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Europa se prepara para un corte total del suministro energético ruso

Bruselas resucita un máximo de 15 años el carbón y la nuclear para reducir el peso del gas en el mix de generación eléctrica, mientras urge a agilizar el despliegue renovable

Balance energético de la UE
Infografía: Belén Trincado
Denisse Cepeda Minaya

Europa se prepara para el peor escenario energético: la posibilidad de una interrupción total del suministro de gas ruso, el combustible fósil del que más depende y el que le genera una mayor vulnerabilidad –el 38% de los 400.000 millones de metros cúbicos importados en 2020 llegó de Moscú, según Eurostat–. El riesgo se ha elevado tras la suspensión en abril del flujo a Polonia y Bulgaria, que se negaron a pagar en rublos, y la semana pasada, a la UE a través del gasoducto Yamal, que pasa por Varsovia, después de que el Kremlin sancionara al operador polaco de ese tramo, EuRoPol Gaz. Si bien todo dependerá de cómo evolucione la tensión geopolítica, Bruselas se rearma de cara al invierno ante el temor de que la guerra en Ucrania –de mantenerse el conflicto– pueda dejar sin abastecimiento a los 27, como alertó el jueves pasado el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, disparando todas las alarmas.

Para hacer frente a una crisis que comenzó en verano pasado, con la escalada de precios del gas y el CO2, y que se agudizó con la contienda bélica, la Comisión Europea ha esbozado un macroplán, REPowerEU, que marca la estrategia energética actual, para reducir las importaciones de los combustibles fósiles rusos en dos tercios en 2022 y alcanzar la independencia antes de 2030, y al que se prevé destinar unos 300.000 millones de euros (10.000 millones a gasoductos; 2.000 millones a petróleo, y el resto, a renovables).

La Comisión Europea destinará 300.000 millones para alcanzar la soberanía energética

La gran novedad que propone es el aumento temporal (máximo 15 años) de la participación de las centrales de carbón (100 teravatios hora), una de las fuentes más contaminantes, y nucleares (44 teravatios) en el mix energético para reducir las de gas. Aunque confirma la agilización de la transición hacia las energías limpias.

Así, contempla elevar el objetivo renovable al 45% (1.236 gigavatios) en 2030 desde el 40% (1.067 gigavatios) actual, además de la diversificación del suministro (a través de compras conjuntas de gas a nivel comunitario, como se hizo durante la pandemia para la adquisición de vacunas contra el Covid), el aumento de las reservas (que estén al 90% de su capacidad en octubre) y del tope del precio al gas, no solo en España y Portugal, como se aprobó el viernes pasado, sino también en todo el continente, como ya se contempla en caso de emergencia, algo impensable hace poco.

El Ejecutivo comunitario plantea por vez primera un tope al precio del gas en los 27 en caso de emergencia

Incluso, Bruselas no descarta el racionamiento transfronterizo, cortes puntuales y el establecimiento de mecanismos de solidaridad a favor de los Estados más afectados, entre otros, si se produce la temida ruptura total, ya que las medidas en marcha, admite, son insuficientes. Por eso apela también a la conciencia ciudadana para que se involucren y consuman un 5% menos de gas y petróleo. ¿Cómo? Reduciendo la temperatura de la calefacción, utilizando menos el aire acondicionado y más el transporte público y electrodomésticos más eficientes. El objetivo es ahorrar 13.000 millones de metros cúbicos de gas y 16 millones de toneladas de crudo.

Una cosa es que el desenganche ruso se haga gradual (primero, con el carbón, en proceso; después, con el petróleo, aún sin acuerdo, y finalmente, con el gas) y otra, de golpe y porrazo si se cumplen las amenazas de represalias del Kremlim. “Todo el mundo se da cuenta ahora del error estratégico que ha supuesto la sobredependencia de Rusia”, lamenta Gonzalo Escribano, director del programa de energía y cambio climático del Real Instituto Elcano. Y de la interdependencia, en general, de regímenes poco democráticos. “La UE está buscando alternativas al gas y el petróleo de [Vladimir] Putin yéndose de compras a Argelia, Azerbaiyán, Arabia Saudí o Qatar”, ironiza Francisco del Pozo, portavoz de energía de Greenpeace.

