¿Están los inversores preparados para la deseada caída de la inflación?
Los indicadores adelantados apuntan a que podría haber una moderación en los precios superior a la que espera al mercado
En el complejo panorama económico global, a veces se da una paradoja. ¿Qué sucede cuando la sociedad aspira a una inflación más baja y a la estabilidad de precios, y se encuentra con las realidades cambiantes de los mercados financieros y las tendencias económicas? En efecto, el mundo se halla en un punto en el cual todos los actores económicos desean una inflación controlada, pero las señales indican que lo más probable es la transición hacia una fase de deflación, generando interrogantes sobre si los inversores están realmente preparados para afrontar las implicaciones de este cambio.
Los indicadores económicos no dejan lugar a dudas: la posibilidad de que la inflación evolucione a deflación se abre paso cada vez con más fuerza. Los gerentes de compras están registrando índices de entrega de proveedores y precios pagados que están significativamente por debajo de niveles neutrales, una señal de que los precios podrían estar en un camino de bajada.
China, por su parte, está viviendo una fase de deflación en su índice de Precios al Productor y al Consumidor. Una situación que, sumada a la debilidad del yuan, tiene el potencial de exportar la deflación a nivel global, iniciando una cadena de eventos que afectaría a múltiples economías.
Si observamos con atención el mercado de materias primas, uno de los cimientos de la actividad económica, también arroja síntomas de este cambio. Los precios de las materias primas industriales, metales y energía, han experimentado un marcado declive en comparación con sus niveles previos, mientras que la inflación de las materias primas alimentarias no ha caído con la misma intensidad.
En el caso de Estados Unidos, el Indice de Precios al Productor revela algo inquietante: la comparación interanual muestra reversión hacia números negativos, una clara señal de que la dinámica inflacionaria está cambiando. Adicionalmente, los precios de las propiedades inmobiliarias están descendiendo en múltiples mercados, debido al aumento de las tasas de interés.
Un elemento clave para entender esta posible transición a la deflación, es el índice FIBER de inflación adelantada, que refleja una caída considerable en relación con el nivel máximo anterior alcanzado. Este índice actúa como un indicador adelantado de la inflación futura y, cuando cae, sugiere que la economía podría estar tomando un rumbo diferente al esperado, inclinándose hacia un entorno de inflación más baja o incluso deflación.
No debemos olvidar que en el epicentro de esta paradoja se encuentra la política monetaria. Tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea, las políticas monetarias continúan siendo restrictivas, lo que implica que podrían transcurrir todavía alrededor de 18 meses más de debilidad económica, ralentización y, por tanto, bajada de precios.
Implicaciones de este escenario
Comprender qué significan los “precios más bajos” en la posible transición a una fase deflacionistas es clave. La inflación más baja se correlaciona directamente con los márgenes operativos en las empresas que conforman el índice S&P 500. La reciente caída en la inflación ha contribuido a la bajada de márgenes operativos y de ganancias para estas compañías, lo que consolida una continua presión a la baja en dichos márgenes.
Para ilustrar esta relación directa entre inflación decreciente y márgenes operativos, basta con una cifra: la caída del 1% en los precios al consumidor se traduciría en una bajada aproximada del 0,5% en el margen operativo del S&P 500. Es decir, si el IPC se reduce del 5% al 2%, los márgenes podrían contraerse del 13,5% al 12%.
La inflación más baja y la debilidad económica, podrían desembocar en un cambio en la política monetaria, provocando tasas de interés más bajas. Ello a su vez podría generar una reactivación económica. No obstante, en fases de tipos de interés a la baja durante una recesión económica, el trabajo de los inversores no es fácil, ya que los mercados están dominados por una alta volatilidad.
Existe la posibilidad de que los bancos centrales, tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos, apoyen sus decisiones monetarias en datos de inflación recientes e indicadores atrasados, en lugar de mirar hacia el futuro. Ello podría añadir complejidad al ciclo económico actual. Así, las decisiones tomadas tras la relajación de las políticas monetarias en la pandemia, podrían haber sido excesivas, generando incertidumbre adicional para los inversores.
En conclusión, mientras la mayoría celebra la disminución de la inflación de precios al consumidor como un logro, los inversores deben permanecer atentos y preparados para las implicaciones que podría conllevar este cambio. Navegar por este entorno requerirá a los inversores una comprensión profunda de las dinámicas cambiantes en la economía mundial, y reflexionar si el posicionamiento de sus carteras es el adecuado para este escenario.
John Tidd es director de Hamco Financial
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días