Cómo afrontan los inversores el día después al referéndum catalán
Temen que conflicto se enquiste y termine por afectar a la estabilidad política de España Confían en una negociación que dé más autonomía a Cataluña y no contemplan la secesión
La convocatoria del referéndum sobre la independencia de Cataluña de este domingo se ha convertido en el mayor problema institucional de la democracia española y no solo tiene en vilo al Gobierno de Mariano Rajoy, a toda la clase política española y la sociedad catalana sino al conjunto del mundo financiero y empresarial.
Tras años de profunda crisis, durante la que España tuvo que solicitar la ayuda de sus socios europeos para rescatar al sistema financiero, el país había logrado sacudirse la desconfianza de los inversores internacionales. Su crecimiento económico despunta en la zona euro, con un incremento que este año superará el 3%, con la prima de riesgo bajo control, un Tesoro financiándose a mínimos históricos y un mercado bursátil que ha estado buena parte del año a la cabeza de Europa en rentabilidad.
Pero, a medida que se iba acercando el 1 de octubre, el desafío independentista catalán ha pasado de ser una declaración de intenciones lejana e inverosímil para convertirse en una cuestión capaz de fracturar profundamente a la sociedad catalana, de tensar a un nivel extremo y sin precedentes las relaciones entre Barcelona y Madrid y de enturbiar la favorable opinión que los inversores tienen de España.
Cataluña tiene un peso cercano al 20% del PIB español y el mercado está vigilante inevitablemente ante la cita del domingo, aunque apenas haya reaccionado hasta el momento. La prima de riesgo apenas se ha resentido y solo las cotizaciones de CaixaBank y Sabadell han acusado, con más caídas que el resto de valores bancarios, la inquietud que despierta la celebración del referéndum, declarado ilegal por el Tribunal Constitucional. Sin embargo, una preocupación silenciosa sobre la estabilidad política en España y sobre el desenlace en el medio plazo de la cuestión catalana ha comenzado a instalarse en las últimas semanas en el ánimo de los inversores.
Para empezar, el Ibex ha perdido el liderazgo de Europa en el balance en lo que va de año. A ello a contribuido cierta corrección en el imparable rally bursátil de los bancos, y el despegue de la Bolsa portuguesa, que se ha convertido en el nuevo alumno aventajado de la zona euro, una vez que su recuperación económica ha sido bendecida por la mejoría de rating por parte de S&P. Aun así, los expertos apuntan también a que sobre el mercado español ha aparecido un grado de incertidumbre a cuenta de Cataluña, antes inexistente, que le deja en desventaja frente a otros mercados de la periferia europea, como Portugal o Italia, con los que compite habitualmente por ganarse la inversión internacional. “Sin el ruido que crea Cataluña, creemos que el Ibex habría tenido una evolución mucho más favorable en los últimos meses, sobre todo si nos atenemos a los fundamentales de la economía del país y de muchas de las compañías cotizadas”, señalan desde Link Securities.
El peligro de parecerse a Italia
JP Morgan ya ha recomendado estos días a sus clientes recortar posiciones en deuda soberana española, en favor de la deuda alemana y portuguesa. En la emisión de bonos contingentes convertibles (cocos) realizada esta semana por Banco Santander, y que se saldó con un resultado récord para un banco español –una rentabilidad de tan solo el 5,25%–, los inversores ya hicieron en sus peticiones referencias a las incertidumbres que crea la cuestión catalana, aunque fuese de forma minoritaria, según explican fuentes de la colocación.
“A nadie le gusta comprar un activo que en breve pueda perder valor”, explican desde el área de mercado de capitales de un banco internacional ante la proximidad del referéndum catalán y las turbulencias, políticas, sociales y financieras, que puedan derivarse en los días siguientes.“Es probable que haya disturbios en Cataluña, que provocarían un aumento de la prima de riesgo española de 20 puntos básicos, lo que será una oportunidad de compra de bonos españoles”, apunta Brian Tomlinson, gestor senior de renta fija de Allianz Global Investors. De hecho, los inversores ya piensan en el día después del 1 de octubre y en las oportunidades de mercado que, en el corto plazo, puede ofrecer el conflicto catalán, con previsibles caídas de precios en los activos españoles si en la jornada del próximo lunes abundan los titulares de tensión política y disturbios en la calle.
