¿Qué papel jugará la OMC en un mundo cada vez más fragmentado?
Donald Trump ha utilizado los aranceles como herramienta de negociación por primera vez en su segundo gobierno, revelando lo que podría ser una parte de su estrategia para los próximos cuatro años. En este contexto, los analistas evalúan si la OMC será capaz de salvaguardar el multilateralismo comercial.
El segundo mandato del autodenominado “hombre de los aranceles” ha llegado para poner de cabeza el tablero geopolítico una vez más. En sus primeros días de gobierno, el presidente estadounidense, Donald Trump, dio sus primeras muestras de fuerza; al utilizar la amenaza de gravámenes del 25% para persuadir a Colombia de recibir nacionales deportados. Posteriormente, el líder republicano dio un paso más allá e impuso este fin de semana aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá, y del 10% para las de China, una medida que ha puesto en alerta tanto a rivales como aliados. En este contexto, los líderes globales miran hacia la Organización Mundial del Comercio (OMC), como posible intermediaria en las disputas comerciales. No obstante, los analistas ponen en duda de que la entidad internacional tenga suficiente potencia para ir contra la primera economía del mundo.
Durante su campaña, Trump indicó que podría imponer aranceles de hasta el 60% a distintos países, una medida que la OMC prohíbe salvo en casos excepcionales como amenazas a la seguridad nacional. Justamente, este es el argumento que el líder republicano ha presentado, revelando parte de la que podría ser su estrategia de negociación durante los próximos cuatro años. Actualmente, la entidad está parcialmente paralizada desde 2019, debido al bloqueo de Estados Unidos a la elección de nuevos jueces para la solución de discrepancias comerciales, lo que ha mermado su capacidad para resolver disputas.
Sin embargo,incluso antes de este incidente, el sentimiento hacia dentro de la entidad ya parecía ser pesimista. Recientemente, Ngozi Okonjo-Iweala, directora de la OMC, señaló durante la reunión anual del Foro Económico Mundial, en Suiza, que el coste “catastrófico” de los aranceles para la economía global podría llevar al planeta a una situación similar a la de los años 30 y reconoció que la entidad debe modernizarse.
“La directora de la OMC dijo en Davos este año que el impacto a largo plazo de un mundo fragmentado entre Oriente y Occidente podría costar hasta un 6,4% de pérdida en el PIB real global, lo que supone un monto muy importante. Para hacernos una idea, sería como perder la economía de Japón y Corea juntas. Caso por caso, probablemente llevará a China y a la Unión Europea a tomar represalias con contraaranceles”, explica François Rimeu, estratega senior de Crédit Mutuel Asset Management a CincoDías.
Un foro ineficaz
Durante el foro, Okonjo-Iweala también invitó a los miembros de la OMC a utilizar los mecanismos de la entidad para enfrentar los aranceles injustificados. No obstante, una de las principales complicaciones anticipadas por los expertos es que Washington pueda desconocer la autoridad de la organización. En los primeros días de su gobierno, Trump ya abandonó otras organizaciones internacionales, entre ellas la Organización Mundial de la Salud.
En esta línea, los analistas consideran que el primer gobierno de Trump ya mostró lo ineficaz que puede ser este foro multilateral para resolver controversias cuando una potencia está implicada. “Básicamente, la OMC puede resolver desacuerdos si un país impone restricciones comerciales y también puede imponer sanciones en forma de aranceles. En la práctica, sin embargo, no ha podido hacer gran cosa cuando los aranceles fueron impuestos por Trump y luego confirmados por Biden” indica Paolo Zanghieri, economista senior en Generali AM a este periódico.
Desde Crédit Mutuel también se muestran escépticos ante el posible papel que la OMC podrá jugar en este tipo de guerra arancelaria. “Uno de los objetivos de la OMC es resolver los conflictos comerciales, que sin duda surgirán si EE UU impone aranceles de forma generalizada. Pero vemos que los aranceles son ahora una herramienta geopolítica, y podría ser difícil para la OMC seguir regulando el comercio mundial, especialmente si EEUU abandona la organización”, añade Rimeu.
Dicho esto, fuentes diplomáticas con conocimiento del tema han confirmado a CincoDías que dentro de la OMC, y en la comunidad internacional en general, hay una atmósfera de inquietud. En los gobiernos de todo el mundo existe incertidumbre sobre cuanto utilizará Trump este tipo de medidas para negociar y por su “clara inclinación por un enfoque unilateral en materia comercial”. La OMC rechazó responder a las preguntas planteadas por este diario sobre este asunto.
¿Qué hará Trump?
Por el momento, los expertos no tienen claro cuál será el destino de la relación entre Estados Unidos y la Organización Mundial del Comercio. En concreto, se pronostica que los dos escenarios más probables serían que Trump decida ignorar a la entidad o retirarse. No obstante, las consecuencias de ambas decisiones podrían generar repercusiones negativas tanto para Estados Unidos como para el resto del mundo y para la organización en sí (puesto que Washington contribuye con el 25% de su presupuesto).
