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La relocalización de la producción, un efecto positivo de la pandemia

Empresas de muchos sectores contemplan recuperar parte de su actividad para solventar los problemas logísticos y de suministros, pero no creen que sea una tendencia consolidada

Trabajadores inspeccionan paquetes en una cinta transportadora.
Trabajadores inspeccionan paquetes en una cinta transportadora.vm (Getty Images)

La pandemia tuvo un fuerte impacto en la industria, sobre todo en aquellas ramas no consideradas esenciales y que, a la fuerza, tuvieron que parar máquinas y esperar. Una vez en marcha de nuevo, el sistema mostró sus carencias a través de la crisis de suministros y los estragos logísticos con los que están lidiando muchas compañías, principalmente desde 2021. La guerra de Ucrania fue la puntilla que terminó de de­ses­ta­bilizarlo todo. Solo hay que mirar al sector automovilístico para encontrar un ejemplo, con las fábricas de toda Europa reorganizando su producción para adaptarse a un contexto de escasez de componentes, entre ellos los chips.

Ese es un ejemplo extremo, porque los semiconductores proceden en su mayoría de Asia, que ha sido mucho más dura que el resto del mundo con las restricciones, tras la peor parte del Covid, pero el grueso de los sectores ha notado este problema. La inflación de 2022 y el alza del precio de las materias primas ha acabado por afectar a todo el ecosistema, que buscaba medidas para reducir los costes logísticos y tener cierto margen de maniobra. Por todo esto, la relocalización de la producción se ha erigido como una de las posibles soluciones.

Planta de producción de baterías de Volkswagen.
Planta de producción de baterías de Volkswagen.Morris MacMatzen (Getty Images)

Guillem Domingo, consultor legal de empresas y profesor universitario de EAE Business School, opina que puede tener importantes beneficios para las firmas que “puedan mantener el nivel de ventas”. Domingo admite que “la pandemia ha actuado como un incentivo para que las compañías relocalicen su producción en los países de origen para garantizar el abastecimiento de productos”, pero advierte de que la cuestión “no resulta fácil por los costes que implica el traslado”. “Debe ser vista como una oportunidad de mejora de la calidad de los procesos productivos”, añade.

Desde Amec –la comunidad de las empresas industriales internacionalizadas– explican que muchas compañías entienden que la situación actual es circunstancial, no estructural, y, por tanto, no creen que sea la mejor opción y prefieren esperar. “Un fabricante puede elegir trasladar solo parte de sus operaciones. Para ello, buscará el mejor ecosistema, es decir, su cercanía con la red de proveedores y sus mercados objetivo. Puede que estos estén en España y que su mercado principal sea el español, pero los países del norte de África o de Europa del Este son también opciones viables con mejores condiciones fiscales y económicas en cuanto a mano de obra”, agregan.

Decathlon ya ha anunciado su primera colección fabricada íntegramente en Europa

Sectores como el metal, el calzado, los juguetes y el textil sí ven en la relocalización una alternativa, aunque admiten que no se dan las condiciones ideales para trasladar plantas enteras a España o a algún país cercano. No obstante, reconocen que algunas empresas han optado por hacerlo para solventar los problemas derivados de la escasez de componentes y la logística. Es el caso de la igualadina Buff, que confecciona la popular pieza de vestir deportiva para el cuello y que prevé contratar a 140 personas en 2023-2024 para volver a fabricar en el municipio barcelonés, cuenta Jaume Olivé, del área de política industrial de CC OO en Cataluña.

Las europeas siguen también esta senda. La francesa Decathlon ha anunciado su primera colección fabricada totalmente en Europa. Pero el precio será entre tres y cinco veces superior al del resto de su oferta, entre 90 y 250 euros. Además, desde la firma admiten limitaciones de diseño por carencias en el sistema productivo local, por lo que serán más simples de lo habitual. Por el contrario, la huella de carbono es entre el 60% y el 80% menor a la de Asia.

La amenaza americana

La tendencia a la relocalización europea puede anticiparse observando a Europa del Este. Solo en 2022, Polonia, República Checa, Hungría, Eslovaquia y Rumanía sumaron 7,2 millones de nuevos metros cuadrados logísticos, según datos de CBRE, siendo Polonia el que más incorporó, con 4,3 millones.

No obstante, la disponibilidad se mantuvo por debajo del 5%, lo que indica que casi toda la nueva oferta se contrata en breves espacios de tiempo. Según CBRE, esta demanda está impulsada por empresas logísticas y del sector manufacturero.
Pero EE UU, y también Asia, amenaza este impulso con la Inflation Reduction Act. Desde el otro lado del charco ofrecen hasta 369.000 millones de dólares en ayudas a las empresas que fabriquen productos made in USA, lo que ha hecho que muchas compañías miren hacia ese país a la hora de estudiar futuras inversiones.

El grupo Volkswagen es un buen ejemplo, anunciando una nueva fábrica para producir coches eléctricos para la marca Scout en Estados Unidos y dejando entrever que alguna de las fábricas europeas de baterías podría acabar también allí.

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