Nadie apuesta por la independencia de Cataluña en el corto plazo. Es un escenario al que no se concede ninguna probabilidad dado el carácter ilegal de la consulta y las medidas que ha tomado el Ejecutivo para neutralizar el plebiscito –con la confiscación de papeletas y urnas– y para garantizar el cumplimiento de la Constitución.
Distinta es la visión para el medio plazo, ante la idea de que el conflicto se enquiste, sin que por el momento haya señal alguna de entendimiento entre el Gobierno catalán y el estatal. Surge entonces de forma inevitable la comparación con Italia y con su permanente estado de inestabilidad política, de la que España ha sacado provecho durante la crisis para atraerse el favor de los inversores interesados en la periferia europea.
“Si las tensiones siguen siendo elevadas –y esto fácilmente podría convertirse en un asunto de larga duración– podría, obviamente, disminuir el atractivo de España para los inversores. La crisis actual podría poner en peligro la estabilidad política y hasta el propio Ejecutivo y envenenar el clima político en los próximos años”, señala Leon Cornelissen, economista jefe del banco holandés Robeco. En la misma línea se manifiestan en Natixis. “Sin una solución a muy corto plazo puede que la cuestión catalana empiece a tener un coste económico. Ningún inversor desea adentrarse en un territorio en el cual el futuro jurídico carece de seguridad a medio plazo. El Gobierno ha tenido que renunciar a presentar los presupuestos de 2018 por falta de acuerdo con el PNV. El coste es político”, advierten desde la entidad francesa.
El impacto en la economía
El Banco de España ha reconocido esta semana por primera vez que la tensión política en Cataluña es un riesgo que podría llegar a dañar al conjunto de la economía española y a la confianza de los inversores. Por el momento, tal riesgo no se ha materializado pero desde el tejido empresarial catalán sí advierten ya que la inquietud sobre el futuro de la relación entre Madrid y Barcelona ha creado una “parálisis total” de la inversión extranjera en Cataluña estos días, según apunta el presidente de la Asociación Empresarios de Cataluña, Josep Bou.
"La crisis actual podría poner en peligro la estabilidad política y hasta el propio Gobierno y envenenar el clima político en los próximos años”, según Robeco
“Sin llegar a asumir consecuencias extremas, como la independencia, Cataluña se está convirtiendo en uno de los focos de incertidumbre para el mercado y puede ponerse al nivel de la inestabilidad política en Italia. Ahora es algo bastante intangible, pero es una cuestión de largo recorrido con capacidad de tener un impacto claro en la actividad económica”, explican desde un banco de inversión. Para Daniel Lacalle, economista jefe de Tresiss, el desafío independentista catalán “a día de hoy ya es un obstáculo para la inversión en España. Es incuestionable que se trata de un proceso negativo para el país”.
El escenario que manejan inversores y empresarios es la celebración este domingo de un referéndum completamente descafeinado –aunque no por ello libre de una fuerte tensión social y posibles disturbios– y en todo caso no vinculante al haber sido declarado ilegal por el Constitucional. Pero el 1 de octubre no es ni mucho menos el final del proceso sino el inicio de un nuevo escenario, en el que el acercamiento entre la Generalitat y el Gobierno de Mariano Rajoy será clave para evitar que la inquietud de los inversores hacia el independentismo catalán termine por materializarse y calar en la economía. “Si esta situación se prolonga, sí habrá impacto en el PIB español, sobre todo en el componente de inversión”, augura Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de CUNEF.
