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Arnoldus van den Hurk (geólogo): “El colonialismo minero es peor que el petrolero”

Para este experto holandés, dedicado en los últimos años a descarbonizar minas, lo realmente crítico en Europa son los permisos a la minería, no los minerales. Y aclara que el modelo energético sigue siendo extractivo

El geólogo holandés Arnoldus van den Hurk en julio en Santander. 

Arnoldus van den Hurk

Foto:  Juanma Serrano
El geólogo holandés Arnoldus van den Hurk en julio en Santander. Arnoldus van den Hurk Foto: Juanma SerranoJuanma Serrano
Denisse Cepeda Minaya

El cobre, el zinc, el plomo, el aluminio, el estaño, el níquel, el litio, el cobalto y el grafito son hoy el tesoro más preciado para la Unión Europea, como antes lo fue –y aún lo es– el petróleo y el gas. El primero y los cuatro últimos son imprescindibles para la electrificación, las renovables y el coche eléctrico. Pero esto supone pasar a otra dependencia peor, a juicio del geólogo holandés Arnoldus van den Hurk (Ámsterdam, 63 años), dado que implica la explotación de unos recursos escasos –la mayor parte se concentra en África y Latinoamérica– y donde, para rematar, se rechaza la minería para obtener los existentes.

El experto, vecino de Palma de Mallorca –habla en perfecto español– y que recaló en julio en Santander para participar en el Congreso Internacional de Acción Climática 2024, organizado por la Fundación Empresa & Clima, la Fundación Universitaria Iberoamericana y la Universidad Europea del Atlántico, critica con dureza por videollamada la contradictoria política europea.

P. Dice que las minas son críticas, no los minerales. ¿Por qué?

R. Un mineral es crítico o no dependiendo del país donde está. Pero la criticidad también se debe a que no lo dejamos explotar. En el caso europeo, hay una serie de materiales, que son insuficientes, pero a los que no se les otorgan las autorizaciones. Por eso digo que lo realmente crítico son los permisos para la minería. Se necesitan para saber si esos recursos son explotables económicamente, convertibles en reservas. Una mina de metal, cuando hace la exploración, requiere siete años hasta su arranque. Es una inversión 100% de capital, no hay deuda: hasta que no empiezas a reconstruir, un banco no da crédito; es bastante complejo.

No están en contra de la mina, sino de que opere en su casa. Con perdón de la expresión, quieren ir a cagar a la casa del vecino, pero no a la suya; eso es muy europeo

P. ¿A qué se debe este rechazo en la UE si es clave para la transición?

R. A razones medioambientales, sociales y políticas, que no conviene, o porque hay un grupo que dice no a todo. Lo que en EE UU llaman nimby: not in my backyard [no en mi patio trasero]. No están en contra de la mina, sino de que opere en su casa. Con perdón de la expresión, quieren ir a cagar a la casa del vecino, pero no a la suya; eso es muy europeo.

P. Si la apuesta es su desarrollo fuera, persiste la dependencia.

R. Es un nuevo tipo de colonialismo minero peor que el petrolero. Con esa mal llamada transición energética, porque sigue siendo extractiva, pasamos del petróleo al cobre y del carbón al litio.

P. ¿Por qué es peor?

R. Es más agresiva y su impacto, mayor. Pero, cuidado, hay minas que ya me gustaría que muchas empresas tuvieran su calidad medioambiental y social. Hay muchos intereses creados: una huelga o protesta de una ONG o de los sindicatos en Chile hace que el precio del cobre suba un 5% global; es mucho dinero. Con el petróleo no pasa tanto.

Chile y Perú tienen el 35% del cobre del mundo en explotación. El Congo, más del 70% del Cobalto. El hafnio ha subido un 400% por su aplicación militar; entramos en la seguridad energética

P. El juego geopolítico...

R. Chile tiene casi el 22% del cobre del mundo en explotación y con Perú, el 35%. Las minas aparecen donde aparecen. El Congo, más del 70% del cobalto. ¿Quién necesita estos minerales? Los países más tecnificados. No solo hablamos de transición, sino de inteligencia artificial, chips... El hafnio es uno de los materiales raros que más ha subido de precio en el último año, un 400%. La tonelada está en 4,5 millones de dólares por su aplicación militar en la guerra de Ucrania. Se usa también en electrónica, en la fabricación de semiconductores y la nuclear... Entramos en la seguridad energética.

