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Los mercados asumen el cambio de paradigma económico

El mercado prevé que la Fed mantenga tipos la próxima semana

El presidente de la Fed, Jerome Powell, en el Senado de EE UU.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, en el Senado de EE UU.Tom Brenner (REUTERS)

A las puertas de la reunión de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos que, salvo sorpresa mayúscula, mantendrá los tipos de referencia en los niveles actuales, los mercados financieros mantienen la máxima atención sobre los datos macro que se siguen publicando, tratando de dilucidar si, finalmente, la inflación entrará en vereda o si el crecimiento evolucionará en forma de aterrizaje suave de la economía.

Más allá de la táctica inversora a seguir en función de estas variables que, sin duda, van a determinar la evolución de los mercados financieros en el ejercicio, parce imponerse cada vez más la idea de que existen razones para un cambio mucho más estructural, que puede afectar al pensamiento estratégico de los agentes económicos. Este cambio estructural tiene que ver esencialmente con un mundo en el que los precios y, sobre todo, los tipos de interés de equilibrio se mantengan en zonas significativamente superiores a las vividas, de media, durante la última década.

Con esto no queremos decir que los organismos monetarios internacionales no vayan a reducir el precio del dinero, y además lo hagan en un plazo tan breve como puede ser finales de la ya inminente primavera: sin duda los tipos van a bajar desde los niveles actuales, una vez quede confirmado el control sobre la inflación y, sobre todo, eliminado el riesgo de efectos de segunda ronda, por la vía de la reducción en las presiones salariales, a ambos lados del Atlántico. Pero parece claro que nos movemos en un mundo distinto al que estábamos acostumbrados, antes del coronavirus. En buena medida, ello es debido a los cambios geopolíticos experimentados en los últimos años.

Porque la cita estratégica más importante de 2024 no va a estar en las reuniones de los bancos centrales -que, no obstante, son importantísimas para el corto y medio plazo financiero- sino en las elecciones estadounidenses de noviembre. Decíamos más arriba que el Covid ha cambiado muchas cosas en economía, y es muy cierto. Pero los cambios producidos por la pandemia no tendrían un efecto perdurable si no fuera por otros acontecimientos de carácter más amplio. En ese sentido el comienzo de este “giro estratégico” tal vez habría que buscarlo en lo que en su momento se llamó la guerra comercial entre EE UU y China que el anterior presidente y probable nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, desató a poco de llegar al cargo, allá por 2017. Las restricciones comerciales son un desencadenante clásico de los procesos inflacionistas, por la vía de un encarecimiento de los recursos y un mayor coste, ante un cambio de reasignación de la producción en lugares inicialmente menos competitivos. En ese sentido, la auténtica obsesión de Trump por mantener superávits comerciales con todos sus socios comerciales no deja de ser, llevado al extremo, un peligro para el correcto flujo de bienes y servicios.

No está de más apuntar que en este juego, China también tiene una importantísima responsabilidad, en tanto en cuanto debe mantener relaciones de reciprocidad con el resto del mundo, si quiere integrarse plenamente y en condiciones de igualdad. Y al hilo de esos cambios estructurales y responsabilidades, conviene apuntar la enorme agresividad política que el gigante asiático está demostrando en nivel global, incluyendo el nivel militar en su área inmediata de influencia. Nos referimos a Taiwán, naturalmente, aunque no solo.

Ello debe unirse al que es sin duda el acontecimiento geoestratégico más relevante desde la caída del Muro de Berlín que es la invasión de Ucrania por Rusia. Aparte del elemento humano, sin duda lo más importante, la agresión rusa ha significado, mejor dicho, está significando un cambio en las economías europeas hacia un modelo ciertamente distinto. Búsqueda de nuevas fuentes y proveedores de energía, incremento notable de la inversión en defensa, reasignación de mercados y centros de producción…y nuevos bloques de poder. En resumen, más gasto, más déficit…y más inflación, casi como una vuelta a los años ochenta del pasado siglo.

A todo ello, conviene añadir dos componentes importantísimos que marcan también un antes y un después en el devenir estratégico global: nos referimos a la inteligencia artificial (IA) y a la economía sostenible. Hablamos de dos asuntos absolutamente troncales, cualquiera de los cuales bastaría para cambiar el futuro de la humanidad, por más grandilocuente que pueda sonar esta expresión. En el corto plazo, además, también tienen un alcance muy importante, especialmente por lo que se refiere a cambios normativos y tendencias de inversión.

En todo este contexto, realmente crítico, los mercados financieros parecen adaptarse a la nueva realidad, incluso con auténtico éxito, en el caso de los activos de riesgo, si atendemos al comportamiento de las Bolsas en las últimas semanas, favorecidas ciertamente por una muy buena campaña de presentación de resultados empresariales. No está de más comentar que el mejor comportamiento relativo lo estamos observando en todas aquellas compañías, generalmente grandes, que tienen que ver con tecnología e inteligencia artificial e industriales…particularmente defensa.

En el caso de la renta fija, tras la depresión de octubre y el éxtasis de diciembre, parece tomar una posición intermedia, tal vez más realista, si atendemos a todo el componente estructural comentado, pero en todo caso consistente con un mundo en el que los tipos de interés van a ser, de manera sistemática, más altos. Eso sí, como ya hemos comentado, los tipos a corto bajarán en breve y ello dibujará pendientes positivas en las curvas de deuda, actualmente planas o incluso negativas. En otras palabras, se normalizarán. Y no deja de ser curioso que esta palabra, normalización pueda casar estupendamente con el título de este artículo, referido a un cambio de paradigma económico. Al final del día, tal vez los mercados no sean tan irracionales como, en momentos muy concretos, a todos nos ha parecido alguna vez que los son.

Pedro del Pozo, director de Inversiones Financieras de Mutualidad de la Abogacía.

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