Telefónica entra en etapa de transición hacia la nueva era con el Estado
Pallete ha defendido su gestión, destacando el logro de la fuerte reducción de deuda. Una de las incógnitas se centra en saber cuánto poder le puede a quitar el Gobierno a la cúpula de la teleco
José María Álvarez-Pallete mandó esta semana su felicitación navideña a la plantilla de Telefónica. Además de recordar a la familia telefónica que en 2024 se vivirá un año muy especial por la celebración del centenario, el directivo señaló que “no puedo sentirme más orgulloso al echar la vista atrás y ver cómo han pasado los años y, aún más, al mirar hacia delante y prever lo que está por venir”. Sus palabras llegaban en una semana de profundo cambio para la compañía, tras la orden del Gobierno a la SEPI para la adquisición de hasta un 10% del capital de Telefónica, participación que convertirá al Estado en el primer accionista, por delante de BBVA, CaixaBank, BlackRock y Saudi Telecom Company (STC).
El retorno del Estado a Telefónica, tras su privatización en 1997, va a marcar el inicio de una nueva etapa en la compañía, que vivió la última injerencia política en el año 2000, cuando el Gobierno de José María Aznar, pese a que el Estado no tenía presencia directa en el capital, contribuyó a forzar la salida de Juan Villalonga, por las desavenencias en torno a operaciones corporativas. Desde entonces, primero César Alierta y después Pallete, han estado al mando del grupo, con el respaldo del núcleo duro formado por BBVA y CaixaBank.
Ahora, en el entorno de Telefónica se da por hecho que la compañía está ya embarcada en un periodo de transición, al menos hasta el mes de abril, cuando se celebre el centenario. Y una de las cuestiones se centra en saber cuánto poder le va a quitar el Estado a la actual cúpula de la compañía, cuando se formalice la entrada que, por otra parte, supondrá una inversión superior a 2.100 millones de euros, un desembolso histórico para la SEPI. En esta transición deberán ir desentrañándose cuestiones esenciales como es la posición definitiva de STC, controlada por el fondo soberano de Arabia Saudí, que todavía debe pedir autorización al Gobierno para pasar del 4,9% al 9,9%, así como los posibles cambios en el consejo de administración y en la dirección tras la irrupción de la SEPI. En el mercado se comenta la posible implantación de un modelo como el de Indra, tras la entrada de la SEPI, con un presidente y un consejero delegado.
En el Gobierno se empieza a actuar bajo el nuevo papel en Telefónica. Esta semana, el presidente, Pedro Sánchez, y las vicepresidentas, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, se han pronunciado públicamente en favor de la transacción, por su carácter estratégico. Sánchez habló sobre la relación de la operación con el desarrollo de la economía digital y la ciberseguridad, mientras Díaz afirmó que el Estado tiene que estar en el diseño de las acciones de esta compañía estratégica.
La cuestión de Telefónica ha entrado en el debate y las polémicas políticas, con críticas desde la oposición sobre el intervencionismo del Gobierno. La inversión de la SEPI formó parte de los temas tratados en el encuentro de este viernes entre Pedro Sánchez y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.
El líder popular declaró que Sánchez había rechazado su propuesta de rectificar la decisión de la entrada de la SEPI en Telefónica, si bien el presidente no descartó introducir cambios legislativos para poner a la compañía “en condiciones similares al resto de operadoras”. Según Feijóo, Sánchez dijo que la operación “no afecta al gobierno de Telefónica” ni a su independencia corporativa.
Ante el anuncio de la SEPI, la operadora afirmó que continúa “enfocada en la ejecución del Plan Estratégico 2023-2026, comunicado en el Capital Markets Day del 8 de noviembre, para seguir creando valor para sus accionistas y procurar el mejor servicio a sus clientes”.
En entornos cercanos a Pallete se comenta que el directivo está afirmando que Telefónica está mejor que cuando asumió la presidencia en abril de 2016, y considera que la reducción de deuda registrada por la operadora en los últimos ocho años es un logro de su gestión.
En la presentación del citado plan estratégico, Pallete mostró una dispositiva en la que destacaba que, desde 2016, Telefónica había reducido su deuda en 22.000 millones de euros, y había destinado otros 18.000 millones a la remuneración a los accionistas. En su contra está la fuerte caída de la acción, de más del 60%, en este periodo.
Convenio
El anuncio de la SEPI sí ha contribuido a acelerar el acuerdo entre empresa y sindicatos tanto en el ERE, que afectará finalmente a 3.421 personas, como en el convenio colectivo de Telefónica España, con mejoras en las condiciones en ambos procesos, hasta acercarse a las condiciones que reclamaban las centrales sindicales.
La dirección de la operadora, incluso, parece haber hecho un guiño al Gobierno con la aprobación de la jornada semanal de 36 horas, que se acerca a la iniciativa de parte del Gabinete, especialmente el vinculado a Sumar, de caminar hacia la jornada de 35 horas. Telefónica se ha convertido en la primera gran empresa en adoptar esta medida, decisión que puede presionar a otras grandes compañías a seguir este camino.
Una compañía muy distinta a la que se privatizó en 1997
Posiciones. A la espera de la ruta que pueda emprender la compañía tras la entrada del Gobierno, lo cierto es que la Telefónica de 2023 es muy diferente a la Telefónica de 1997, cuando se privatizó el último tramo del capital. Entonces, la teleco crecía con fuerza por el despegue de los nuevos negocios del móvil e internet y casi se podía decir que funcionaba sola. El mercado apenas se había liberalizado y solo Airtel competía con Telefónica en el negocio móvil, puesto que Retevisión no llegó a operar hasta 1998. Actualmente, Telefónica se mueve en un sector con una dura competencia en todos los países, especialmente en España, su mercado principal con un 27% del volumen de negocio, que amenaza a los ingresos.
Peso exterior. En 1997, la presencia internacional de Telefónica se circunscribía a Argentina, Chile, Perú, incipientemente en Brasil y alguna aventura, sin éxito, en Rumanía. Ahora, la firma tiene una amplia presencia en Brasil y el conjunto de Latinoamérica, Alemania y Reino Unido, si bien ya no tiene la ambición de la expansión internacional de la época de César Alierta.
Dividendos. El Estado sí va a sacar partido de los dividendos previstos por Telefónica en su Plan Estratégico 2023-2026. La compañía se comprometió a abonar un mínimo de 0,30 euros por acción en efectivo en cada uno de estos años, lo que supondrá un desembolso total superior a 6.800 millones de euros. De ellos, una vez que la SEPI complete la inversión en la compañía (que tardará un mínimo de seis meses en ejecutarla), en torno a 680 millones serán para las arcas públicas.
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