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Análisis
Tribuna
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Los resultados de los bancos son estelares por la cantidad de asteriscos necesarios para explicarlos

Carta anual a los accionistas de las entidades financieras

Sea wave made of money
Viaframe (Getty Images)

Queridos accionistas bancarios:

Estamos encantados de informar que el año 2023 ha sido un gran año para nosotros. No en cuanto a los beneficios que en términos reales por acción siguen anclados en el siglo pasado ni en cuanto a la evolución del retorno total de las acciones que, a mediano plazo, es más negativo que positivo. Cuando decimos “nosotros” no nos referimos tanto a los dueños de la empresa (ustedes, los accionistas), sino a los gestores de la misma (nosotros). Hemos creado un negocio por el cual nuestra remuneración no para de crecer independientemente de los retornos negativos. Y, como decía el Teniente Aldo Raine (Brad Pitt) en Malditos Bastardos; “primo, el negocio está que se sale”.

Nuestros resultados están siendo estelares. No en el sentido literal de que brillen más que Alfa Centauro, sino en sentido figurativo. Hacen falta cientos de asteriscos (estrellas) para explicarlos. Leer nuestro informe anual es como observar la Vía Láctea en una noche de verano.

El tamaño se ha convertido en un fin en sí mismo por dos motivos. El primero y más importante es que nuestra remuneración es directamente proporcional al tamaño de la empresa. El tamaño, para nosotros, importa de verdad como el refrán; “caballo grande ande o no ande”. Y el segundo es que nos hemos convertido en sistémicos traspasando el riesgo de quiebra al contribuyente.

Por ello, nos es grato anunciar nuevas adquisiciones en Mongolia y Kazajstán que, sin duda, generarán un alto valor añadido. Nuestro historial de desastres en este frente debe de enfocarse bajo la pregunta de “¿desastres para quién?”. No para nosotros ni para nuestros asesores (que han cobrado puntualmente sus comisiones). La naturaleza de nuestra industria implica una vigorosa rivalidad por casarse sin importar lo poco atractiva que sea la novia. La mayoría de los errores bancarios se producen por la emoción de la actividad, a pesar de que Blaise Pascal ya nos lo advirtió en sus Pensées: “Todos los problemas del ser humano empiezan por la incapacidad de estarse quietecito en una habitación”.

Quizá ustedes tengan que esperar unas décadas para que algunos de esos sapos a los que hemos besado se transformen en príncipes encantados, pero hay que ser pacientes. Estamos seguros que la evolución del peso argentino de 1 por dólar a 800 por dólar desde que entramos en el país (implicando una devaluación del 99,9%) ha sido un tema aislado. También, pensamos que aquella Caja era nuestro amor verdadero, pero resultó ser una cazafortunas.

Estamos muy agradecidos al proceso de represión financiera y tipos de interés planificados de manera centralizada por los burócratas de los bancos centrales. Siguiendo el más puro espíritu del Gosplan soviético las economías planificadas centralizadamente deciden arbitrariamente a qué sectores beneficiar suspendiendo el libre mercado y falsificando el proceso de cálculo económico. La generosidad ilimitada del contribuyente (a través de la impresión de moneda de los bancos centrales) nos ha permitido financiarnos prácticamente sin coste y sin tener que remunerar nuestros depósitos.

Es muy importante mantener un perfil bajo no vaya a ser que se identifique claramente el peligro que entrañamos. Hemos hecho un gran trabajo cerrando 30.000 sucursales (el sistema bancario en su conjunto) en los últimos 15 años, pero debemos tratar a nuestros clientes mejor y evitar venderles cosas como bonos convertibles, acciones preferentes, suelos hipotecarios e incluso nuestras propias acciones. Las pérdidas que les infligimos fueron de tal calibre que aumentaron la regulación hasta el punto de casi matar a la gallina de los huevos de oro.

Somos conscientes de que la joya de nuestra corona sigue siendo el privilegio desorbitado (como bien apuntó Murray Rothbard) de pertenecer a un sistema financiero de reserva fraccional con un sistema monetario de papel fiat. Eso nos permite crear dinero de la nada y supone una enorme ventaja frente a otras industrias. Haremos todo lo posible para que este sistema se mantenga no vaya a aparecer algún iluminado requiriendo que mantengamos un 100 % de reservas al estilo del Plan Chicago de los años 30.

Asimismo, en una definición orwelliana, una parte importante de nuestros activos (como los bonos gubernamentales de Estados fiscalmente irresponsables) se consideran “sin riesgo” desde el punto de vista de capital. Si lo hubiésemos diseñado nosotros no nos hubiese quedado mejor. Mientras que en el siglo XIX ratios de capital equivalentes al 55% de los activos eran la norma e incluso eran del 16% cuando se creó la Fed en 1914, hoy día 6%-7% ya se considera adecuado. Debemos cuidar un sistema regulatorio que nos ha permitido reducir nuestros niveles de capital en más de un 90% en el último siglo y olvidarnos de agoreros como Jim Grant que dicen extremismos como “somos negativos en cuanto a la deuda de los Gobiernos irresponsables y positivos en cuanto a las alternativas monetarias que se enumeran en la Tabla Periódica”.

La diversificación y la integración vertical para maximizar los beneficios a lo largo de la cadena de valor siempre han sido nuestros objetivos prioritarios. Aunque nos enfrentamos a numerosos retos hemos alcanzado posiciones dominantes en métricas claves como la producción de acciones. Ya hemos más que triplicado nuestro número de acciones en los últimos años, pero nuestro objetivo sigue siendo alcanzar a BCP, que aumentó su número de acciones de 3,5m en 1985 a 59bn (x17.000) 40 años más tarde. El récord mundial establecido por Bankia de 1,2 trillones de acciones parece inalcanzable, pero nunca se sabe. Para ello, los dueños de la empresa (ustedes) seguirán pagándose sus propios dividendos a través de ampliaciones de capital.

Nuestra posición competitiva es inmejorable, aunque debemos reducir nuestra excesiva dependencia del efectivo. Trabajaremos incansablemente para su eliminación en conjunción con los reguladores usando los argumentos de seguridad nacional y prevención del fraude. Dejaremos a un lado la pérdida de libertad, privacidad y potencial confiscación que ello supone y que el púbico ignora. Estamos trabajando para solucionar los problemas que nos acucian. Mientras tanto, una represión financiera sin precedentes en 5000 años de historia económica nos hace ser optimistas para el futuro.

Un abrazo

El presidente del Consejo

(La estructura de este artículo ha sido parcialmente inspirada por Informe Anual de un Capo, publicado por The Economist el 4 de marzo de 2004)

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