Asturias destierra el carbón y anhela abrazar el hidrógeno renovable
La comunidad portará 1 GW a la capacidad eléctrica en 2030. El Ejecutivo quiere que el próximo año las tecnologías limpias supongan el 55% de la generación
Asturias fue la novena comunidad autónoma con mayor producción de electricidad el pasado año, con 8.856 gigavatios hora (GWh), de la que casi un tercio provino del carbón, según los datos de Red Eléctrica, siendo el mayor consumidor de esta fuente de energía. Así, el 35% de la electricidad producida en este territorio en 2023 correspondió a fuentes renovables, el décimo mayor porcentaje en nuestro país de una clasificación liderada por Castilla y León (89%) y Aragón (82%).
En este sentido, en 2021, publicó la Estrategia de Transición Energética Justa de Asturias, el primer plan en este ámbito a nivel autonómico. Ese mismo año, declaró el estado de emergencia climática en la comunidad, y en 2024 aprobó el plan de Acción por el Clima 2023-2030. Unas iniciativas encaminadas a “establecer un modelo de suministro energético basado en la descarbonización del sector industrial”. Uno de sus objetivos es que en 2025 la aportación de las renovables sea del 55%, además de lograr una reducción del consumo de energía primaria del 28,5%.
De momento, el carbón representa en la comunidad autónoma la mayor capacidad de producción instalada, con 1.250 megavatios (MW), muy por delante de los ciclos combinados (854 MW) y la energía hidráulica (805 MW). Un reparto que no ha variado mucho desde 2020, cuando se desconectaron dos centrales térmicas de Naturgy e Iberdrola. Será el próximo año cuando la última central de carbón activa en España de la compañía portuguesa EDP, la térmica de Aboño, se transforme para emplear gas natural, como parte de un proceso que busca convertir esta instalación en “el valle asturiano del hidrógeno verde”.
Transformación
Se trata del proyecto Asturias H2 Valley, cuya meta es proporcionar una capacidad en electrólisis de 150 MW en 2026 y de 500 MW en 2030, explica Ana Quelhas, directora general de hidrógeno de EDP. Esta iniciativa ha sido la primera de este tamaño en obtener las autorizaciones ambientales en España, “tras muchos meses de trabajo”. Además, se trata del plan de hidrógeno verde con más reconocimientos recibidos por parte de la Comisión Europea, incluyendo su designación como Proyecto de Interés Común, “todo ello a pesar de la gran competitividad y excesiva burocracia de estos mecanismos”. Y es que, como detalla Quelhas, la regulación del sector aún se está definiendo en estos momentos, con la reciente aprobación de los objetivos vinculantes de uso de hidrógeno renovable por parte de la directiva europea de energías renovables.
A la central de Aboño se sumará la de Soto de Ribera, que va a evolucionar hacia un sistema de almacenamiento también mediante hidrógeno renovable, para ofrecer otros 500 MW de capacidad en 2030. Ambas centrales tienen una ubicación estratégica en la región, junto a grandes industrias electrointensivas y potenciales consumidores de hidrógeno verde. “Son un ejemplo de transición energética justa y de economía circular, al aprovechar las infraestructuras y el personal que ya venían operando las instalaciones”, apunta Quelhas.
Otra instalación térmica asturiana que se descarbonizará es la de La Pereda, de Hunosa, que usará biomasa como combustible. Así, se convertirá en una planta de generación neutra en carbono, con una reducción de más del 80% en la producción de cenizas cuando reanude su actividad, en 2025. María Lorenzo, directora de energía y desarrollo de negocio de Hunosa, indica que este cambio será un impulso “del sector forestal, garantizando la sostenibilidad y minimizando los riesgos presentes sobre nuestros bosques”.
La Pereda es una de las tres plantas que participa en el proyecto europeo CaLby2030, “una de las iniciativas más importantes de cara a la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) en aquellas industrias que tienen muy difícil su descarbonización”. Hunosa promueve en la región hidrógeno renovable y fotovoltaica. Y es pionera en proyectos de redes de calor, que aprovechan la energía geotérmica a partir del agua de minas clausuradas para proveer de calefacción y agua caliente sanitaria.
Por su parte, el Plan Lada de Iberdrola tiene como objetivo la transformación de la comarca hacia una economía descarbonizada, basada en cuatro ejes: inversión en tecnologías limpias, promoción de proveedores locales, formación y apoyo al emprendimiento.
Así, la eléctrica y el grupo empresarial asturiano Exiom ultiman la puesta en marcha de una fábrica de paneles solares. “Esta primavera arrancará en fase de pruebas la producción de paneles modulares fotovoltaicos de Exiom en Langreo”, asegura su CEO Omar González. Este proyecto cuenta con una subvención de 1,2 millones de euros del Instituto de Transición Justa. Exiom ha llevado a cabo en el último año 650 proyectos, con una capacidad total de 1 GW. Dispone de dos plantas de paneles solares en China.
La incógnita de la eólica marina
Planes de futuro. Entre las propuestas de Asturias para su descarbonización se encuentra la promoción de proyectos hidroeólicos, estimando una producción de 2 GWh/año en 2030. De hecho, en su litoral se encuentran tres de las ocho áreas de la demarcación noratlántica dentro de los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo del Gobierno.
Proyectos. ABEI Energy ha presentado el primer estudio para la instalación de dos de estos parques. Según Carlos Arenal, offshore technical manager de este IPP, estos permitirían al Principado “convertirse en un hub industrial de eólica marina”, aprovechando una profundidad del lecho más baja que el resto de áreas y “una industria siderúrgica y naval capacitada, con empresas expertas en el sector”.
Barreras. La primera subasta del Gobierno para estos proyectos no será hasta 2025 como pronto. Además, Asturias necesita “actualizar su red de transporte”, desarrollar sus sistemas de almacenamiento y electrificar su industria.
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