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Xavier Urbaneja: “Las pymes tienen que ser proactivas para proteger sus productos de las falsificaciones”

Solo un 10% de empresas tiene derechos de propiedad en sus innovaciones. Se han incautado 251,5 millones de euros por esta actividad ilícita en 2024

Una pequeña o mediana empresa lanza, después de mucho trabajo y esfuerzo, un nuevo producto al mercado. Al principio funciona de maravilla, pero luego las ventas se estancan sin razón aparente y los clientes empiezan a dejar comentarios negativos en internet que no se corresponden con la realidad. Es entonces cuando la compañía descubre que alguien ha estado falsificando y vendiendo el producto sin su autorización.

“Ahí vienen a nosotros, cuando ya tienen el problema”, relata Xavier Urbaneja, director de Protección de Marcas en Sicpa, una firma suiza especializada en soluciones de trazabilidad y autenticación, conocida principalmente por ser el proveedor de tintas de seguridad para la mayoría de los billetes de banco en circulación en el mundo. “En ese momento, el asunto se complica porque el impacto en las ventas, y lo que es más importante, en la marca y la reputación de la empresa, es mucho mayor”, explica el experto por teléfono. “Por eso las pymes tienen que empezar a ser proactivas”, recomienda Urbaneja.

De momento, no lo están siendo. En Europa, solo el 10% de las pequeñas y medianas empresas son titulares de derechos de propiedad intelectual como marcas, patentes nacionales, dibujos o modelos, según un informe de 2022 de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (Euipo, por las siglas en inglés). En España, donde las pymes constituyen el 99,8% del tejido empresarial, la cifra es un poco mayor (11,6%), pero todavía insuficiente para proteger las invenciones.

El problema no es menor: ocho de cada diez empresas pequeñas y medianas en el mundo son víctimas de la falsificación de sus productos en internet, recoge un estudio de la empresa Smart Protection publicado por la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema). Las autoridades españolas han incautado en 2024 falsificaciones por un valor de mercado de 251,5 millones de euros, según la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), que suponen unas pérdidas de 5.700 millones de euros para la economía cada año.

“Las empresas pequeñas, medianas y grandes trabajan muy duro para innovar, sacar nuevos productos y adelantar a la competencia, pero hay gente que no respeta eso, que se salta la propiedad intelectual y falsifica los productos”, lamenta Urbaneja desde Barcelona, donde ha llegado para acudir a un foro sobre propiedad intelectual. “Antes pensábamos que las falsificaciones se concentraban en dos o tres industrias clave como la moda o los productos farmacéuticos, pero ahora estamos viendo que no, que todos los productos son susceptibles de ser falsificados si se puede sacar un beneficio económico de ello”, asegura.

Los productos más adulterados del mercado son la ropa, el calzado, los perfumes y cosméticos, los accesorios como bolsos y relojes, los medicamentos, las bebidas alcohólicas y el aceite de oliva, baterías, cargadores y el tabaco. Sin embargo, Urbaneja se ha encontrado hasta tuberías de plástico falsificadas. “¿Quién va a falsificar tuberías de plástico? Bueno, pues hay quien se dedica a eso, porque los falsificadores solo se guían por una máxima: ganar dinero. Si hay retorno de inversión, lo falsifican, y esto pone en jaque a todo tipo de empresa”, advierte el experto.

“Por eso las pymes tienen que mentalizarse de que, tarde o temprano, hay que empezar a preocuparse por la protección de la marca y los productos asociados. Hacerlo de manera reactiva puede ser muy complicado”, dice Urbaneja. Su compañía, que cuenta con más de 6.000 patentes de inventos creados para la protección de productos muy variados, se adapta a las necesidades y a la capacidad de cada empresa. “Tienen que empezar por alguna parte”, defiende, “porque si complicas la tarea a los falsificadores, se encarece la falsificación, deja de ser rentable y se rinden”.

Inventos para el seguimiento

La empresa de soluciones de autenticación, identificación y seguridad en las cadenas de suministro ha desarrollado instrumentos variados para luchar contra las alteraciones. Para el sector vitivinícola han desarrollado una etiqueta electrónica con un código QR que permite rastrear el producto desde su origen hasta su llegada al consumidor final. La etiqueta física utiliza un tipo específico de tinta y cambios visuales en la misma para evitar su reproducción fraudulenta en otros productos.

Para evitar la alteración del contenido de la botella han desarrollado tintas termocrómicas que cambian de color con los cambios de temperatura. Las incorporan al tapón para impedir que el vino sea manipulado sin conocimiento del fabricante o del cliente. Después de abrirla para intentar alterar el líquido, la botella queda inservible. En 2020, una operación de la Unión Europea contra bebidas alcohólicas falsificadas permitió la incautación de 14,8 millones de litros en las aduanas internas de los países de la UE, según datos de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF, por sus siglas en inglés).

La falsificación de ropa representa un problema cada vez mayor para la UE y las empresas que participan en este mercado. El valor estimado de las pérdidas asciende a los 12.000 millones de euros anuales y los países más afectados en su economía son Italia, Francia, Alemania y España. Suponen un 5,2% del total de las ventas del sector, una cifra nada desdeñable en un sector cuyos falsificadores innovan cada día para quedarse con una parte del pastel.

En este caso, una de las soluciones que promueve Sicpa tiene que ver con la idea de que los consumidores también tengan la capacidad de detectar productos de lujo falsificados para reducir daños. Que los clientes puedan “fijarse en materiales, artesanía y embalaje en busca de calidad”, y utilizar herramientas tecnológicas que les permitan hacer compras informadas.

La empresa ha incorporado a su oferta etiquetas RFID basadas en el internet de las cosas, y los códigos QR, que también se pueden utilizar para monitorear el movimiento de los productos. Eso facilita el seguimiento del producto hasta su llegada al punto de venta y la identificación de las falsificaciones.

Hasta el cannabis, una industria que podría superar los 25.000 millones de euros a escala mundial en 2026, según Sicpa, debe ser protegida de alguna manera. Por eso han creado el sistema Sicpatrace, que se fundamenta en cinco pilares: la seguridad del mercado productor, la trazabilidad del producto, la seguridad de los consumidores e implementar innovaciones tecnológicas en las cadenas de producción. “En función de la problemática que tenga la empresa”, detalla Urbaneja, “vamos a empujar hacia una tecnología u otra. No hace falta empezar y protegerse contra todo, con todas las tecnologías del mundo. Lo mejor es empezar simple”.

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