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El declive de la minería europea choca con la urgencia de materiales y el control ecológico

La compañía sueca Boliden advierte de que la viabilidad del sector peligrará si nada cambia de aquí a 10 años

Minas y yacimientos sin explotar, minerales críticos Gráfico
Belén Trincado Aznar
Fernando Belinchón

La minería en Europa dibuja el último gran dilema capaz de poner al Viejo Continente frente a su espejo. Según cifras del último informe anual de World Mining Data, la producción minera europea se ha reducido un 31% desde el año 2000, quedando en un 6,7% de toda la producción mundial. Frente a este radical recorte al peso del sector, las crecientes necesidades de materiales espoleadas por la transición energética han reabierto con renovada intensidad el apetito por los minerales. Pero no es oro todo lo que reluce porque también hay que concitar necesidad y urgencia con el respeto ambiental.

La pandemia, la invasión rusa de Ucrania, un barco atravesado en el Canal de Suez... Esta no es solo una lista de desastres que golpearon las cadenas de suministro mundiales, sino que combinada con los esfuerzos de presión e influencia de la industria, es también una enumeración de los motivos que llevaron a que la Unión Europea analizara el origen de sus suministros de minerales. No solo la mayor parte de los minerales fundamentales para la actividad económica en Europa vienen de fuera de la región, sino que también pasa lo mismo con la capacidad del procesado de los mismos. En un mundo cada vez más hostil, la Unión descubrió cómo la deslocalización de las minas hacia lugares con mano de obra más barata dejó el suministro en manos de países de los que ahora recela.

Según datos de la empresa de inteligencia económica CRU Group recopilados por el Real Instituto Elcano, en 2022, China concentraba el refino a nivel mundial del 95% del manganeso, el 73% del cobalto, el 70% del grafito, el 67% del litio y el 63% del níquel, por no mencionar que el gigante asiático extrae el 90% de las tierras raras ligeras y el 100% de las pesadas. Cobalto, litio y níquel son fundamentales para las baterías eléctricas, así como para otros usos industriales en la aviación, medicina o pinturas. El manganeso lo es para el acero. El grafito se usa en la fabricación de pistones, juntas, arandelas, rodamientos y de electrodos. Las tierras raras se emplean en turbinas, baterías y smartphones.

Bruselas preparó una respuesta. La ley de materias primas fundamentales (CRMA por sus siglas en inglés) aprobada el pasado mes de abril, marcó una lista de 34 materias primas críticas. La norma fija que, para 2030, al menos un 10% de todo el consumo de esas materias primas deberían extraerse del suelo europeo, que el 40% se procese dentro de las fronteras comunitarias y que, una vez desechado el producto que las contiene, al menos el 25% se recicle. Además, se prohibió que más del 65% de cualquiera de estos materiales tenga origen en exclusiva de un solo proveedor y se creó una figura llamada proyectos estratégicos para acelerar el despliegue de nuevas minas al acortar los plazos administrativos necesarios para crearlas. Si bien esta regulación ha sido celebrada por el sector minero, diferentes voces dentro de él consideran que no es suficiente.

Fuentes de Boliden, la firma sueca que estuvo detrás del desastre de Aznalcollar hace 26 años y que en 2023 fue eximida en una sentencia recurrible al Supremo de pagar los 89 millones de euros que le pedía la Junta de Andalucía, advierten de una suerte de doble personalidad por parte de la Unión Europea y del riesgo de que esto vuelva la actividad inviable.

“Día a día vemos que, de un lado, Europa dice querer metales para la transición energética”, arranca Nils Eriksson, responsable de permisos medioambientales de Boliden. “Por otro, vemos como no llegan los permisos ni las autorizaciones que hacen falta para minarlos. Con una mano, la UE aprueba el acta de materias primas críticas, pero con la otra, s;gue produciendo una enorme cantidad de legislación que hace que sea mucho más difícil abrir minas”, cavila. “Si la situación no cambia en el futuro cercano, digamos los próximos 10 años, la minería en Europa peligrará”, añade.

