Los tipos de interés han roto la bomba de riqueza global
El aumento de la desigualdad suele provocar conflictos civiles; esta vez, puede haber una solución pacífica
Todo el mundo sabe que los dados están trucados... los pobres siguen siendo pobres, los ricos se hacen ricos. En los 35 años transcurridos desde que Leonard Cohen escribió estas palabras, los ricos de EE UU se han hecho aún más ricos y los más pobres han seguido siendo resueltamente pobres. En el pasado, los periodos de aumento de la desigualdad han terminado a menudo en conflictos civiles. Según el teórico de la complejidad Peter Turchin, hemos llegado a otro punto de crisis. La inflación y la subida de los tipos parece empeorar aún más la situación. De hecho, pueden ofrecer una solución pacífica a esta era de disputas sociales.
Turchin utiliza los macrodatos para revelar patrones históricos, lo que él denomina “cliodinámica”, en honor a Clío, la musa griega de la historia. En su último libro, End Times: Elites, Counter-Elites and the Path of Political Disintegration (Fin de los tiempos: Élites, contraélites y el camino de la desintegración política), Turchin sostiene que las sociedades complejas atraviesan ciclos repetidos de paz y armonía internas, interrumpidos por brotes ocasionales de discordia. El punto de inflexión se produce tras largos periodos de estancamiento o caída de los ingresos, creciente desigualdad, disminución de la confianza pública y explosión de la deuda pública.
A medida que los ricos se multiplican en número, la pirámide social se invierte, dando lugar a lo que Turchin denomina “superproducción de élites”. Cuando hay más aspirantes a puestos de poder que plazas, las élites empiezan a luchar entre sí y surgen las llamadas “contraélites” que amenazan con derribar el sistema. A lo largo de los siglos, muchos países han sido testigos de este patrón. Turchin cita ejemplos desde la Francia medieval hasta la China de mediados del XIX, cuando un aspirante fracasado a la función pública, Hong Xiuquan, lanzó la Rebelión Taiping, la guerra civil más sangrienta de la historia.
La sobreproducción de las élites surge cuando las condiciones económicas favorecen a los ricos a expensas de todos los demás. Turchin lo denomina “bomba de riqueza”. Por ejemplo, el rápido crecimiento de la población tiende a hundir los salarios reales, subir los precios de los alimentos y aumentar las rentas de la tierra, beneficiando a los terratenientes. La inmigración a gran escala eleva los beneficios empresariales, al igual que la aparición generalizada de monopolios. La Edad de Oro de EE UU siguió a la Ley de Inmigración de 1864, que pretendía garantizar un suministro adecuado de mano de obra barata para las empresas. A finales del XIX muchas industrias se concentraron. Eso llenó los bolsillos de barones ladrones como Andrew Carnegie y Henry Clay Frick, cuyas operaciones comerciales se fusionaron para formar US Steel, lo que acabó provocando una reacción popular.
Hemos vivido una segunda Edad de Oro, afirma Turchin. En EE UU, la inmigración y la deslocalización de la fabricación han socavado el poder de la mano de obra. Las empresas han experimentado otra ronda de concentración. Los beneficios corporativos han alcanzado su nivel más alto (respecto al PIB) desde 1950. Mientras, los salarios medianos se han estancado y los trabajadores no cualificados han sufrido una caída de sus ingresos reales. Incluso antes de la pandemia, el aumento de la esperanza de vida en EE UU había retrocedido debido al aumento de las sobredosis de drogas y otras muertes por desesperación.
La sobreproducción de élites es visible en el creciente número de licenciados universitarios sobrecualificados para los empleos que se ofrecen. La indecorosa competencia por entrar en las mejores universidades saltó a la luz pública en 2019, cuando unos investigadores descubrieron que padres ricos habían pagado sobornos para que sus hijos entraran en las mejores universidades. Se han desatado luchas internas entre élites: Turchin describe a Donald Trump como una típica “contraélite” que capitalizó el descontento popular. Hemos entrado en la fase precrisis. “A muchos observadores les sorprendió la intensidad de la cultura de la cancelación que apareció de la nada. Pero este tipo de luchas ideológicas despiadadas son una fase común en cualquier revolución”, escribe Turchin.
Se echa de menos en este análisis el importante papel desempeñado por la política monetaria. Los tipos ultrabajos demostraron ser la mayor bomba de riqueza jamás ideada, cargando los dados a favor de la élite financiera. El dinero fácil infló los precios de los activos, redujo los costes de endeudamiento de las empresas y facilitó las transacciones financieras. El aumento de las operaciones corporativas y de los precios de las acciones hizo subir los sueldos de los banqueros de Wall Street y de los altos ejecutivos de las empresas. Desde el cambio de siglo, cuando la Fed, bajo Alan Greenspan, redujo los tipos a un nuevo mínimo de posguerra, la riqueza ha crecido sistemáticamente más rápido que el PIB. En EE UU, la riqueza de los hogares se disparó incluso cuando el ahorro neto disminuía. Según un reciente informe del McKinsey Global Institute, en los dos últimos decenios se han creado en el mundo unos 160 billones de dólares de riqueza en papel.
Según McKinsey, la bajada de los tipos hizo subir las valoraciones inmobiliarias y empresariales, y fomentó un mayor endeudamiento, gran parte del cual se gastó en activos existentes, como adquisiciones de empresas y recompras de acciones. A principios de 2021, la riqueza estadounidense era más de seis veces superior al PIB, en torno al doble que en 1980. La explosión de la riqueza en papel ha sido un fenómeno mundial. Según McKinsey, el patrimonio neto de China es ahora el 800% del PIB, más o menos el mismo nivel que alcanzó Japón en el pico de su burbuja de activos en 1990.
Cuando llega un punto de crisis, dice Turchin, la élite está condenada a reducirse. En el pasado ocurría mediante masacres, encarcelamientos o emigración forzosa. Pero la transición no tiene por qué ser violenta: “Es posible apagar la bomba de la riqueza y reequilibrar los sistemas sociales sin recurrir a una revolución o a una guerra catastrófica”, escribe Turchin. El ascensor social de bajada es la solución más benigna. Ahí es donde entran en juego las alzas de tipos.
En 2022, los bancos centrales aumentaron los costes de los préstamos para frenar la galopante inflación. Las Bolsas y los mercados de renta fija se desplomaron y los precios inmobiliarios cayeron. En el mundo, los hogares perdieron unos 8 billones de dólares de riqueza, según McKinsey.
Es cierto que es solo una fracción de la riqueza en papel creada en las últimas décadas, pero es un comienzo. Al igual que los ricos fueron los que más se beneficiaron de los tipos ultrabajos, también sufren de forma desproporcionada las restricciones monetarias. El proceso de equiparación de la sociedad es doloroso pero necesario. Como decía Cohen en otra de sus canciones: Los ricos han metido sus canales en los dormitorios de los pobres, y se avecina un juicio imponente, pero puede que me equivoque.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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