciones que se aplican a los diferentes bienes y servicios en la cesta de la compra para el cálculo mensual del Índice de Precios al Consumo (IPC). Este cambio es una obligación reglamentaria y se basa en las recomendaciones de organismos internacionales, con el fin de lograr una medición precisa de la evolución de los precios.
Además, como mencioné en ese artículo anterior, este año se han implementado una serie de cambios metodológicos, también requeridos por instancias internacionales como Eurostat. En esta ocasión, los cambios están relacionados con la entrada y salida de bienes (algo natural debido a que no consumimos lo mismo hoy que hace unos años) y la forma en que se miden los precios de la electricidad. Como sabemos, hasta el año 2022 se utilizaba únicamente el precio del mercado regulado. Sin embargo, Eurostat solicitó a los organismos estadísticos nacionales de los diferentes países que también incluyeran otros precios de mercado, como en el caso de España, que implica los precios derivados del mercado libre.
Este cambio metodológico debía haberse implementado en enero de 2022, algo que algunos países lograron hacer, aunque España no pudo en ese momento debido a la falta de datos, por lo que pospuso su implementación hasta enero de 2023. Algunos otros países aún no lo han implementado, a pesar de que están obligados a hacerlo.
En primer lugar, es importante aclarar una vez más que estos cambios responden a ajustes normales en la evolución histórica de este indicador. Además, estos ajustes son necesarios para cumplir con las normativas y recomendaciones internacionales que garantizan una comparación precisa de la inflación a nivel internacional.
Dicho esto, resulta igualmente interesante evaluar el impacto que los principales cambios metodológicos implementados en enero han tenido en la medición de la inflación. Algunos han realizado estimaciones al respecto, pero sin proporcionar una explicación detallada de sus cálculos. En este artículo quiero presentar dos ejercicios simples que nos permitirían aproximarnos al efecto de ambos cambios y, al hacerlo, despejar cualquier duda sobre la magnitud afectada por ambos cambios.
En primer lugar, el cambio en las ponderaciones del IPC se puede evaluar de forma relativamente sencilla. Con el uso de una hoja de cálculo y unas cuantas operaciones, es posible calcular de manera aproximada cuál ha sido el impacto del cambio en las ponderaciones en el cálculo del IPC. Imaginemos, por un momento, que en 2023 hubiéramos mantenido los mismos pesos que en 2022. En ese escenario hipotético, se puede observar que el dato de inflación publicado por el INE habría sido, en promedio, entre cinco y seis décimas menor que la inflación publicada. En otras palabras, la inflación habría sido cinco o seis décimas más baja si no se hubiera realizado el cambio. Este cálculo, sin embargo, no es exacto pues quien les escribe no dispone de series de enlace y el redondeo permite llegar a donde permite, siendo necesario un ajuste a estas cifras. Sin embargo, en este caso hablamos de una décima, dos a lo sumo, de desajuste con lo aquí presentado.
El segundo de los cambios es algo complejo de evaluar. Determinar cuál habría sido la inflación si no se hubieran incluido los precios del mercado libre a partir de enero no es inmediato. Sin embargo, tampoco es imposible realizar una estimación que proporcione, al menos, una aproximación y una magnitud que permita centrar la magnitud del cambio.
Para abordar esta cuestión, he realizado dos ejercicios cuyos resultados son muy similares. En el primero, se establece una relación entre precios PVPC y serie de precios eléctricos en el IPC hasta 2022 (en logaritmos). Luego se extrapola para los meses de 2023 y se observa la diferencia con lo publicado.
En uno segundo, y cuyos resultados se incluyen en la figura adjunta, he utilizado métodos de estimación de impactos causales para hacer similar comparación.
El resultado es que la serie de IPC de electricidad en 2023 fue entre un 12 % y un 19 % inferior a partir de enero sin que haya otra posible explicación que el cambio metodológico. Dado el peso de la electricidad en la cesta de bienes, esto se traduce en que la inflación estimada habría sido aproximadamente cinco décimas de media mayor de lo que hemos observado a partir de lo publicado. En otras palabras, si no se hubieran incluido los precios del mercado libre, la inflación habría sido, en promedio, cinco décimas mayor desde el mes de enero.
En resumen, como pueden comprobar, los cambios tienen efectos en el cálculo, pero están lejos de ser muy significativos. Además, los efectos de los dos cambios más relevantes en el cálculo del IPC desde enero se compensan en gran medida, lo que permitía afirmar que su impacto en el dato de inflación ha sido de muy pocas décimas. Sin los cambios metodológicos de enero, la inflación en lo que va de año habría sido prácticamente la misma (tan solo unas dos décimas menor).
Por tanto, es esencial ser cautelosos con afirmaciones y proposiciones relacionadas con los ajustes estadísticos en series publicadas por organismos oficiales. En primer lugar, estos ajustes están en línea con normativas y, en muchos casos, son requisitos de organismos supervisores internacionales. En segundo lugar, es preferible evaluar el impacto de estos cambios antes de lanzar titulares al respecto.
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días