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La renovable pelea por hacerse con el suministro eléctrico de los centros de datos

España se presenta como escenario ideal para esta industria por el bajo coste de la solar y la eólica. La conexión a la red de distribución, el principal escollo que denuncia el sector

Zona industrial con paneles fotovoltaicos.
Zona industrial con paneles fotovoltaicos.Marcus Lindstrom (Getty Images)

El consumo global de electricidad de los centros de datos fue de 460 TWh en 2022, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía. Una cifra que esta organización espera que se duplique en 2026, y que podría superar incluso los 1.000 TWh. De hecho, en la Unión Europea se calcula que este sector ya representa casi el 3% del consumo eléctrico total (76,8 TWh) y se espera que suba un 28% en 2030, hasta los 98,5 TWh.

En España, la capacidad de los centros operativos el año pasado fue de 200 MW, lo que supone un incremento de 50 MW respecto al ejercicio anterior, y las previsiones para 2024 apuntan a una tendencia similar, según SpainDC, la asociación que agrupa a los principales operadores. En palabras de su director ejecutivo, Manuel Giménez: “En la mayoría de casos, se trata de ampliaciones de capacidad, aunque se prevé la apertura de una decena de nuevas instalaciones”. Esto significaría superar la cifra de 65 centros en todo el territorio.

En seis años, la previsión es que sumen 10 TWh a la demanda eléctrica española, según el pronóstico conservador de SpainDC. Este informe cifra en 10.000 millones las inversiones en el país hasta 2030, así como la creación de 1-1,2 empleos directos y 5-12,5 indirectos por cada megavatio de potencia tecnológica (MW IT) instalada.

El aumento exponencial del consumo eléctrico a raíz del creciente número y capacidad de los centros de datos “representa una oportunidad importante para las renovables”, afirma José María González, director general de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA Renovables). No en vano, estas infraestructuras conllevan un consumo eléctrico intensivo y, además, “las compañías tecnológicas tienen un interés estratégico en contratar electricidad renovable para reducir su huella de carbono”, aclara. Además, mientras que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) preveía un alza anual de la demanda eléctrica del 5%, “la realidad es que en este año sólo está creciendo el 1%, tras una contracción del 2,5% en 2023″, apunta.

Así, se trata de una situación en la que se junta una alta demanda con un exceso de oferta; por lo que el desarrollo y expansión de los centros de datos “es necesario en un país que es una potencia en energías renovables y produce tres veces más electricidad de la que es capaz de consumir”, argumenta Giménez. Con una ventaja, y es que el funcionamiento de un data center, que requiere un suministro eléctrico las 24 horas del día, los siete días de la semana, lo convierte en “un tipo de consumidor fiable y predecible”, asegura.

Debido a su elevado consumo energético, “a veces se presenta a los centros de datos como enemigos del sistema eléctrico, cuando son todo lo contrario”, asegura Oscar Barrero, socio responsable de energía en PwC. También por su huella hídrica, otro debate. Desde la patronal SpainDC aclaran: “Debe insistirse en que los nuevos centros en España utilizan un circuito cerrado de refrigeración que se rellena de agua (4.000 m3) solo al comienzo de la vida de la instalación. Menos de los 6.000 m3 que requiere una hectárea de cultivo de maíz”.

Además, Barrero detalla que si bien requieren un alto nivel de servicio en términos de potencia y calidad de suministro, sus ambiciosos objetivos de descarbonización hacen que demanden prioritariamente fuentes limpias. Esto, cuando se plantea “la necesidad de incrementar la demanda eléctrica para que más renovables se puedan integrar, los convierte en una palanca clave para viabilizar proyectos”, aduce.

Lo anterior se traduce en que soportan su estrategia de suministro de electricidad sobre “contratos a largo plazo, como los PPA (power purchase agreements), que aseguran estabilidad financiera para los proyectos renovables”, indica González, además de grandes proyectos de autoconsumo. Así, destaca el ejemplo de Amazon –a través de la filial AWS– que tiene proyectos en España por valor de 3 GW y es el primer comprador de renovables a escala mundial.

Un hombre en un centro de datos de una universidad en Turingia (Alemania).
Un hombre en un centro de datos de una universidad en Turingia (Alemania). Martin Schutt (dpa/picture alliance/Getty)

Barreras de entrada

Actualmente, añade Marina Serrano, presidenta de la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (Aelec), “la generación española está preparada para abastecer la creciente demanda de los centros de datos. Y contamos con recursos renovables para que esa generación sea cada vez más descarbonizada”. No obstante, advierte de una barrera fundamental, la conexión a la red de distribución, cuya falta de expansión impide que los consumidores industriales puedan beneficiarse de la reducción de precios que conlleva la electrificación de la economía. “De no impulsar el desarrollo de la red en los términos que exige el PNIEC”, alerta, “corremos el riesgo de que toda la demanda se marche a otros países europeos”. Vecinos como Italia o Francia plantean el triple de inversiones destinadas a las redes hasta 2030, destaca Serrano.