Juan José López Muñoz, presidente de la Cámara Minera de Galicia e ingeniero de minas con 20 años de experiencia, describe la situación del sector como “delicada”. César Luaces, director general de la plataforma sectorial Primigea, la cataloga como al borde del colapso. “La situación en España y Europa estaba cerca de no tener retorno. La CRMA es un punto de inflexión, pero requiere de una voluntad decidida por parte de los Estados, si no, quedará en nada”, dice.

La minería española tuvo un apogeo en el siglo XX seguido de una debacle que empezó en los años 80. López Muñoz relata cómo entonces China abrió el grifo de minerales, hundiendo con ello los precios de los mercados internacionales y sacando del juego a la mayoría de minas que por aquel entonces operaban en España. “Se cerraron a la espera de que los precios volvieran a subir. Ahora, las están reabriendo, porque los precios vuelven a encajar”.

Según datos del Instituto Geológico Minero (IGME), España tiene minas activas de 8 de los 34 minerales críticos. El 31 de diciembre de 2018 cerraron las últimas minas de carbón, y, con ello, se perdió uno. Los máximos exponentes del sector en funcionamiento son las minas de cobre de Rio Tinto en Huelva y Las Cruces en Sevilla.

En España se han registrado yacimientos de otros 16 minerales críticos que están sin explotar. Entre los casos más sonados de recursos a la espera de ser extraídos destacan el litio, las tierras raras y, aunque no sea crítico, el uranio. Cuando se han intentado abrir las minas, los proyectos se han encontrado con la oposición ecologista, en ocasiones con la del pueblo cercano y, en otras, con la de políticos. La minera australiana Berkeley, que trata de explotar el uranio de Retortillo en Salamanca, abrió un arbitraje internacional de 921 millones contra el Estado español por la negativa del Gobierno a la apertura.


Europa ante el espejo

De la mano de esta nueva situación de precios, de una Unión Europea más preocupada por la seguridad del suministro y de nuevas técnicas de extracción que permiten aprovechar mejor los minerales, las minas están intentando volver, pero encuentran mucha oposición.

Con ello, Europa está en una encrucijada. Si quiere minerales producidos en su suelo, deberá permitir que se extraigan, pero esto tiene su contraparte. Cristóbal López, responsable de comunicación de Ecologistas en Acción, afirma que las minas de metal son más problemáticas para el entorno. “Los residuos que echan a ríos o acumulan en balsas tienen metales pesados que son muy contaminantes. Suelen dejar mercurio, cadmio, arsénico y plomo en el agua”, detalla.

Boliden, la Cámara Minera de Galicia y el Instituto Geológico Minero coinciden al señalar que los métodos de minería nada tienen que ver con los de hace años ni con los que hay en el imaginario colectivo. “La minería metálica ha evolucionado muchísimo. No consiste en un montón de hombres con picos con la cara tiznada de negro”, apostilla Ester Boixereu, investigadora del IGME. El argumento del sector es que es mejor extraer los minerales en Europa, con estándares y condiciones laborales europeas, en vez de en otros sitios sin ellas.

El portavoz de Ecologistas en Acción matiza esta visión. “En Europa sí que hay leyes más duras, pero las hay en Austria, o en Alemania o en los países nórdicos. En España no. La legislación española permite la construcción de ciertos tipos de balsas mineras que están prohibidas en el resto del mundo”, profundiza. La sentencia que eximió a Boliden de pagar a la Junta lo hizo porque el juez estimó que la Ley de Minas no obliga a reponer el medio ambiente tal y como estaba antes del accidente.

López reúne algunos casos de mala praxis que se han dado en España. El portavoz ecologista describe que una práctica habitual en las minas es funcionar con sociedades pantalla que, en caso de problemas, se declaran en quiebra. En ocasiones, cuando se las multa por afectar al medio ambiente, la sanción caduca y no se hace efectiva. Con todo, el experto sostiene que la minería se puede hacer de buenas formas en el caso de que a las mineras se las vigile con una legislación adecuada. Europa se pone frente al espejo por necesidad de minerales. El cómo maride garantías ambientales y viabilidad de negocio de las empresas, determinará el reflejo que verá.