P. ¿Cómo afecta a Occidente?

R. Acaban de despertarse de la fiesta de Narnia y se han dado cuenta de que no tenemos esto ni lo otro. En Salamanca hay una mina de uranio [de la australiana Berkeley], parece que no le quieren dar el permiso final [en 2021 el Gobierno denegó su autorización] y han iniciado un arbitraje internacional. Aparte, tienen que explicar que con esta mina nos podemos ahorrar unas 11 de litio y otras nuevas de cobre, tierras raras y aluminio, etc., porque 11 toneladas de uranio se convierten en una de uranio enriquecido, que es lo que requieren las centrales nucleares francesas, y así Francia no tiene que enviar soldados a Níger para defender su aprovisionamiento y salvar al país de un genocidio.

P. ¿Qué hacer entonces?

R. La UE se ha olvidado de la geología desde hace unos 40 años. Casi no hay geólogos y tenemos muy pocos ingenieros. América Latina tiene mucha mejor ingeniería minera. África tiene cerca del 35%-40% de los minerales del mundo, es un continente donde se disparará mucho la población y una de las mejores maneras para fijarla es con la minería. Pero no solo para exportárnosla, sino para su desarrollo propio. Los aliados tienen que reunirse con una visión abierta. Es muy bonito el hidrógeno, pero si a los hidrolizadores, que separan el oxígeno, no le pones rubidio ni platino, no funcionan. ¿Quién los tiene? Sudáfrica, que pertenece a los BRICS, y Rusia. Se espera que en 2030 el 15% de la energía eléctrica del mundo la consuman los centros de datos, la inteligencia artificial y las criptomonedas; esto no está en las agendas, hay que renovarlas. Podemos cumplir con el cambio climático, nos cargamos todas las industrias y no tenemos emisiones, pero también estamos todos parados. Falta sensibilidad y sinceridad.

Arnoldus van den Hurk en el Congreso de Acción Climática en Santander.
Arnoldus van den Hurk en el Congreso de Acción Climática en Santander.Juanma Serrano

P. ¿Es vital esta actividad?

R. El reciclaje es insuficiente. En el caso del cobre, el que mejor recicla, soluciona el 22%-23% del problema a 2030, el resto seguirá siendo minería. La educación es clave y dar ejemplo.

P. ¿Qué le parece la imposición de aranceles a la importación de coches eléctricos chinos?

R. En 2023, cuando se metieron con los chinos, ¿qué hizo Xi Jinping?, cortó [la exportación del] germanio y el galio, este último es tan crítico que no puedes fabricar chips ni misiles. China produce el 94% del mineral, clave para la seguridad nacional de EE UU. Stellantis, con una planta en Marruecos, compra baterías para sus coches eléctricos a fábricas marroquíes cuyos inversores y desarrolladores son chinos, y que contabilizan como producción local en la UE. ¿A qué estáis jugando?

Las instalaciones están hoy muy tecnificadas, no salen diablos rojos. Usan renovables camiones eléctricos y trabajan mujeres

P. Mencionaba antes que hay minas modelo, ¿cómo han cambiado?

R. No son lugares donde salen diablos rojos, están muy tecnificadas. Tras la industria militar, fue la primera que usó drones. Muchas son o buscan ser 100% renovables, como La Escondida en Chile, con camiones eléctricos o de hidrógeno conducidos por mujeres. No solo van hombres con pico y pala y la cara [manchada] de negro. La primera vez que oí sobre gemelos digitales fue en un congreso minero en Toronto hace 10 años y de ESG, hace 15 en Australia. Los esfuerzos en minería climática ya me gustaría que muchos aeropuertos o puertos lo hicieran. El impacto cero no existe, la cuestión es reducirlo al máximo posible.

P. ¿Hay ejemplos en Europa?

R. Los nórdicos, Suecia y Finlandia. Boliden, que tuvo un accidente famoso en Andalucía [el desastre de Aznalcóllar de 1998 por el vertido de tóxicos en Doñana], es el primero que ha certificado cobre sostenible. Tiene coches y camiones eléctricos, la energía que consume es renovable y paga la huella de CO2 desde hace 10 años: a 63 euros la tonelada en 2023. El siguiente, Canadá.

Sobre la firma

Denisse Cepeda Minaya
Periodista especializada en energía, medio ambiente, cambio climático y salud. Máster en Economía verde y circular por el Inesem y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Con más de 20 años de experiencia en periodismo económico. Anteriormente trabajó en República Dominicana como reportera de economía en los periódicos El Caribe y Listín Diario.
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