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Agua para la Ribera: el Canal de Navarra se prepara para su segunda fase

El Miteco avala la Declaración de Impacto Ambiental, tras dos años y medio de trámites. El Gobierno foral prevé la licitación de las obras para 2025

Vista del tramo nueve del Canal de Navarra, en el municipio de Pitillas.
Vista del tramo nueve del Canal de Navarra, en el municipio de Pitillas.fOTO CEDIDA POR CANASA

Las obras de ampliación de la primera fase del Canal de Navarra, que se licitaron en 2015 por 47,1 millones de euros, han entrado en su recta final, y se podrán concluir el año próximo, anunció Óscar Chivite, consejero de Cohesión Territorial del Gobierno de Navarra, el pasado mes de julio. “El canal es uno de los proyectos más relevantes y estratégicos de la comunidad foral”, explica Chivite a CincoDías, destacando que el impulso a estos trabajos durante los últimos meses permitirá revalorizar más de 5.400 hectáreas de terreno de regadío, que ahora podrán contar con un suministro constante de agua durante todo el año.

No obstante, el principal reto superado recientemente es la aprobación de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) para el proyecto de la segunda fase por parte del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), que se obtuvo en octubre. “Han sido dos años y medio de trabajo intenso”, afirma el consejero, “y nos permite seguir avanzando en los trámites con el objetivo de licitar las obras el próximo año”. Y es que, tras la finalización de la primera fase del canal en 2011, que supuso la transformación a regadío de más de 22.000 hectáreas, el objetivo planteado por el proyecto es dar suministro a más de 56.000 hectáreas, además de abastecer al 60% de la población de Navarra.

Ofrece certezas al sector agroindustrial y supone el impulso definitivo para hacer que crezca
Óscar Chivite, consejero de Cohesión Territorial del Gobierno de Navarra

“Hay sectores de riego que finalizaron hace unos años y han cogido velocidad de crucero”, apunta Natxo Valencia, gerente de la Comunidad General de Regantes de Navarra (CGRCN), “consolidando una estructura productiva agrícola estancada, con una escasez de agua muy considerable”. En este sentido, la actual ampliación implica la modernización de regadíos tradicionales que, por su antigüedad, “tenían los días contados a pesar de un potencial enorme”, señala Valencia. Zonas que, agrega, pueden abandonar una agricultura de secano –mayoritariamente, trigo y cebada–de rendimientos muy variables, aunque escasos, para poder producir hasta 40 variedades de cultivos con mayor seguridad, al no depender de las lluvias.

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Junto a esta productividad, los efectos del Canal de Navarra se extienden al terreno social, gracias a la necesidad de mano de obra para dar soporte al aumento de actividad de las explotaciones agrícolas y las empresas alrededor de las mismas: “Jóvenes y familias que se han incorporado a la agricultura, personas que se han quedado a vivir en los pueblos, permitiendo que la población de las localidades de las zonas rurales aumente y resulten atractivas para vivir”, añade Valencia, gerente de la CGRCN.

Incertidumbre climática

La importancia del suministro del Canal de Navarra se acentuó el año pasado, cuando la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona tomó la decisión de dejar de emplear el agua del manantial de Arteta durante el periodo estival, una de las tres fuentes de suministro de esta demarcación. Según su presidente, David Campión, “de esta manera se disminuye el impacto ecológico sobre el río Udarbe y se rentabiliza económicamente el canon anual y la inversión realizada en Tiebas” (el acceso al canal). Una medida encaminada a dotar a la red de abastecimiento de una mayor resiliencia frente a las variaciones climáticas propiciadas por el cambio climático. Así, gracias a la capacidad de 417 hectómetros aportada por el canal, la actual infraestructura permite hacer frente a períodos de sequía o cambios en el régimen de lluvias en la región ante la creciente incertidumbre climática. No obstante, “resulta muy importante el trabajo de mantenimiento y prevención de fugas, que actualmente se mantiene alrededor de un 10% del agua no declarada”, asegura Campión.

En términos medioambientales, la mencionada aprobación de la DIA conlleva ligeros cambios en el proyecto de la segunda fase del canal propuesto por el Miteco, de obligado cumplimiento; en particular, el soterramiento de unas líneas eléctricas y requisitos en la adopción de medidas relacionadas con la avifauna. Tras añadir las modificaciones, será la sociedad mercantil Canal de Navarra (Canasa) la encargada de redactar la licitación para la adjudicación de la obra, además de coordinar y realizar los procesos de expropiaciones con el apoyo de la Confederación Hidrográfica del Ebro, indican fuentes de Canasa.

En paralelo, debe ratificarse un convenio acerca del esquema de financiación entre las diferentes Administraciones, y formalizarse el acuerdo en la encomienda a Canasa. Un paso que condiciona tanto los plazos de licitación de las obras como el proceso de solicitud del préstamo necesario para abordar el proyecto de la segunda fase, de cerca de 200 millones de euros, y que se espera obtener del Banco Europeo de Inversiones. Sobre este préstamo, el Gobierno foral estudia lograr unas opciones “con intereses ventajosos para los actuales y futuros usuarios de la infraestructura y que faciliten la inversión”, aclara Chivite. Se trata de un asunto crucial para la CGRCN de cara a evitar nuevos retrasos, “ya que tanto los éxitos que se consigan como los errores que se cometan, los vamos a disfrutar o padecer los regantes durante mucho tiempo”, advierte Valencia.

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