Momento clave en la deuda: corrección o cambio de rumbo
Los inversores mantienen su apuesta alcista, aunque con más cautela. Los gestores señalan que la inercia alcista era excesiva y no prevén un vuelco del mercado
El presidente del Banco Central Europeo se empeña en negar la existencia de una burbuja en el mercado de deuda, pero los inversores sí han detectado algunos síntomas. La opinión de que los niveles a los que había caído la rentabilidad de la deuda soberana no era razonable ni se correspondía con los fundamentos de la economía de la zona euro era unánime, pero hasta esta semana no ha comenzado una corrección en los precios de los activos de deuda que impulse las rentabilidades hacia niveles más razonables, al menos algo más alejadas de la sospecha de cotizar a precios de burbuja. No en vano, el bund había aproximado su rentabilidad al cero y el bono español a una década al 1%, con un 25% de la deuda española cotizando con rentabilidad negativa la pasada semana.
La inquietud sembrada por Grecia y sus graves dificultades para afrontar sus compromisos de pago –junto a la hipótesis de un impago que iría acompañado de un corralito e incluso la posibilidad de una salida del euro– fueron el primer detonante para un alza de las rentabilidades de la deuda soberana europea desde los niveles de mínimos históricos alcanzados. Pero el movimiento se ha acelerado esta semana y ayer se acentuó, aunque el desenlace de la jornada mostrara que, más que el inicio de un cambio de rumbo, la apuesta por el momento es la misma, aunque haya que corregir los excesos.
“Había una gran inercia en posiciones largas gracias al plan de compras del BCE. Pero elementos como que en Suiza los tipos de interés estén en negativo desafían a la lógica. Grecia no ha sido más que un catalizador para que los fondos empezaran a vender”, explica Javier González, analista de renta fija de BNP Paribas. En su opinión, los últimos movimientos de la deuda soberana “son una corrección sana”, que además responde a la creciente percepción entre los inversores de que las medidas del BCE, con el plan de compras de deuda a la cabeza, están empezando a funcionar, a la que también ayuda el repunte del petróleo. Esto aproximaría por tanto el final del QE, previsto en principio hasta septiembre de 2016, y acercaría en el horizonte el momento del alza de tipos.
Llegados a mínimos históricos de rentabilidad, las gestoras estarían empezando a modificar el perfil de duración de sus carteras de deuda, aunque no pierdan de vista en ningún momento que la capacidad de compras masivas del BCE en el mercado sigue ahí y traerá nuevas rebajas de la rentabilidad de los bonos. “La política de inversión se dirige a rebajar la duración de los activos, en una actitud más prudente de cara al futuro”, explica Ignacio Victoriano, gestor de renta fija de Renta 4. “En el corto plazo, volveremos a ver los tipos de interés de la deuda a niveles más bajos, pero será difícil que vuelvan por completo a los niveles previos. Nadie se sentía cómodo invirtiendo con el bund casi al cero”, añade.
Prueba de la extrema volatilidad y de que, materializado el ajuste de precios, el dinero vuelve a entrar en el mercado, es la trayectoria que ayer siguió el rendimiento del bono español a diez años, que marcó mínimo histórico el 1,14% a mediados de marzo. Su rentabilidad llegó a subir ayer al 2,001% y finalizó en el 1,74%. “El 2% es un buen nivel de compra, también para el BCE”, sostiene Carlos Lorente, que sí cree que los precios de la deuda soberana han tocado techo. No así en la Bolsa, donde los inversores aguardan nuevos máximos. “La idea generalizada es que se trata de una bajada para comprar. Hay un componente técnico muy fuerte y los soportes marcan hasta dónde están dispuestos a perder los inversores”, afirma.