El año dorado del bitcoin: de la aprobación de los ETF a la victoria de Donald Trump
La criptomoneda más popular ha repuntado más de un 120% desde enero. 2024 ha marcado un antes y un después para la industria, con una mayor adopción de inversores minoristas e institucionales
El 10 de enero de 2024 es una fecha que inversores y empresas marcarán en su calendario. Fue el día en el que el mundo cripto recibió la bendición de Wall Street y de la Comisión de Valores y Bolsa (la SEC, por sus siglas en inglés) con la aprobación de los fondos cotizados (ETF) de bitcoin, dando inicio a un año dorado para la criptomoneda más popular. Batió todas las expectativas, animada por la entrada de nuevos inversores y la victoria de Donald Trump, que la disparó a niveles nunca vistos, superando la barrera psicológica de los 100.000 dólares. El halving (un cambio en la mecánica de distribución de los nuevos bitcoins) así como un contexto macroeconómico favorable y el recorte de tipos de interés por los principales bancos centrales hicieron el resto, llevando al bitcoin a firmar uno de sus mejores años, o al menos uno de los más destacados, desde su creación en 2009.
Los fondos cotizados de bitcoin, tras una larga travesía desde las primeras solicitudes rechazadas por el regulador en 2013, sellaron la entrada de los criptoactivos en el mundo de las finanzas tradicionales, tanto por quiénes podrían acceder a estas inversiones como por quién las ofrecía. Aquel momento fue un hito cuya importancia no quedó reflejada en los mercados puesto que su cotización apenas reaccionó. Casi 12 meses después, en cambio, todos señalan que ese día marcó un punto de inflexión en el ecosistema cripto. La entrada de grandes gestoras como BlackRock, Fidelity y Grayscale en el mundo cripto (las promotoras de los fondos cotizados) ha sido esencial para la aceptación y adopción del activo por parte de los inversores minoristas e institucionales. En menos de un año, estos instrumentos se han convertido en los más exitosos de la historia y han superado los 100.000 millones de dólares en activos totales, en comparación con los 285.000 millones de los ETFs de oro durante toda su historia.
Javier Molina, analista de eToro, cree que ha sido un hito importante pero que hay que interpretarlo de manera más amplia. No solo el lanzamiento de los ETF ha sido esencial, sino también la creación de la infraestructura financiera para que bitcoin sea considerado un asset class: “No es lo mismo lanzar solo ETF, o también un mercado de opciones sobre esos ETF, como es el caso de las opciones [aprobadas en noviembre] sobre el fondo cotizado más popular, el ETF iShares Bitcoin Trust (IBIT), gestionado por BlackRock, que atraen a nuevos inversores y crean toda la infraestructura de negociación”, remarca. Este fondo, el más exitoso del mercado, cuenta con más de 55.000 millones de dólares bajo gestión. El mercado de opciones, además de aportar liquidez, permite a los inversores utilizar herramientas financieras avanzadas para gestionar el riesgo y especular sobre los movimientos de precios del activo.
En abril, el halving, un evento que suele pasar cada cuatro años y que consiste en reducir a la mitad la recompensa por minar bitcoins para que disminuya el ritmo al que se introducen nuevas unidades en la red, redujo la oferta de esta criptomoneda. A este acontecimiento suelen seguir fuertes subidas de precio, aunque no de forma inmediata, sino progresiva. “Si tomamos como referencia los halving de 2016 y 2020 el bitcoin subió de media en los 12 meses anteriores y posteriores al evento un 750%, mientras que ahora está subiendo un 200%”, recuerda Manuel Pinto, analista de mercados. La criptomoneda, pues, todavía tiene mucho margen de crecimiento en los próximos meses.
2024 se ha convertido también en una oportunidad para que la industria se libere del enorme peso de los escándalos que han manchado el sector durante años. Uno destaca por encima de todos ellos, el colapso de FTX (firma que, anteriormente, rescató a otras entidades colapsadas), que en 2022 hizo temblar a una industria acusada de opacidad y marcada por fraudes en los que se esfumaron millones de dólares. El pasado octubre, casi dos años después de aquel periodo oscuro, los administradores de la empresa anunciaron que reembolsarán completamente los fondos de sus clientes, tras recuperar entre 12.300 y 15.000 millones de euros en activos desde su colapso.
