La guerra de subsidios supone un desafío para la instalación de plantas de chips
En España, solo Broadcom ha anunciado, de momento, que abrirá una línea de empaquetado, con una inversión de 1.000 millones de dólares
El Gobierno de Pedro Sánchez, ahora en funciones, lleva meses buscando empresas de la industria de semiconductores para impulsar el Perte Chip, aprobado en mayo de 2022 con más de 12.000 millones de inversión pública hasta 2027. Su objetivo es atraer inversiones y contribuir a la autonomía estratégica en materia tecnológica de España, pero el desafío es mayúsculo: atraer líneas de producción de la industria de los chips ha desatado una guerra de subvenciones entre países y se ha convertido en un arma clave en la nueva guerra fría.
El Perte incluye una partida de 9.350 millones orientada a la construcción de fábricas de chips. Una cifra significativa, pero que se ha convertido en modesta tras la apuesta de 20.000 millones del Gobierno alemán. La locomotora europea ha logrado ya convencer a Intel para que instale una fábrica en Alemania con 30.000 millones de inversión y 10.000 millones en subsidios. También TSMC participará en una joint venture en suelo alemán que incluye una factoría. Un proyecto, que supondrá una inversión total de 10.000 millones, y que recibirá 5.000 millones de ayudas públicas. A estos números hay que sumar otros, como los que arroja la Ley de Chips y Ciencia de EE UU, que proporciona 280.000 millones de dólares para fomentar la investigación y fabricación de semiconductores en EE UU, incluyendo 39.000 millones en ayudas para la fabricación de chips en suelo americano.
En este escenario, solo Broadcom ha anunciado, de momento, que abrirá una línea de empaquetado en España con una inversión de unos 1.000 millones de dólares (unos 911 millones de euros). Se trata de una instalación de gran escala de sustratos de back-end, que sería única en Europa. En ella básicamente se cogerán las obleas con cientos de semiconductores que salen de las fábricas y se ensamblarán en productos finales y se probarán.
Broadcom planea generar unos 500 empleos y empezar a producir en tres años. Las líneas de empaquetado, menospreciadas anteriormente frente a las foundries, están cobrando importancia de cara al futuro para vencer los límites de la Ley de Moore. De momento, se desconoce dónde se situará la fábrica ni qué ayuda de Estado recibirá, aunque parece que la compañía ha solicitado un subsidio de capex (inversiones de capital) al Ejecutivo y ha tanteado a diferentes comunidades autónomas para ver cuáles estarían interesadas en acogerla y qué propuestas le harían en términos de terreno y gastos de energía y agua, dado que son instalaciones muy intensivas en su consumo.
Una de las tecnológicas en las que más esperanzas depositó el Gobierno español era Samsung. Sánchez se reunió en Seúl con su presidente a finales de 2022 con el fin de convencerle para que estableciera una fábrica de chips en España. Y parece que incluso pactaron la visita de un equipo de la compañía para evaluar dicha inversión. Los rumores indican que la empresa surcoreana podría hacer una inversión de hasta 30.000 millones en Europa, que otros países como Holanda también aspiran a atraer.
Quienes sí están dispuestas a abrir fábricas en España son la canaria Wooptix, en la que han invertido Intel y Tokyo Electron, y la zona franca y la Universidad de Vigo. Las dos aspiran a beneficiarse del Perte Chip, y así se lo han trasladado al Gobierno. La primera ha presentado un proyecto para fabricar en Canarias máquinas que inspeccionan obleas para competir con el líder del mercado, la estadounidense KLA, lo que podría hacer fuerte a España en herramientas industriales para la fabricación de chips (como ocurre con ASML en los Países Bajos). El segundo proyecto quiere abrir en Vigo una fábrica de circuitos fotónicos, que necesitaría una inversión de 50,4 millones y generaría 150 empleos directos de alta cualificación y hasta 700 indirectos. El proyecto pretende integrar socios industriales que aporten parte de la financiación.
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