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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Objetivo: volver a fabricar paneles solares en España

China copa el 75% de la producción y Europa el 3%, pero no siempre fue así. Urge reaccionar y la empresa española tiene una oportunidad

Paneles solares en un parque de Dunhuang (China).
Paneles solares en un parque de Dunhuang (China). Reuters

Las energías renovables ofrecen independencia energética a los países, sin embargo, existe un punto débil en esta afirmación y es que, si bien la energía renovable es autóctona, las tecnologías para obtenerla a veces no lo son. En España producimos de forma interna más de la mitad de la cadena de valor de las instalaciones fotovoltaicas, con importantes fabricantes de inversores solares y trackers que se sitúan entre los más importantes del mundo, pero el elemento de más valor en un desarrollo fotovoltaico, el panel solar, se fabrica casi íntegramente en Asia y, particularmente, en China.

China fabrica el 75% de los paneles solares del mundo, mientras Europa fabrica menos del 3%. Si retrocedemos etapas en la cadena de valor de la energía solar fotovoltaica, los datos son todavía peores. China fabrica el 85% de las células solares, el 97% de las obleas fotovoltaicas y casi el 80% del polisilicio de grado fotovoltaico. En el caso de las obleas, por ejemplo, la fabricación europea es escasamente del 0,5% mundial.

Esto no fue siempre así. En 2004 China solo fabricaba el 4% de las células solares del mundo. En 2008 ya producía un 33%, pero estaba a la par con Europa. Durante los siguientes años la industria europea se hundió y, para 2012, China ya abarcaba más del 70% de la fabricación. El crecimiento chino, que prácticamente arrasó la industria occidental, se sostuvo en una política industrial que desarrolló este sector a base de préstamos a bajo interés y subsidios generalizados a los fabricantes. Así consiguió crear unas economías de escala y una integración vertical de la cadena de valor que es la base de su actual ventaja competitiva.

Esta concentración de la fabricación en China supone un riesgo para Europa y más en este nuevo escenario económico y geopolítico. Conscientes de ello, desde la Comisión Europea se lanzó la Estrategia Solar Europea y, dentro de ella, la Alianza de la Industria Solar Europea, con el objetivo de aumentar la capacidad de fabricación europea de paneles fotovoltaicos a 30 GW en 2025, multiplicando por seis la capacidad actual.

Para conseguirlo es imprescindible una política industrial potente. En febrero se presentó el Green Deal Industrial Plan, orientado específicamente a la promoción de industrias de energía limpia en la UE, y en marzo la propuesta de Net Zero Industrial Act. Estas normativas tienen varios pilares, entre los que destaca la creación de un marco regulatorio simplificado para este tipo de industrias y una flexibilización de las ayudas de estado para promover estos sectores. No obstante, la opinión general de la industria es que el plan se queda corto para poder competir con China y responder a la Inflation Reduction Act estadounidense, que destinará 370.000 millones de dólares al desarrollo de tecnologías limpias fabricadas en EE UU.

Para volver a fabricar en Europa, necesitaremos una visión más atrevida que la ac-tual. No solo los EE UU están estableciendo políticas industriales, también lo están haciendo Japón o la India. La denostada política industrial (recordemos aquello de “la mejor política industrial es la que no existe”) ha dado paso a programas de industrialización en todas partes. Europa necesita competir con economías de escala de tamaño superlativo y con inversiones muy potentes en I+D+i. Sin programas potentes de ayudas y sin ciertas garantías en que las altas inversiones necesarias no acabarán sucumbiendo ante políticas de dumping de otros competidores será difícil movilizar la inversión necesaria para conseguir una producción competitiva en Europa.

La producción de paneles solares y su cadena de valor implicará a muchos países de Europa, pero entre ellos debería estar España como país central en esta estrategia. Primero, porque es uno de los principales demandantes de estos paneles, al tener el mejor recurso solar de Europa. Segundo, porque en España también existen fabricantes en el top 10 mundial de inversores y trackers y resulta coherente el aprovechar las sinergias y el know-how que esto puede producir. Tercero, porque en España ya se han fabricado antes paneles solares, con fabricantes que llegaron a ser importantes antes de que la crisis económica y la competencia china acabase con ellos. Y finalmente, por una cuestión central para la productividad industrial: porque la península ibérica puede generar la electricidad renovable más barata del continente.

En algunos países existe la preocupación de que la estrategia europea deje demasiada autonomía a los distintos Estados para hacer su política de subsidios, lo que favorecería a los países más grandes y con más capacidad financiera. Esencialmente, podría favorecer a Alemania y Francia frente al resto de países. Europa no debería entrar en una competición interna que acabe imponiendo el interés del más fuerte por encima del interés general. Hay que elegir los lugares más óptimos, como es la península ibérica.

En Europa comienzan a aparecer proyectos para volver a fabricar paneles solares, empezando por la manufactura y el ensamblaje del panel. En España tenemos los proyectos de la Asturiana Exiom, que se ubicará en Langreo, y el de la valenciana Silicon Valen, con su centro de fabricación en Massanassa. Hay más proyectos en gestación y el Ministerio para la Transición Ecológica anunció que destinaría 1.000 millones de euros a la cadena de valor de las energías renovables, cantidad que podría resultar escasa.

Pero se necesita algo más. El productor europeo debe saber que, si es competitivo, podrá vender sus paneles sin que la competencia desleal de otros países le saque del mercado, igual que lo saben los productores chinos y ahora también los estadounidenses. Cómo hacer esto sin generar desincentivos a la innovación y la mejora es clave. Cuestiones como valorar la producción local o la menor emisión asociada a la fabricación y transporte del panel en licitaciones, concursos o subastas pueden ser variables a considerar. También, acelerar la normativa que prohíbe la importación de productos hechos con trabajos forzados, que afecta a la producción de polisilicio de la región china de Xinjiang. El diablo está en los detalles, pero hay margen para hacerlo bien y generar así esa certidumbre que necesitamos para volver a fabricar en Europa los paneles fotovoltaicos que requiere nuestro proceso de descarbonización.

Pedro Fresco es experto en mercados energéticos y colaborador de Agenda Pública

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