Frialdad del mercado para una Telefónica con aires de las viejas ‘matildes’
Con el dividendo como gran atractivo, Murtra afronta la misión de lograr que Telefónica vuelva al radar de los grandes inversores y no pierda el grado de inversión. El valor cayó el 57% en nueve años con Álvarez-Pallete
Al mercado no le gustan los líos, ni sorpresas (las que no dejan dinero). Inditex se desplomó en Bolsa un 6% el día que comunicó la salida de Pablo Isla como presidente ejecutivo, abrupta como la de José María Álvarez-Pallete. Pero mientras Isla había multiplicado el precio de la acción por ocho veces, si hay algo en el debe de José María Álvarez-Pallete es la cotización: un 57% abajo en nueve años no suele seducir a los inversores. La tibieza con la que la acción ha reaccionado a su salida de la operadora (una caída del 2,7%) es la imagen de un mandato gris y de una marcha que estaba en las quinielas. La evolución de los títulos de Telefónica contrastan con la subida registrada por la acción de Indra, que ha sumado un 2,9% en la jornada.
A ojos de los analistas, el principal atractivo de Telefónica hoy es su elevada rentabilidad por dividendo, cerca del 8%. En la hora del relevo de César Alierta, hace nueve años, el principal atractivo de Telefónica era, también, el dividendo, en torno al 9%. Ahora bien, en 2016 el inversor cobraba 0,745 euros cada año y en 2025, 0,30. Cierto es que la cerrazón con la que Alierta defendió la integridad de la retribución al inversor hizo un flaco favor a su sucesor (que algo sabría del tema en calidad de CFO) y sobre todo al accionista, dejando una empresa con unos niveles de deuda insostenibles. En nueve años, Álvarez-Pallete ha reducido la deuda neta, pero a costa de una cierta jibarización de la empresa, y ni con recortes de dividendo ha podido arañar una sola mejora de rating.
No es todo culpa suya; el sector europeo vive horas igualmente grises. France Télécom baja en este plazo algo menos que Telefónica; British Telecom, Vodafone y Telecom Italia algo más; KPN sube ligeramente y Telia baja, pero poco. Deutsche Telekom se dispara, sí, pero de Deutsche tiene el nombre: es su filial estadounidense la que aporta la inmensa mayoría del beneficio y su valor en Bolsa. La competencia en Europa es feroz; el sector ha tenido que acometer las inversiones en nuevas tecnologías pero no se ha beneficiado de estos servicios. La película en EE UU es diferente.
Ahora Telefónica está fuera del radar de muchos inversores institucionales, y es de los pocos grandes valores que acumula tantas recomendaciones de compra como de venta por parte de las firmas de análisis. Su situación financiera no es tan crítica como en 2016, y sobre el papel puede explotar su presencia en mercados como Brasil. Sobre estas bases Marc Murtra tiene la hercúlea labor de encontrar un argumento convincente y coherente para que los inversores pongan su dinero en un sector olvidado. Pero también llega con el sello de haber sido seleccionado desde Moncloa y, con la calificación financiera a un paso de perder el grado de inversión. Apenas dispone de margen de error. De ahí la frialdad; no solo con Murtra, también con un Álvarez-Pallete a quien el 42% de los accionistas afeó el bonus de 2023. El inversor ni ha visto una historia en Telefónica ni de momento parece verla, más allá de las viejas matildes (como las anunciaba José Luis López Vázquez en la década de los 60) y su jugoso, aunque aburrido, dividendo que Murtra (apoyado por Criteria y STC) probablemente opte por blindar lo que pueda.