Las medidas de Trump se cobran el peaje en las renovables de todo el mundo con caídas del 16%
Las empresas de producción y almacenamiento de energía verde, tanto en Estados Unidos como en Europa, pinchan en Bolsa tras las elecciones del 5 de noviembre
![Un parque eólico opera cerca de paneles solares en Palm Springs, California (EE UU), en una imagen de archivo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CN6ZLP6T7FG3TDXUNYAUFQEDWU.jpg?auth=15e3c840dbcb3f5e3876861121f95faee19bc94af37744f9c882d137d4433139&width=414)
Los crudos sueños de Donald Trump provocan pesadillas entre las empresas de energías limpias. Su interés por la transición energética es nulo: ya ha retirado a Estados Unidos del Acuerdo de París; ha eliminado exenciones impositivas para vehículos eléctricos, y ha aumentado los aranceles a las piezas chinas para la producción de tecnología limpia. El republicano también ha reducido los presupuestos para la investigación climática, eliminado informes sobre impactos ambientales, y una de sus últimas órdenes ejecutivas ha congelado las subvenciones a la fabricación de tecnologías limpias. Toda su retórica y su acción castiga a las cotizadas de energías renovables en ambas orillas del Atlántico y el índice S&P Global Clean Energy pincha un 16% desde el 5 de noviembre.
En concreto, las 11 empresas estadounidenses que integran este índice pierden de media un 9% de su valor desde las elecciones, mientras que las europeas se resienten un poco más y se dejan, en promedio, un 15%. Entre las cotizadas de EE UU hay algunas que fabrican módulos solares (First Solar), que proveen sistemas para la optimización de la energía solar (Nextracker) o producen el dispositivo que convierte la electricidad de los paneles en energía doméstica (Enphase). Entre los actores europeos, hay valores como Neoen (Francia), que construye plantas solares, eólicas y almacenes energéticos; Orsted (Dinamarca), productora de energía solar y eólica; y las españolas Iberdrola y Solaria.
En España, las empresas dedicadas a la producción de energía alternativa también resienten la arremetida anti ESG de Donald Trump. La cotización de Solaria (especializada en solar fotovoltaica), por ejemplo, se deja un 20,9% de su valor de mercado desde el 5 de noviembre. Por su parte, Acciona Energía (dedicada a la generación de energía renovable, incluyendo eólica, solar e hidroeléctrica) pierde el 7,1% e Iberdrola se deja un 2,9%. Ecoener es la excepción a los números rojos: con una elevada presencia en Latinoamérica, avanza un 13,4% en este tiempo.
A su afición por el petróleo se añade una agresiva política comercial a golpe de arancel que se siente en las cotizaciones de todo el sector. Maritza Cabezas, investigadora macroeconómica de Triodos Bank, destaca que, aunque el “impacto directo de los aranceles es difícil de aislar” porque influyen múltiples factores — apreciación del dólar, efecto arancelario en otros países o desregulación en EE UU —, “se prevé que una subida del 10% a los productos chinos y del 25% a Canadá y México encarezcan toda la cadena de suministro de las renovables”.
La eólica marina ha sido la más castigada por Trump. El republicano ya ha detenido los permisos para proyectos en aguas federales, lo que ha llevado a empresas como Shell a abandonar proyectos como un parque eólico en Nueva Jersey, según Associated Press. Tras el anuncio de aranceles a China (del 10%, ya en vigor), México y Canadá (del 25%, aplazados por un mes), Deutsche Bank advirtió en un informe que “la cadena de suministro para los activos eólicos marinos de [la danesa] Orsted en EE UU, como son predominantemente europeos, y solo con algunos elementos de presencia local”, están protegidos en el corto plazo. Pero destacaron que “la seguridad de la cadena en el futuro es incierta”.
Y es que las empresas de energía limpia son muy dependientes de cadenas de suministro globales y deslocalizadas. Arturo Rojas, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), comenta que “lo que [ahora] está en jaque es que la globalización ha dejado de ser el paradigma económico”. Las renovables comparten ese riesgo con otras industrias, como la automovilística. Pero la dependencia es más aguda en la fotovoltaica, por ejemplo, donde la preponderancia china es absoluta: “El 90% de los paneles del mundo se fabrican ahí”, destaca Rojas. Cabezas, por su parte, explica que la actual incertidumbre obligará a las empresas a evaluar si “diversifican sus proveedores, aumentan las reservas de existencias o retrasan proyectos”.
El impacto arancelario sería particularmente fuerte para hacerse con equipamiento de energía solar, eólica y baterías “porque China domina más del 80% de las cadenas de suministro de estas energías”, complementa Natalia Luna, analista senior de investigación temática de Columbia Threadneedle Investments. “Esto incrementaría los costes para las compañías del sector de energías limpias y renovables”, añade. Y menciona que “mayores tarifas desencadenarían una guerra arancelaria global que afectaría el comercio y generaría disrupciones en las cadenas de suministro”. En dicho escenario no solo aumentarían los costes, sino que también se “ralentizaría el crecimiento y afectaría la rentabilidad y, por tanto, las cotizaciones de las compañías de renovables”, concluye.
Antecedentes de Trump 1.0
El Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE, por sus siglas en inglés), la agencia gubernamental que gestiona la política energética, advertía en 2022 de los riesgos arancelarios para la generación local de energía eólica: “Aranceles del 25% sobre componentes como palas, cajas de engranajes y generadores retrasaría la paridad de costes con las plantas de gas natural en tres años”, apuntaba. Rojas añade que “los aranceles encarecerían la energía a escala mundial porque instalar los componentes sería más costoso”, lo que podría ser beneficioso para las empresas, pero perjudicial para los consumidores. Los nuevos proyectos de energía verde serían los grandes perdedores de esta guerra arancelaria. Los parques eléctricos ya asentados tienen “costes marginales de producción igual a cero”, menciona Rojas, por lo que son altamente competitivos al operar con su propia energía. Por tanto, nuevos aranceles convertirían la carrera por la transición verde en una especie de juego del calamar, en donde se verá quién es el primero en salir del mercado.
De hecho, la propia DOE detalló cómo las tasas impuestas por Trump en 2018 acabaron con la industria fotovoltaica en EE UU: “Los aranceles elevaron un 17% el costo de ensamblaje de módulos solares nacionales. Y aunque incentivaron la producción local de componentes, muchas empresas ya habían quebrado por la competencia de módulos importados de bajo costo que nunca dejaron de entrar” relata en un documento. ¿El resultado? “A finales de 2020 no había producción de células fotovoltaicas en Estados Unidos”. El eslogan del magnate republicano de ‘perfora, nena, perfora’ ha tomado un cariz peligroso para las empresas sobre las que descansa el éxito de la transición energética a escala global.