Soluciones para el medio plazo
Además de advertir de que la cuestión catalana se está convirtiendo en un factor de riesgo para la inversión en España, los bancos de negocios no dudan en dar su propia receta política para la solución del conflicto. En definitiva, y como ha sucedido durante otros episodios de riesgo político dentro de la zona euro, están apuntando a cuál debe ser la solución para intentar reconducir la situación y devolver a España la estabilidad política tan preciada por el capital internacional a la hora de realizar sus inversiones.
Al dinero le repele la incertidumbre política y su receta pasa de forma unánime por el reconocimiento de una mayor autonomía para Cataluña y la negociación entre Madrid y Barcelona. “En nuestra opinión, una solución duradera requerirá garantizar a Cataluña una mayor autonomía, revirtiendo de forma efectiva las decisiones tomadas en 2010 que limitaban la autonomía de la región”, defiende Goldman Sachs, en alusión a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, a raíz del recurso presentado por el PP en 2006.
El escenario más temido es el de una retirada de depósitos en Cataluña, del que Oriol Junqueras, vicepresidente de la Generalitat, ha advertido por carta al BCE
El banco estadounidense, referente indiscutible en el mundo de la inversión, apuesta por tanto por dar respuesta a una opinión pública catalana que “de forma generalizada es partidaria de mayor autonomía”. Para Natixis, “lo cierto es que los catalanes, no todos independentistas, sí reclaman más autonomía”. “El diálogo entre Madrid y Barcelona es la única vía de salida. Se debe abrir un debate sobre las cuestiones que enturbian las relaciones desde hace muchos años, que el Estatut de 2006 abrogado parcialmente intentaba resolver: financiación, lengua y cultura”, añade la entidad. “Para reducir las tensiones políticas, probablemente sería necesario aceptar una mayor autonomía fiscal regional y trabajar para introducir cambios en la Constitución española para adaptarse a nuevas realidades”, sostiene Leon Cornelissen, de Robeco.
La apuesta generalizada es por tanto la negociación, no la celebración de un referéndum a futuro, ya con garantías legales y reconocimiento internacional, pese a que esa sea una reclamación que gana fuerza a gran velocidad en la sociedad catalana y el objetivo del independentismo catalán. El brexit está aún caliente en la memoria de los inversores y demuestra que la convocatoria de una consulta vinculante abre la puerta a cualquier resultado, incluso al más inesperado y menos deseado por los inversores.
El día después
Y aunque la negociación es la solución propuesta –y deseada– por los bancos de negocios, también surgen voces mucho más escépticas sobre un posible pacto que rebaje tensiones entre Madrid y Barcelona. “No veo una fácil solución. La negociación no será posible con Rajoy y Puigdemont al frente. Y aplicar a Cataluña un esquema de financiación como el vasco es también muy complicado, se desequilibra toda la financiación autonómica”, advierten fuentes financieras que prefieren conservar el anonimato.
No en vano, la cuestión catalana se ha convertido en un tema de tal controversia que los agentes económicos y financieros prefieren evitar hablar de él abiertamente. Y si bien el mercado no ha reaccionado apenas hasta el momento, los inversores están a la espera de conocer el nuevo escenario que se abre tras el domingo, ya sea de cierta aproximación o de mayor tensión.
“Si el domingo transcurre con cierta tranquilidad y la Generalitat no declara la independencia y lanza un mensaje de cierto diálogo, el mercado se tomará su tiempo. Pero si los inversores entienden que Cataluña va a hacia la declaración unilateral de independencia y se producen detenciones por rebelión, habrá castigo para los activos españoles. Y también contagio en el resto de Europa”, auguran desde el mundo económico.
El vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, ya advirtió este viernes en una carta al BCE que el conflicto por la celebración del referéndum podría afectar ”a la economía y la estabilidad financiera de la zona euro”. Y apuntó al riesgo más temido de todos, una reacción ciudadana que acabara en una “retirada de depósitos”.