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Fallece a los 78 años César Alierta, ex presidente de Telefónica

El directivo estuvo al mando de la operadora durante 16 años e impulsó la privatización de Tabacalera

Santiago Millán Alonso
CD-214  21/06/2006   Junta General ordinaria de accionistas de Telefónica. Intervención del presidente, César Alierta.
CD-214 21/06/2006 Junta General ordinaria de accionistas de Telefónica. Intervención del presidente, César Alierta.Eulogio Martín Castellanos

César Alierta ha fallecido este miércoles en Zaragoza, donde estaba hospitalizado desde hace días. El directivo, de 78 años de edad, ha sido una de las principales figuras empresariales en España del último cuarto de siglo, pero su relevancia ha venido motivada, especialmente, por su larga etapa de presidente de Telefónica, casi 16 años, solo superada por Estanislao de Urquijo y José Navarro Reverter.

El directivo aragonés llegó a la presidencia de Telefónica en el verano de 2000, cuando explotaba la burbuja del puntocom, y en ella estuvo hasta la primavera de 2016, aunque estuvo en el consejo un año más, siendo su sucesor José María Álvarez-Pallete. Alierta sustituyó a Juan Villalonga, que en su última y tumultuosa etapa estuvo inmerso en distintas operaciones como la multimillonaria adquisición de Endemol o la posible fusión con KPN, que provocó el rechazo del Gobierno español y de los grandes accionistas. En este periodo, Alierta convivió con tres presidentes del Gobierno, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.

Bajo su mandato, la operadora experimentó un fuerte crecimiento con grandes adquisiciones, entre las que destacaron las filiales de BellSouth en Latinoamérica, Cesky Telecom, que abrió al grupo el centro de Europa, y O2, por más de 26.000 millones de euros, que dio presencia a la empresa en Reino Unido, Alemania e Irlanda. En 2010, Telefónica compró el 50% que tenía Portugal Telecom en la brasileña Vivo. Alierta siempre defendió las inversiones en Latinoamérica, una zona considerada estratégica. “Invertíamos en Latinoamérica cuando nadie lo hacía y nos quedamos cuando todos se fueron”, llegó a decir. Entre 2000 y 2015, Telefónica invirtió 100.000 millones.

Quizá el talón de Aquiles fue la deuda alcanzada por la compañía, que en el verano de 2012 llegó a superar los 58.000 millones de euros. En el verano de ese año, Telefónica puso en marcha un agresivo plan de venta de activos para reducir deuda. Entre otros, vendió un 7,5% de China Unicom y su participación en Telecom Italia, dos empresas con las que estableció fuertes lazos. También vendió Atento, un 23% de Telefónica Deutschland a través de una OPV, históricas participaciones en empresas como Hispasat y Amper, y las filiales de Irlanda, Chequia y Eslovaquia.

En sus últimos años como presidente, y tras las desinversiones, Alierta impulsó adquisiciones de gran magnitud como la brasileña GVT y la alemana E-Plus para consolidar su posición en estos países estratégicos. Así, tras su salida de la presidencia, dejó a Telefónica como la sexta teleco del mundo con 341 millones de accesos.

También acordó, en 2015, la venta de la filial británica a Hutchison, pero la Comisión Europea paralizó la operación, apenas unas semanas después de su salida de la presidencia.

Con respecto a la remuneración al accionista, Alierta tomó la decisión de volver a pagar dividendos. Quizá uno de sus fallos, tal y como creen algunos colaboradores, es no haber adelantado la reducción del dividendo, decisión que tuvo que tomar su sucesor, José María Álvarez-Pallete, para haber acelerado la reducción de deuda, antes del agravamiento de la crisis financiera. Eso sí, Alierta siempre apostó por la compañía con parte de su patrimonio personal, llegando a ser el primer accionista individual de la teleco con más de cinco millones de acciones.

Además, Alierta afrontó decisiones estratégicas que convirtió en tendencia en el sector, como la amortización de las licencias UMTS en Alemania o la creación de Telefónica Digital, con la consiguiente expansión en negocios como la ciberseguridad, el internet de las cosas y el big data. Una vía que la compañía siguió impulsando bajo el paraguas de Tech.