Parálisis en España: el país con 24 de los 34 minerales críticos y el caso Penouta

Contrastando la lista de los 34 minerales críticos con los datos del Instituto Geológico Minero, se aprecia cómo en el suelo de España descansan 24 de estos minerales. Si bien, cabe puntualizar que no solo importa tenerlos, sino que también importa la cantidad que hay y si se pueden explotar o no.

Sobre el segundo punto, no es sencillo detallar las reservas exactas de cada mineral porque apenas hay datos, pero por ejemplo, en el litio, según las estimaciones del servicio geológico estadounidense, España cuenta con el 1,14% de todas las reservas mundiales, unas 320.000 toneladas. En 2023, en todo el mundo se extrajeron 180.000 toneladas.

En referencia al tercer punto, el de la explotación, es aún más complicado si cabe. El municipio gallego de Viana do Bolo, pueblo que está en las cercanías de la mina de Penouta, la única mina de coltán de Europa, es un caso paradigmático.

En los años 80, la mina de estaño propiedad de Rumasa que operaba allí echó el cierre. En 2008, una filial española de la empresa canadiense Strategic Minerals descubrió que en la antigua balsa minera, donde Rumasa vertía el mineral que no era capaz de aprovechar, había tántalo y niobio, los componentes del coltán, en suficiente cantidad como para explotarlo de forma viable.

En 2018, la empresa recibió el permiso para extraer el coltán de las balsas. En 2022, la Xunta aprobó una ampliación de la mina a cielo abierto. En noviembre de 2023, el Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSJG) ordenó una paralización cautelar de la actividad que confirmó el pasado mes de junio.

En el auto en el que confirma su decisión, contra el que cabe un recurso que la compañía ha interpuesto, el alto tribunal explica que ni la empresa de esta mina situada en el entorno de Pena Trevinca, un espacio protegido por la Red Natura 2000, ni la Xunta, hicieron una “oportuna y adecuada evaluación de su impacto en Pena Trevinca”. Además, el TSJG asegura que se constata la presencia de minerales pesados en dosis peligrosas en las aguas superficiales próximas a la explotación minera. Ante el riesgo de que esto afecte a la salud de la gente, ordenó frenar la operativa hasta analizar más los niveles de contaminación del agua.

La decisión desató protestas tanto de los trabajadores como de las autoridades de una zona afectada por la despoblación. Por primera vez en años, la mina trajo nueva vida a esta región.

El presidente de la Cámara Minera de Galicia, Juan José López Muñoz, es también el responsable de I+D de esta mina. “Yo ahora mismo estoy en ERTE al 100% desde hace 9 meses. La actividad está paralizada por el TSJG por una denuncia interpuesta por Ecologistas en Acción acerca de una supuesta contaminación de aguas. Tenemos 129 trabajadores y llevamos 9 meses en ERTE a la espera de que nos dejen volver a la actividad y de que se demuestre qué pasa con esas posibles filtraciones. Lo que pensamos los trabajadores es que deberían repetirse las pruebas y ver cómo salen los resultados. Si salen mal, pues se para”, alega López Muñoz.

Cristóbal López, portavoz de Ecologistas en Acción, explica la postura de la asociación: “Lo que dijimos a la Xunta y al tribunal superior es que no se puede obviar en el estudio ambiental la situación de partida y que la mina se encuentre en la Red Natura. El Tribunal nos da la razón. Qué hizo la minera. Echó a todo el mundo a la calle. Ellos podían seguir trabajando en las escombreras, pero para hacer presión política al tribunal y a la Xunta despiden a la gente. Ellos pueden seguir con la actividad que tenían, eso sí, sin contaminar. Hicieron una campaña propagandística vendiendo el coltán y obviando la contaminación de las aguas que están alrededor de la mina. Aguas de las que bebe el propio pueblo”, lamenta.

López Muñoz responde: “Somos profesionales y queremos hacer nuestro trabajo lo mejor posible. Somos tan ecologistas como el resto. Mi hija vive aquí. Bebe agua de las minas donde estoy yo. A mí tampoco me interesa para nada maltratar el territorio donde vivo”, concluye.

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Sobre la firma

Fernando Belinchón
Madrid. 1994. Máster en periodismo económico por la Universidad Rey Juan Carlos. Redactor de la Mesa Web de CincoDías. En el periódico desde 2016.
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