Aunque los reguladores del país norteamericano desconfiaban desde antes de un sector muy volátil y opaco, es innegable que la quiebra de FTX, considerada como uno de los mayores fraudes financieros recientes de la historia de Estados Unidos, ha pesado en la actitud de los reguladores. Durante su mandato, la SEC y su presidente, Gary Gensler, se han mostrado hostiles a la industria, que a su vez lo considera un villano. Pero 2024 también trajo novedades en este frente: la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, el primer presidente criptobro, augura una nueva “época dorada” que está tan solo en sus inicios.
Con sus múltiples promesas, el republicano empezó a calentar el mercado cripto y a cortejarlo ya durante la campaña electoral, con mensajes que han calado profundamente en el sector. Las expectativas de una regulación laxa dan confianza a la industria, que pide desde hace tiempo establecer claridad de una vez por todas, conocer las reglas del juego y los límites de su actividad. Pero la promesa de una reserva estratégica de bitcoin es lo que más ha ilusionado a los inversores expectantes ante una mayor adopción institucional, generando aún más la especulación sobre un mayor aumento de precio en el futuro.
Las bases ya están sentadas, con la propuesta del Bitcoin Act of 2024, presentada en el Senado de EE UU. Este proyecto prevé que el Tesoro y la Reserva Federal compren 200.000 bitcoin cada año durante cinco años, hasta llegar a un millón de unidades, que se custodiarían durante un mínimo de 20 años: esto supondría un 5% del suministro total de bitcoin, que es de 21 millones. Actualmente el país dispone de reservas estratégicas de petróleo y de oro. La idea es que el bitcoin sirva como cobertura contra la devaluación del dólar estadounidense, para fortalecer el balance de EE UU y respaldar futuras emisiones de deuda. Los más escépticos, no obstante, alertan de que bitcoin es extremadamente volátil y su valor depende más de expectativas especulativas que de fundamentos tangibles; su falta de madurez y de validación a largo plazo, incluso en contextos de crisis, ponen en duda su validez como reserva de valor. El sector, en todo caso, no esconde sus dudas sobre este proyecto, especialmente tras las palabras del presidente de la Fed, Jerome Powell, quien en la última reunión del FOMC afirmó que la Ley de la Reserva Federal establece que no pueden poseer bitcoin y que, desde la institución, no buscan cambiarla.
La ilusión y la especulación han prevalecido y a la euforia del mercado se han sumado los anuncios de países como Brasil y Rusia, que están planeando emprender esta carrera por acumular la criptomoneda más popular en sus reservas. Pero estos planes no son solo cosa de los estados. Las empresas también han empezado o incluso acelerado sus compras de bitcoin para sus balances. MicroStrategy es el caso emblemático, hasta el punto de haber abandonado, en la práctica, su negocio: con 440.000 bitcoin en sus manos, por un valor de casi 50.000 millones de dólares, se convirtió en la primera compañía de bitcoin en ingresar en el Nasdaq100. Otras compañías como Metaplanet, en Japón, la minera Marathon en Estados Unidos, Galaxy y Tesla la están acumulando, mientras Amazon lo debatirá en abril, en su junta anual. Microsoft acaba de descartar esta opción, aunque sin cerrar las puertas a un cambio en el futuro.
“Y se espera más movimiento, también con el ajuste del FASB [Financial Accounting Standards Board por sus siglas en inglés] en Estados Unidos, el organismo encargado de establecer las normas contables, que permite a las empresas tener bitcoin en su balance de una forma mucho más eficiente”, explica Javier Pastor, director de formación de Bit2Me. Recientemente, el organismo ha anunciado una actualización en sus directrices para el registro y la valoración de criptomonedas en los estados financieros de las empresas: si hasta ahora las firmas con tenencias de activos digitales se enfrentaban a una serie de desafíos en la valoración y el registro de estos activos, que a menudo resultaba en una falta de consistencia y transparencia en sus estados financieros, ahora la nueva normativa establece que las criptomonedas deberán ser registradas a su valor de mercado al final de cada período contable, lo que proporciona una representación más realista de su valor, detallan desde el exchange.