De igual forma, Alierta reforzó la presencia de Telefónica en la televisión de pago en España y Latinoamérica, con operaciones como la compra de DTS (matriz de Canal+), y lanzó la apuesta de la compañía por el despliegue de fibra en el mercado español, que ha marcado el camino en el resto de los países europeos. El directivo aragonés también impulsó la alianza de la operadora con China Unicom, aliado estratégico del grupo español durante más de una década, y la entrada en el capital de Telecom Italia, en la que se encontró con fuertes resistencias locales para profundizar en los acuerdos

Desde la presidencia de Telefónica, Alierta fue uno de los primeros ejecutivos en criticar abiertamente el dominio de gigantes de internet como Google, Facebook o Apple, y sus ventajas tecnológicas para atacar el sector de las telecos, fuertemente regulado. En numerosas ocasiones, desde discursos en las juntas de accionistas a comparecencias en el Mobile World Congress de Barcelona, el directivo advirtió de los monopolios de estas compañías estadounidenses, reclamando que tuvieran las mismas obligaciones regulatorias que las empresas de telecomunicaciones, y criticando su intromisión en la vida privada de las personas. Uno de sus comentarios más graciosos fue cuando, en una junta de accionistas, dijo que su teléfono era una carraca porque no tenía acceso a internet y le permitía mantener la privacidad frente a Google y Apple.

Durante la anterior crisis, Alierta impulsó la creación del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), una entidad constituida por 15 grandes compañías españolas, desde la que buscó la reactivación económica y la creación de empleo. Esta asociación participó en numerosas reuniones con el Gobierno, y por momentos llegó a ensombrecer, incluso a la CEOE. Entre sus líneas de trabajo, siempre estuvo la educación digital, aspecto que Alierta también alentó desde la presidencia ejecutiva de la Fundación Telefónica, a la que accedió tras dejar la presidencia de la operadora en la primavera de 2016.

Antes de su etapa en Telefónica, Alierta tuvo una larga trayectoria en el mundo financiero y bursátil. Entre otros puestos, fue responsable del área de Mercado de Capitales en Banco Urquijo y presidente-fundador de Beta Capital, sociedad que fue vendida a Mees Pierson a principios de los años noventa. Alierta, impulsor de Lierde, una de las principales sicavs españolas durante años, demostró su conocimiento en los mercados financieros, con operaciones ambiciosas en las empresas que dirigió, como la ampliación de capital de Telefónica realizada en 2015, antes de la compra de GVT; y en alguna ocasión criticó a los analistas por no saber valorar los movimientos estratégicos de la operadora.

En el ámbito personal, Alierta sufrió en 2015 el fallecimiento de su mujer, Ana Cristina Placer, tras una larga enfermedad. El directivo siempre acompañó a su esposa en todos sus ingresos hospitalarios. También fue un amigo del Papa Francisco, quien respaldó al directivo español en sus ambiciosos planes de educación a la infancia y la juventud desde la Fundación Telefónica y ProFuturo, y con el que colaboró para el lanzamiento del canal televisivo Orbe21 en la plataforma televisiva de la teleco.

En 1996, tras la victoria del Partido Popular en las elecciones generales con la llegada a la presidencia del Gobierno de José María Aznar, Alierta accedió a la presidencia de Tabacalera, desde donde impulsó la privatización y, posteriormente, la fusión con la francesa Seita, que dio lugar a Altadis. Uno de los puntos más controvertidos de su carrera fue el denominado caso Tabacalera, por el que fue procesado por el uso de información privilegiada en 1997 para la compra de acciones de la tabaquera, que entonces presidía. Finalmente, fue absuelto en 2010 por el Tribunal Supremo, si bien consideró prescrito el delito.

También fue consejero desde 2010 de IAG, tras la fusión entre Iberia y British Airways, siendo también su primer accionista individual.

Al margen del mundo empresarial y político, Alierta fue siempre un gran aficionado del Real Zaragoza, club de fútbol de su ciudad, que había sido presidido por su padre en los años 50. De hecho, siempre decía que estaba pendiente de los resultados del equipo, incluso cuando tenía reuniones con presidentes de otros países. Incluso en estos duros tiempos en los que el equipo ha estado en segunda división. Durante algunos años, Alierta llegó a convertirse en el primer accionista de un Real Zaragoza, que todavía mantiene la ilusión de volver a primera división.

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Santiago Millán Alonso
Es periodista de la sección de Empresas, especializado en Telecomunicaciones y Tecnología. Ha trabajado, a lo largo de su carrera, en medios de comunicación como El Economista, El Boletín y Cinco Días.
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