Un panorama que corrobora González: “La llegada de Amazon y Microsoft han copado los titulares, pero también han trascendido las dificultades para realizar su conexión a la red, el principal cuello de botella”. En su opinión, España no puede permitirse a nivel industrial que estas corporaciones se desplacen a otros países, pero tampoco a nivel energético, ya que la demanda “ayudaría a equilibrar el desarrollo renovable”.

A esto se añade la especulación surgida con las solicitudes de los puntos de acceso por la creciente demanda de conectividad a la red, que supera la capacidad de respuesta de la Administración, y que perjudica a este negocio. Giménez cree que, “de llevarse a buen término las declaraciones públicas de desarrollo de la red de transporte y distribución eléctrica, dejaría de existir ese cuello de botella y, por tanto, la especulación”.

Otro aspecto que destacan los expertos consultados es la burocracia asociada a la citada conexión, así como la obtención de permisos para las nuevas instalaciones. “El pasado abril”, recuerda Serrano, “6.000 MW de capacidad de conexión solicitados por la industria –entre ellos, centros de datos– quedaron fuera de la modificación puntual de la planificación de la red”. Por eso, recalca, “es necesario modernizar el proceso de planificación, para asegurar que las redes incluyan las propuestas de actuación más eficientes, y que el sistema de inversiones en redes sea más flexible, permitiendo anticiparse más proactivamente a las necesidades de los consumidores”.

Factor solar

La energía nuclear ya está cobrando protagonismo en otras partes del mundo, de la mano de la propia Amazon o –más recientemente– de Oracle, que acaba de anunciar la puesta en marcha de un centro de datos alimentado mediante tres reactores modulares (SMR). España está lejos de tener que recurrir a esta fuente para conseguir que las compañías encuentren un coste de la electricidad adecuado. De hecho, según José Donoso, director general de la Unión Española Fotovoltaica (Unef), “la razón fundamental del abaratamiento y la ventaja competitiva del país en los precios de la energía respecto al resto de las naciones del entorno es la solar fotovoltaica”. Y sostiene que su papel es tan fundamental que, sin ella, “probablemente los centros de datos no desembarcarían aquí”.

El director técnico de esta asociación, Héctor de Lama, apunta que la capacidad en instalaciones fotovoltaicas se amplía cada año entre 4.000 y 5.000 MW en todo el territorio. Siendo una de las razones por las que en 2023 el precio de la energía fotovoltaica fue un 19% más bajo que la media de toda la electricidad vendida, mientras que en lo que llevamos de 2024 esa rebaja es superior al 43%. Un ahorro que es mucho mayor “cuando los centros de datos se conectan directamente a plantas fotovoltaicas, como autoconsumo. Porque de esa forma no utilizan las redes de distribución y, por tanto, no tienen que pagar los peajes y cargos asociados”, explica de Lama. Eso, teniendo en cuenta incluso su funcionamiento constante y la naturaleza no gestionable de la energía solar (no hay luz de noche), ya que los centros “no demandan la misma electricidad durante todas las horas del día, sino que alrededor del 40% se emplea en refrigeración”.

Regulación

Normativa. La Unión Europea ha planteado un escenario normativo para los centros de datos a través de la Directiva (UE) 2023/1791, en su artículo 12, y el Reglamento Delegado (UE) 2024/1364. Se trata de un marco que busca reforzar tanto la eficiencia energética como la transparencia en su consumo y en el impacto medioambiental. Estas normativas imponen obligaciones claras a los operadores, estableciendo un conjunto de indicadores de rendimiento que deben publicarse y comunicarse a una base de datos europea, con el objetivo de proporcionar una evaluación detallada de la sostenibilidad de cada centro. “Elementos como eficiencia energética, energía procedente de fuentes renovables, reutilización de calor residual, eficacia de la refrigeración o uso del agua”, aclara Oscar Barrero, socio de PwC. 

Aprovechamiento. Otro de los puntos clave de la directiva es el artículo 26, que exige la reutilización del calor residual en centros de datos con capacidad superior a 1 MW. Esto permite optimizar el consumo energético al aprovechar el calor para otros usos –por ejemplo, en la calefacción de otras instalaciones–. Algo que mejora el indicador PUE (power usage effectiveness), “que representa cuánta energía consume un centro respecto a la utilizada estrictamente por el hardware”, explica Barrero, “un aspecto fundamental para que un data centre sea competitivo y reduzca su huella de carbono”.

 
Ubicación. Una de las pretensiones del Gobierno es promover su distribución equitativa en todo el territorio. Sin embargo, según los datos de SpainDC, Madrid es –con mucha diferencia– la comunidad con mayor presencia de estas instalaciones, con 147 MW. Desde el punto de vista de Unef, y dado su consumo intensivo de electricidad, “deberían estar lo más cerca posible de los puntos de producción”, afirma su director general José Donoso; “y en especial, en aquellas comunidades que están haciendo mayor esfuerzo por la descarbonización”. En concreto, señala, Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla y León, Andalucía y Aragón. 
 

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