“Los aranceles y otras restricciones podrían acelerar la ruptura del comercio mundial, y esto podría causar problemas. A corto plazo, provocaría un aumento de la inflación y una ralentización del crecimiento en Estados Unidos, a los que los bancos centrales podrían tener dificultades para hacerle frente. A largo plazo, un comercio más difícil y la ruptura de las cadenas de suministro globales podrían hacer más inestable la economía mundial”, indica Paolo Zanghieri.
En este contexto, Washington tendría que estar dispuesto a perder mucho si finalmente decide cortar vínculos con la organización multilateral. “Aunque Trump puede sentirse molesto por las normas de la OMC, que restringen las medidas que pueden adoptar los países, retirarse sería un desastre tanto económico como político. La última vez que se planteó el tema [en 2020], la Heritage Foundation se manifestó en contra de la retirada y señaló que la membresía de Estados Unidos había producido un aumento del 1,45% en el bienestar y que, si se desintegraran todos nuestros acuerdos comerciales, la economía mundial sería 2,7 billones de dólares más pobre”, expresó William Reinsch, investigador del think tank estadounidense CSIS, en un análisis reciente.
En la opinión de Reinsch, salirse de la OMC también indicaría, en términos políticos, una retirada de Estados Unidos del liderazgo económico mundial. “Esto dejaría, en gran medida, el campo libre a China, y significaría que otros países ya no tendrían obligaciones con nosotros y podrían tomar represalias a voluntad. Trump podría acoger con agrado un descenso a la ley de la jungla porque cree que Estados Unidos, al ser una economía grande, puede presionar a los demás. En cambio, descubrirá que los demás están mejor preparados esta vez y se han dado cuenta de que no nos necesitan tanto como nosotros a ellos”, sentencia el experto de CSIS.
Reforma pendiente
Las fuentes consultadas coinciden en que, para evitar una erosión de la autoridad de la OMC, es necesario que China, Europa y otras grandes economías sigan respaldando a esta entidad y operando con sus reglas. Sin embargo, enfatizan que las reformas son un factor clave para lograr la supervivencia de este organismo multilateral.
En concreto, las reformas que la mayoría de los socios plantean están relacionadascon cuatro aspectos: en primer lugar, los desafíos que enfrentan los miembros de la OMC al iniciar, negociar y concluir acuerdos comerciales. En segundo, la necesidad de fortalecer la labor de los órganos y comités ordinarios de la entidad, así como de la transparencia. En tercer lugar, si las economías emergentes más avanzadas deberían asumir mayores obligaciones y si las disposiciones existentes sobre trato especial y diferenciado para los países en desarrollo son suficientes o eficaces. Finalmente, la mejora del sistema de solución de diferencias.
Sin embargo, la reforma puede ir más allá. “Una cosa importante que hay que hacer es ocuparse de los problemas que quedaron olvidados: la integración económica solo se pensó en términos de eficiencia económica. La OMC podría volver a hacer más atractivo el libre comercio, ocupándose del cambio climático y de la desigualdad”, señala Zanghieri.
Desde Crédit Mutuel, añaden que la OMC también debería revisar las normas sobre subvenciones, especialmente en sectores estratégicos como la energía verde, los semiconductores y la IA. Asimismo, tendría que desarrollar normas más claras para las empresas controladas por los Gobiernos, con el fin de evitar ventajas injustas.
China y Europa
Una de las principales incógnitas es la actitud que podrían tomar Pekín y Bruselas frente a una retirada de Washington de la OMC. “El primer principio sacrificado es el libre comercio. Según la teoría clásica, se suponía que este fomentaba el crecimiento mundial mediante la interacción de las ventajas comparativas entre países, pero el libre comercio internacional ya no es un principio inquebrantable, puesto que Trump pretende distorsionar la competencia internacional mediante aranceles punitivos. Paradójicamente, China está convirtiéndose en uno de los últimos defensores del comercio internacional sin trabas”, observa Alexis Bienvenu, gestor de fondos de La Financière de l’Échiquier (LFDE).
En este contexto, los expertos consultados consideran que mientras la apuesta de Europa es claramente a favor del el multilateralismo, el gigante asiático tendría que renunciar a su “tratamiento privilegiado” para reformar la institución. “La integración de China en la economía global desde los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio ha sido un camino de rosas, por decirlo suavemente”, señala Jacques-Aurélien Marcireau, corresponsable de renta variable en Edmond de Rothschild AM, para después agregar que el país se ha convertido en un “rival estratégico”, refiriéndose al aumento de los desacuerdos que el gigante tiene con diversos países.
“En la OMC, China sigue queriendo que se la trate como una economía en desarrollo al mismo nivel que las naciones más pobres del mundo. Para alejarse de esas posiciones se necesitarán cambios importantes y una mayor financiación, en un momento en que la economía china es inestable y se avecina una guerra arancelaria con Washington”, pondera Heather Hurlburt, investigadora del think tank Chatham House, en un análisis reciente.
Además de esto, uno de los retos más grandes para lograr que China y la UE cooperen en la OMC es superar el gran número de controversias que ambas economías tienen en este foro. En los últimos años, Europa abrió investigaciones y controversias contra Pekín por prácticas anticompetitivas relacionadas a las baterías eléctricas, los coches eléctricos, los paneles solares, el brandy, los productos lácteos y en otros sectores.