Hacen falta más interconexiones para que España sea solidario con Europa, según los expertos

La consecuencia es que ahora hay que afrontar el corto y el largo plazo a la vez y contra reloj. “El segundo error es que no tenemos un mercado integrado. Aunque queramos ser solidarios con Bulgaria y Polonia, como pide la señora [Ursula] von der Leyen, no podemos porque solo tenemos un tubo de 7 bcm de capacidad [el de Irún-Larrau] y, evidentemente, no va a haber otro en invierno. El reto es formidable y vamos con 17 años de retraso, desde la primera vez que Rusia cortó el gas en Ucrania”, critica Escribano.

Una de las tareas pendientes es precisamente elevar las interconexiones (gasistas y eléctricas) de España con el resto de Europa, cuyo desarrollo se ha visto históricamente truncado por Francia. El proyecto del Midcat, de 7 bcm y enterrado en 2019 por los reguladores francés y español al argüir que era una infraestructura onerosa y poco madura, fue el último intento de revertir la condición de isla energética de la Península Ibérica. Sin embargo, gracias a estos tiempos bélicos, parece que la obra resucita.

Proyectos como el Midcat, paralizado en 2019, resurgen para reforzar la seguridad energética

“Europa tendrá que decidir si lo rescata, propone otro parecido o con alguna variación. España puede reforzar la seguridad del suministro europeo al contar con la mayor capacidad de almacenamiento y regasificación (con seis plantas y seis puntos de conexión internacional) de Europa”, arguyen fuentes del sector gasista.

El Ejecutivo europeo se ha mostrado a favor de financiar este tipo de proyectos siempre que transporte hidrógeno en el futuro y se evalúen otras alternativas además de la de los Pirineos. De hecho, la semana pasada, la italiana Snam anunció la firma de un memorando de entendimiento con Enagás para estudiar la viabilidad de un gasoducto por alta mar entre España e Italia. Otras de las vías planteadas por el primer ministro italiano, Mario Draghi, y que trasladó en marzo al Gobierno de Pedro Sánchez, es entre Génova y Barcelona.

Getty

“Ante la posibilidad de convertir a España y Portugal en un hub de hidrógeno renovable que pueda ser utilizado también en Europa, el debate tiene aún más sentido”, subraya Carlos Solé, socio responsable de energía y recursos naturales de KPMG. Desde Sedigas consideran también que se debe apostar por proyectos como el Midcat y otros que permitan el despliegue de los gases renovables. Pero ¿cuándo?, ¿en qué condiciones? ¿Nos dará Francia acceso a otros mercados europeos?, ¿hay la regulación y la demanda adecuadas?”, son las cuestiones que, según Escribano, deben estar sobre la mesa.

¿Vuelta a las fuentes contaminantes?

Contrario a lo que pueda parecer, la guerra y la crisis energética han acelerado la descarbonización, pese al alza de la generación eléctrica con carbón en la UE –en marzo aumentó en 11 teravatios hora con respecto al año anterior, pero en abril fue de apenas 2,7 al ser sustituido por eólica y solar–, afirma Sara Brown, analista sénior de energía y clima de Ember. “Hay una mayor urgencia por los enormes riesgos geopolíticos, socioeconómicos y climáticos asociados a los fósiles”, recalca.

Brown asegura que la quema de carbón es una situación temporal, ya que no solo se debe a la invasión rusa en Ucrania y a los altos precios del gas, sino también a las interrupciones de las nucleares en Francia, su desmantelamiento en Alemania y al escaso aporte de la hidráulica. “Solo Grecia ha retrasado su eliminación de 2023 a 2028. El gas ya no es creíble como combustible de transición”, insiste. No obstante, habrá que evaluar –si la propuesta tiene recorrido– el impacto del cambio de política europea respecto al incremento del uso de fuentes más contaminantes como el carbón.