Pero más allá de las promesas, Trump ha pasado también a los hechos, con nombramientos de figuras cercanas y favorables al mundo cripto, como Scott Bessent, secretario del Tesoro, el inversor David Sacks, como zar cripto de la Casa Blanca, de Elon Musk, como director del Departamento de Eficiencia Gubernamental. Pero el nombramiento de Paul Atkins, exsecretario de la SEC y defensor de las criptodivisas, como presidente de este organismo supervisor en sustitución de Gary Gensler, que dejará su cargo el próximo 20 de enero, ha sido la señal definitiva que buscaban los mercados para llevar al bitcoin to the moon (a la luna) y a cumplir su ansiado sueño: superar los 100.000 dólares por primera vez en la historia. Con este empujón a finales de año, ha alcanzado una capitalización de más de 2 billones de dólares, superando al mercado de la plata y a Saudi Aramco, y supone más del 55% de todo el mercado cripto.
El contexto macroeconómico y el recorte de los tipos de interés por parte de los principales bancos centrales han hecho el resto. El bitcoin se beneficia del las tasas bajas y de las políticas monetarias expansivas puesto que estimulan a los inversores a movimientos más arriesgados. Dovile Silenskyte, directora de investigación de activos digitales de WisdomTree, añade otro factor: la inflación. “La persistente preocupación por el aumento de precios, unida a la política monetaria acomodaticia, reforzó la imagen del bitcoin como ‘oro digital’. Además, las tensiones geopolíticas y las devaluaciones de divisas en determinadas regiones aumentaron la demanda de bitcoin como alternativa descentralizada y sin fronteras a los sistemas financieros tradicionales”, explica.
Si bien algunos aseguran que acertaron en sus previsiones, otros admiten que no esperaban este búm del bitcoin en 2024. Rubén Ayuso, co-gestor del Criptomonedas FIL de A&G Global Investors, destaca que la adopción institucional ha sido brutal. “Los bancos centrales de Noruega y Suiza invierten en bitcoin a través de varias compañías cotizadas, tanto Morgan Stanley como Goldman Sachs ya invierten en los ETFs de bitcoin en varios de sus fondos. Y, a nivel estatal, planes de pensiones de Michigan, Wisconsin y Jersey también han empezado a invertir en la moneda digital”, recalca. No obstante, si se mira a los fondos cotizados, alrededor del 80% de estos flujos provienen de inversores minoristas, mientras la entrada de actores institucionales sigue en gestación, sugiriendo un potencial de crecimiento muy amplio tanto en adopción como en precios.
Javier Molina incide en que este año la criptomoneda más popular ha dado pasos de gigante y que la adopción de bitcoin por parte de empresas y estados hace tan solo 12 meses era impensable. “Este es el año en que todos nos dimos cuenta que tenemos un nuevo asset class entre nosotros y que hay que participar en él”, destaca. El cambio de mentalidad hacia un activo siempre muy hostigado ha sido evidente en un año en que el bitcoin se ha consolidado hasta llegar a considerarse como una reserva de valor a largo plazo y a cimentar, esta vez en serio, su tan polémica definición de “oro digital”.
No obstante, no es oro todo lo que reluce. La consolidación del bitcoin como un activo más no deja de lado su extrema volatilidad, que no ha faltado tampoco en este año dorado. La criptomoneda más popular ha confirmado que no le tiene vértigo a las alturas ni miedo a las fluctuaciones, algo que los inversores preferirían evitar. Se ha visto en estos últimos días, tras la reunión de la Fed: desde el momento en que Powell anunció un frenazo en los recortes de tipos el próximo año, el bitcoin resbaló rápidamente por debajo de los 100.000 dólares, hasta tocar los 92.000, un 14% por debajo de sus récords históricos de hace tan solo unas semanas. El activo siguió la estela de las principales bolsas, que también cayeron y en EE UU se dejaron entre un 2,5% y un 3,5% tras la reunión. La evolución en 2025 dependerá de muchos factores: la inflación, la situación macroeconómica o el movimiento de los principales índices de referencia. “El Nasdaq tembló y ya vimos a dónde fue el bitcoin”, alerta Molina. Según el experto si las bolsas han tocado techo, la criptomoneda lo ha hecho también. E incide en otro riesgo, la liquidez global, que ya ha bajado: “Cuando sucede, hay una salida de los activos de riesgo. Y tengo claro que el primer activo del cual los inversores se van a salir es bitcoin”. Si bien nadie todavía ve al horizonte un nuevo criptoinvierno, los expertos recuerdan que las fuertes subidas se producen muy rápidamente, mientras los momentos más bajistas son lentos y dolorosos.