Así, cabe mencionar que diversas autoridades europeas se han referido a estas discrepancias recientemente. Este es el caso de Maros Sefcovic, comisario europeo de comercio, que en una presentación frente al parlamento comunitario indicó que es necesario “reequilibrar” la relación con Pekín en torno a la transparencia y la reciprocidad.
“Esto significa ser más asertivos a la hora de desafiar los desequilibrios estructurales y las prácticas desleales de China, como las políticas no comerciales que impulsan el exceso de capacidad”, señaló el comisario europeo, para después añadir que pretenden cooperar con Trump para aumentar la cooperación bilateral, mejorar la seguridad económica, y enfrentar las prácticas anticompetitivas de China. El comisario también enfatizó que el Viejo Continente seguirá impulsando sus objetivos de política comercial en todo el mundo, en particular a través de nuevo vínculos que le permitan diversificar “Los acuerdos alcanzados con el Mercosur y México y los avances logrados con Malasia son buenos ejemplos de ello”, añadió.
“Muchos países europeos y sus principales empresas dependen en gran medida de las exportaciones a EE UU. Una política estadounidense más proteccionista podría conducir a un endurecimiento de las condiciones comerciales transatlánticas y a la desviación de productos de otras regiones que se enfrentan a aranceles estadounidenses más elevados. Sin embargo, para los importadores estadounidenses, muchos productos no comercializados, como bienes de equipo, especialidades químicas, medicamentos, no pueden sustituirse fácilmente”, indican desde Scope Ratings.
Dicho esto, los expertos coinciden en que la mejor estrategia para la UE puede ser negociar con Trump hasta cierto punto, pero apuntar también a reducir sus debilidades y fortalecer la competitividad y el rol de las organizaciones internacionales. “La UE debe seguir siendo la defensora del multilateralismo y estar dispuesta a crear coaliciones en apoyo de la Organización Mundial del Comercio y su reforma. La administración estadounidense no está dispuesta a desempeñar ese papel y China no es capaz de hacerlo, por lo que la UE debe ser la voz de la razón en un momento en que la cooperación global es más necesaria que en ningún otro momento de la historia reciente. Incluso para combatir el cambio climático”, indican Heather Grabbe y Jeromin Zettelmeyer, investigadores del think tank europeo Bruegel, en un análisis reciente.
Impacto del proteccionismo
“En sus primeros días en el cargo, Trump ha mantenido su amenaza de subir los aranceles, pero no ha anunciado ninguna decisión inmediata. Su toma de posesión no fue una gran sorpresa, salvo por la postura más dura de lo esperado frente a México y Canadá, a los que amenazó con imponer aranceles del 25% a sus exportaciones a partir de principios de febrero. Es probable que eso obligue a estos países a renegociar sus tratados comerciales ya en 2025 y a adelantar la revisión del acuerdo NAFTA, prevista para mediados de 2026″, apunta Sebastian Paris Horvitz, director de análisis de LBP AM, accionista mayoritario de LFDE. Los expertos calculan que estas medidas podrían afectar el comercio anual por un valor de casi 1,6 billones de dólares, y que productos como los automóviles, el gas y algunos alimentos se podrían encarecer en Estados Unidos.
Sin embargo, entre las grandes economías mundiales, China sería probablemente la que más sufriría las políticas agresivas de Trump. “El punto de partida ya es débil, recientemente revisamos a la baja nuestra previsión de crecimiento para 2025 a solo el 4%, y a esto habría que sumarle que se enfrentaría a unas políticas comerciales más agresivas.”, George Brown, economista jefe de EE UU de Schroders.
Brown enfartiza que, dado que la industria china ya sufre un exceso de capacidad y una caída del comercio neto, es probable que los aranceles punitivos provoquen un debilitamiento significativo de la inversión manufacturera. El experto indica que en este contexto, probablemente Pekín intentaría aumentar el consumo, generando un crecimiento relativo en el corto plazo.
No obstante, la guerra comercial impactaría en el crecimiento tarde o temprano.“Al igual que en EEUU, el crecimiento tendencial a medio plazo sería probablemente menor debido a unos volúmenes comerciales permanentemente más bajos. Los elevados aranceles se enfrentarían a restricciones similares del comercio estadounidense, junto con prohibiciones directas de las exportaciones de productos clave”, apunta Brown
“En contraste con Europa, una política exterior de America first hace que un acuerdo comercial con China sea mucho menos probable. China, a diferencia de Europa, ha tomado medidas significativas para desvincularse de los mercados estadounidenses desde el primer mandato de Trump. En gran medida, ha dejado que su cartera del Tesoro estadounidense se agote, optando en su lugar por invertir en oro, otras materias primas y mercados emergentes. Además, es probable que Trump siga intentando frenar la búsqueda por parte de China del control regional en Asia Oriental sin utilizar la fuerza militar directa. Como resultado, la administración Trump puede ser aún más restrictiva que la administración Biden a la hora de frenar las exportaciones de chips de IA”, señala Brij Khurana, gestor de renta fija en Wellington Management.