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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Futuras víctimas de las subidas de tipos

El estrés financiero es solo uno de los muchos y previsibles efectos del final de años de excesiva liquidez y tasas de interés ultrabajas

Una sucursal de Silicon Valley Bank
Una sucursal de Silicon Valley BankJUSTIN SULLIVAN (AFP/Getty Images) (Getty Images via AFP)

Los mercados están constantemente descontando el impacto de eventos futuros. Muchos de estos eventos son razonablemente predecibles, como por ejemplo los beneficios que se esperan para el próximo trimestre de una determinada compañía. Y existen otros muchos que son difíciles o imposibles de predecir, como ocurrió en el año 2020 con la pandemia.

En cualquier actividad inversora se intenta trabajar sobre los eventos predecibles y sobre las consecuencias que estos puedan traer aparejadas si finalmente se producen. Hay eventos predecibles que generan inexorablemente otros eventos, convirtiéndose en una cadena de acontecimientos. Un ejemplo de “cadena de eventos” en la economía lo estamos viviendo actualmente. Tras la fuerte expansión monetaria vivida a raíz de la pandemia y una vez se reactivó la economía, se empezaron a ver las primeras presiones inflacionistas. Ya por aquel momento, era predecible que si estas presiones inflacionistas se consolidaban en el tiempo, se iba a generar ineludiblemente una cadena de eventos como la que hemos vivido: subida de tipos, encarecimiento de la deuda y el ajuste de las valoraciones de muchos activos.

Evidentemente, los gestores del banco californiano SVB no debieron pensar que la inflación iba a ser estructural, y que tras esta realidad, vendría forzosamente una subida de tipos, y que tras esta subida, la renta fija sufriría sensiblemente en su valoración. De otra manera, no hubieran tenido una cartera de bonos con tanta duración.

¿Qué otros efectos colaterales están aún por producirse como consecuencia de la actual inflación y el alza de tipos de interés? Llevamos escasamente un año desde que comenzó la escalada de los tipos de interés y ya hemos visto las primeras víctimas. Ya no estamos hablando de predecir si la inflación y los tipos se comportarán de una u otra manera. Es ya una realidad que la inflación es un problema y que los tipos se van a mantener elevados hasta que los precios vuelvan a una senda más controlada.

El estrés financiero que las subidas de los tipos de interés han generado en algunos bancos es solo uno de los muchos y previsibles efectos colaterales que el fin de muchos años de excesiva liquidez y tipos de interés ultrabajos está teniendo en la economía. Esta nueva realidad no ha hecho más que empezar. Pensemos que la traslación de los tipos de interés a la economía real tiene siempre un decalaje y que se están dejando notar tan sólo los primeros efectos de esta fuerte subida.

Cualquier operación financiera que haya basado su rentabilidad en unos tipos de interés anormalmente bajos y en el “fácil” acceso a la liquidez dará tarde o temprano muestras de fatiga. ¿Cuándo y cómo se va a manifestar esta realidad? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que va a formar parte de la limpieza y el rigor financiero que imprime el hecho de que el dinero vuelva a tener un coste razonable.

Es aconsejable evitar cualquier tipología de empresa que tenga un nivel de endeudamiento que no sea sostenible con los actuales tipos de interés. Muchas de ellas tendrán que digerir esta realidad o bien ampliando capital o bien dedicando gran parte de los flujos de caja que generen (si es que los generan), a reducir este exceso de apalancamiento. Hay otra tipología de empresas que encontrarán dificultades incluso para ampliar capital (como le ocurrió a SVB Bank) si el riesgo que asumieron en sus balances, proyectos o inversiones compromete excesivamente la viabilidad de sus negocios.

Asistiremos probablemente también a noticias problemáticas de algunos fondos que habiéndose visto forzados en cierta medida a invertir en estos últimos años, se encuentren con una valoración de los activos o proyectos donde invirtieron que ya no se puede justificar, máxime si esa valoración estaba sustentada en escenarios de apalancamiento y coste de la deuda que no son ya realistas.

Las distorsiones generadas desde hace años por unos tipos de interés anormalmente bajos se han visto especialmente agravadas por la fuerte expansión monetaria vivida desde la pandemia, generando efectos nocivos en la economía que solo ahora estamos empezando a ver.

Han sido casi 15 años los que hemos vivido en un contexto artificial del coste del dinero y hemos podido convivir con esta realidad porque la inflación no había hecho acto de presencia. Es más, no sólo habíamos soportado la inflación, sino que los bancos centrales han estado durante muchos años buscando generar “algo de inflación” como vía para reducir el endeudamiento público en términos reales.

Sin tiempo a reaccionar y como ocurre a veces en la economía, hemos pasado justo al otro lado de la plaza, las cosas han cambiado brusca, y para muchos, inesperadamente. Las economías que hace pocos meses no eran siquiera capaces de alcanzar objetivos de inflación del 2% ahora se ven inmersas en una espiral inflacionista no vista desde hace más de 40 años.

Decíamos al principio que los inversores intentan trabajar siempre sobre la base de elementos predecibles. Quizás ahora no podamos predecir con exactitud dónde y cuándo se van a manifestar los siguientes efectos de las subidas de tipos, lo que sí podemos asumir es que si se perpetúa la inflación por encima de los objetivos de los bancos centrales, y este es nuestro escenario central, muchos activos van a ser problemáticos.

Los propietarios de estos activos (empresas, fondos, bancos y demás instituciones financieras), tendrán que reconocer antes o después lo bien o lo mal que han hecho sus deberes en estos últimos años, sin la esperanza de que los bancos centrales puedan volver a las políticas “ultra laxas” a las que nos han tenido acostumbrados desde la gran crisis financiera. Este es el peaje que hay que pagar si se quiere combatir la inflación. La alternativa a no combatirla mejor la omitimos.

* Luis Urquijo, consejero delegado de Muza Gestión

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