Los analistas creen que la descarbonización se acelera, pese a la mayor quema fósil

Un estudio reciente publicado por este grupo de expertos calcula que las renovables, la eficiencia energética y la electrificación, si se despliegan de forma rápida, pueden sustituir el 66% del gas importado de Rusia en 2025. “Si la UE no aprovecha esta oportunidad, estará simplemente sustituyendo una dependencia por otra”, avisa. En cambio, Mike Coffin, analista de Carbon Tracker, es más prudente. “Somos cautelosamente optimistas en cuanto a la capacidad de las renovables de desplazar una proporción significativa de los combustibles fósiles en el sistema energético europeo. Combinadas con las baterías, pueden ayudar a suavizar el suministro y satisfacer los picos de demanda”.

Aun así, cree que la sed fósil podría reducirse a medio-largo plazo más rápido de lo previsto, “a medida que se produzca una expansión renovable acelerada y una posible inversión de nuclear [la UE la considera ahora verde]”. Los analistas de Reuters alertan también de otra dependencia a la vista: la de materias primas de China (como el silicio) para la fabricación de paneles solares.

Greenpeace avisa de que el Acuerdo de París peligra desde antes de la guerra, y que el conflicto puede retrasar las metas

Con todo, Del Pozo, de Greenpeace, recuerda que el cumplimiento del Acuerdo de París estaba ya en riesgo antes de la guerra: “Los planes actuales de todos los Gobiernos, en caso de cumplirse, llevarían a un alza de la temperatura más cerca de 3 ºC que de 2 ºC”.

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En el foco

Precios. Para 2023, se prevé que en el mercado a futuros el precio ronde los 70 euros por megavatio hora, inferior al récord de 215 euros/MWh de marzo tras la invasión rusa en Ucrania, según datos de la patronal Sedigas. Bruselas estima que seguirán altos hasta 2025.

Tope al gas. En Sedigas creen que la intervención en el mercado debe hacerse con cautela para no incurrir en impactos perjudiciales a medio y largo plazo sobre la seguridad del suministro y su funcionamiento eficiente. “Hay que reconocer los costes reales de todos los generadores que emplean gas”, sostiene. Y pide a la UE mayor flexibilidad en los requisitos de almacenamiento.

Almacenamiento. Desde Redexis abogan por ampliar la capacidad de almacenamiento de gas subterráneo. “Solo tenemos cuatro activos que ofrecen una flexibilidad muy baja frente al resto de países europeos”.

Interconexiones. Respecto a las eléctricas, la meta es que en 2030 represente el 15% de la capacidad instalada, indican desde Aelec. La tasa se sitúa en el 8% y no en el 3% como se cree, aclara. La patronal rebate que España sea una isla energética. “El grado de convergencia en precios de España, Portugal y Francia es el segundo más alto de la UE. Por ejemplo, con Francia, desde el inicio de la guerra, está por encima del 50% de las horas, lo que evidencia que no somos una isla”.

Solar. Óscar Gómez, fundador y co-CEO del grupo SolarProfit, opina que España tiene el potencial de generar toda la solar que necesita la UE. “Las placas están democratizando el acceso a la energía. Una instalación de un particular reduce la dependencia de la red en un 80% y, según el tamaño, el coste se amortiza en unos siete años. Tras ese tiempo, el ahorro es de 1.000 euros”. Fernando Romero, consejero delegado de EiDF, añade que, gracias al autoconsumo, las empresas pueden reducir su gasto energético anual en torno a un 40%-60%, en función del consumo y potencia contratada. “Hay industrias electrointensivas en las que el ahorro puede estar por debajo del 10 %, pero debemos tener en cuenta que esa cifra puede representar cientos de miles de ahorro”.

Acceso y conexión. Para Romero, CEO de EiDF, con la normativa actual y los problemas en la tramitación de los proyectos renovables, será difícil alcanzar la meta de 161 gigavatios de potencia instalada en 2030 que marca el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). “Necesitamos mayor agilidad en los procedimientos de acceso y conexión tanto en el área de generación como en autoconsumo”.

Sobre la firma

Denisse Cepeda Minaya
Periodista especializada en energía, medio ambiente, cambio climático y salud. Máster en Economía verde y circular por el Inesem y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Con más de 20 años de experiencia en periodismo económico. Anteriormente trabajó en República Dominicana como reportera de economía en los periódicos El Caribe y Listín Diario.

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