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Las telecos en Europa: un sector fragmentado, con resultados estancados y la obligación de invertir en red

Pallete era el último superviviente entre los grandes directivos del sector en esta década. Las ‘low cost’ y la irrupción de las ‘big tech’ han revolucionado un negocio que no atrae a los inversores

José María Álvarez-Pallete, expresidente de Telefónica.
José María Álvarez-Pallete, expresidente de Telefónica.Alejandro Martinez Velez (Europa Press/Getty Images)
Manu Granda

La salida de José María Álvarez-Pallete de Telefónica, si bien no fue del todo sorpresiva ya que su mandato caducaba este año, supone el adiós al último superviviente entre los directivos de las telecos europeas que han presenciado el declive del sector en esta década. Pallete ha dejado una compañía que vale en Bolsa un 57% menos que cuando asumió los mandos, en 2016, en sustitución de César Alierta. Esta circunstancia no es exclusiva de Telefónica, sino que se extiende a todo un sector europeo que se encuentra muy fragmentando, con servicios baratos para sus clientes, pero con empresas incapaces de competir con los grandes jugadores norteamericanos y asiáticos, que cuentan con mucho más músculo. Sin embargo, las telecos son un sector en general con unas previsiones de crecimiento de facturación muy modestas sin importar en qué parte del mundo operen.

“Prevemos un crecimiento de los ingresos de alrededor del 1,7% en 2025, impulsado por el aumento continuo del tráfico de datos y algunas subidas de precios. Los márgenes de ebitda mejorarán ligeramente, mientras que la intensidad del capital caerá en muchos países. Nuestra previsión de crecimiento de los ingresos es inferior al 2,5% del año pasado porque esperamos que el crecimiento del PIB mundial se desacelere. La capacidad de los operadores para aumentar los precios se ha debilitado, los mercados son cada vez más maduros y la competencia sigue siendo alta”, resumió la agencia de calificación de riesgo Moody’s en un informe de octubre.

En el caso concreto de Europa, los analistas coinciden en señalar que el problema de la debilidad y falta de escala del sector se debe a un tema de regulación. “La manera de pensar de los reguladores en Europa hasta ahora ha sido la de favorecer la competencia, con precios bajos para los clientes, con una alta penetración de los servicios que hace que la economía se desarrolle. Esa lógica ha funcionado muy bien, pero ha generado un sector muy débil”, explica Augusto Baena, socio de Communications, Media and Technology de Oliver Wyman. Dicha regulación ha favorecido que en países como España surgiesen competidores muy agresivos en su política de precios, las low cost, que han quitado cuota de mercado a los jugadores ya presentes en el mercado. “Son compañías que dan servicio sin tener la propiedad de la red, mientras que son las grandes las que se han encargado de hacer todo el despliegue de la misma, las cuales tienen la obligación de ceder su uso a cambio de un precio establecido por ley”, añade Iván San Félix, analista sénior del banco de inversión Renta 4.

Esta competencia, que ha quitado cuota de mercado a las grandes telecos, se suma a la irrupción de las grandes tecnológicas como Amazon, Meta u operadores de servicios por streaming como Netflix, muy demandantes en el uso de datos y ancho de banda. Esto ha obligado a las compañías del sector a invertir inmensas sumas de dinero en el desarrollo de sus redes (España cuenta con una posición privilegiada con una nutrida red de fibra), mientras las big tech ganaban mucho dinero con sus servicios sin arrimar el hombro en los costes que supone la instalación de la red.

Esta falta de solidaridad es una de las grandes demandas del sector, que a través de la patronal europea GSMA ha pedido a la Comisión Europea que imponga a la grandes plataformas una “contribución justa”. “Este nuevo enfoque debería basarse en una revisión de la política del espectro, aceptando la necesidad de escala para evitar la fragmentación del mercado, y en una contribución justa y proporcionada de los mayores generadores de tráfico a los costes de la infraestructura de red”, manifestaron en octubre de 2023 una veintena de telecos del Viejo Continente.

La otra gran reclamación del sector es que se facilite la consolidación, algo que se recoge como una necesidad en el Informe Draghi, que pide el fin del veto a las fusiones pero que parece difícil teniendo en cuenta el peso de los Estados en sus respectivas telecos (sin ir más lejos, el Gobierno español a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, SEPI, es el mayor accionista de Telefónica con el 10% del capital, una operación que surgió para contrarrestar el peso saudí de STC). “Llega un momento en el que el sector es tan débil que surge la posibilidad de que capitales extranjeros entren en las compañías. Cuando eres grande tu propio tamaño te protege”, explica Baena.

Con el nuevo gobierno comunitario las cosas podrían cambiar de la mano de la comisaria que tendrá mando en este asunto, Teresa Ribera. La vicepresidenta europea de Competencia se mostró a favor en septiembre en una entrevista con el Financial Times, donde indicó que las reglas para las fusiones “evolucionarán” para ayudar a las compañías a crecer en escala. Lo cierto es que en el último tiempo la única gran consolidación ha sido la de Orange y MásMóvil, que ha derivado en la creación del primer operador de España en número de clientes, Masorange. Fuera de la UE, en Reino Unido, la autoridad de competencia dio el visto bueno en diciembre a la fusión entre Vodafone y Three UK para crear el mayor operador del país, con una valoración superior a los 18.000 millones de euros.

Volviendo a la UE, además del escollo que supone el peso de los Estados en los accionariados de sus telecos nacionales, otro de los puntos que podrían provocar reticencias a grandes fusiones es la posible destrucción de puestos de trabajo fruto de las sinergias. La creación de Masorange, una operación en la que se prometió que se mantendría el empleo, desembocó en la presentación de un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) en septiembre para casi el 10% de su plantilla, unas 795 personas. Un informe de UGT señala que en España, desde la liberalización del sector en 1998, el sector ha pasado de dar trabajo a 96.000 personas, a unas 25.000. Baena, sin embargo, argumenta que las fusiones no son el principal motivo de pérdida de puestos de trabajo en el sector.

“El despliegue de la red es algo muy demandante de puestos de trabajo, pero en países como España ya está casi todo desplegado. Además, la fibra requiere menos mantenimiento que el cobre, ya que se rompe menos. A esto se suma que los propios sistemas que operan la red son más automáticos que antes, se hace mucho trabajo en remoto”, señala Baena. A lo que San Félix añade: “Es un sector que compite mucho en precio, con márgenes bajos y eso hace que una de las palancas que tienen las compañías sea la de despedir gente”.

Sobre la firma

Manu Granda
Redactor de la sección de empresas especializado en el automóvil e industria pesada. Como 'freelance', cubrió la temporada de incendios del verano 2019-2020 en Australia para EL PAÍS. Es graduado en periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos y cursó el Máster de periodismo de EL PAÍS.
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