La UE vive el momento más difícil desde la Guerra Fría
Se enfrenta a la vuelta de los bloques, al proteccionismo de Estados Unidos y a la pérdida de influencia
El Reino Unido abandonó hace tres años la Europa de los Veintiocho. La Administración de Donald Trump llevó a cabo una política proteccionista que los europeos soportaron como pudieron. Y a primeros de 2020 se declaró la pandemia de Covid-19. La Unión Europea (UE) se enfrentaba hace tres años a un panorama poco alentador. En aquel momento, se luchaba contra los problemas con mucha división entre los Estados miembros y sin geopolíticas definidas, porque primaba la economía tras lo ocurrido con la debacle financiera de 2008. Y en febrero de 2022 sobreviene el gran mazazo: Rusia invade Ucrania y empieza una guerra que aún no ha terminado y que está suponiendo para la UE un tremendo desafío político y económico en su propio territorio.
“El panorama es el más complejo desde el fin de la Guerra Fría”, declara Ignacio Molina, experto del Real Instituto Elcano. “En los últimos 35 años no ha habido dinámica de bloques y la UE se ha movido en terrenos no militares. Ahora ha desaparecido el multilateralismo, en el que se sentía cómoda, así como con las decisiones emanadas de foros como el G7 o el G20″.
En 2023, la realidad es que hay una competición mundial entre dos potencias, China y Estados Unidos. Y este último ha vivido unos años de proteccionismo económico y militar que ha apartado a los europeos, aunque la Administración Biden sea más atlantista. “No es el país al que estábamos acostumbrados, se ha replegado hacia sí mismo y ahora su mayor atención es para China”, explica Molina. A esto se añade el retroceso de la globalización, el papel de una “Rusia decadente pero agresiva” y el de unos países emergentes “muy revisionistas del orden internacional”, afirma.
Sin embargo, Molina resalta un efecto positivo en todo este escenario: “La respuesta de la Unión Europea ha sido de unidad. Se consiguió con los fondos Next Generation para luchar contra los estragos económicos de la pandemia, después con la unión geopolítica frente a la invasión, y también con la flexibilización de las reglas fiscales y la desaparición de la divisoria entre países deudores, los del sur, y los donantes, los del norte”.
Reglas fiscales
La renegociación de las reglas fiscales es una prioridad urgente de la UE dada la situación, opina Raymond Torres, director del observatorio Funcas Europe, además de director de coyuntura económica de Funcas. Uno de los grandes retos es, precisamente, lograr unidad en este asunto, porque “hasta ahora se ha funcionado al revés, con reglas demasiado laxas en épocas de crecimiento y con reglas demasiado estrictas en épocas de recesión”.
La guerra de Ucrania ha puesto a prueba muchos de los engranajes europeos. Desafíos industriales, de suministro y precio de la energía y problemas de seguridad están ahí bajo el gran escollo que es la dependencia de otros. Ignacio Molina no duda en que es “uno de los retos más complicados, pero al que la UE está dando una buena respuesta; está a la altura, teniendo en cuenta que hay que gestionar su propia decadencia, en un mundo cada vez menos europeo y en el que existe hostilidad hacia sus valores”.
En el campo económico, Bruselas y los Estados miembros han de afrontar las consecuencias negativas de la guerra e, incluso, las todavía derivadas de la pandemia. La inflación es una de las más fuertes. “El brote intenso de inflación ha complicado mucho la economía de la Unión”, sostiene Raymond Torres. Y para el economista, las recientes turbulencias financieras “exigen completar la unión bancaria”.
La energía ocupa un lugar destacado entre las preocupaciones de los Veintisiete. “No se ha encontrado una respuesta a los mercados ni a asegurar el suministro. Este invierno lo hemos salvado por las reservas y porque ha sido más suave. Veremos el que viene”, indica el experto.
Todavía hay un reto de mucha importancia que debe resolverse: la contradicción entre los objetivos presupuestarios y la lucha contra el cambio climático, “en el que deben implicarse los sectores privado y público”. “Hay que ser coherentes”, concluye el economista de Funcas.
En estas circunstancias, el próximo 1 de julio España asume la presidencia de turno de la UE hasta el 31 de diciembre. “Hay que intentar avanzar en la autonomía estratégica de los Veintisiete, mantener la unidad y que las tensiones por las sanciones a Rusia, la negociación del fin de la guerra o la ampliación no le estallen a la presidencia española”, expone Molina.
Las previsiones de primavera de la Comisión Europea son que el PIB de la UE crezca este año un 1,6% y el de la zona euro, un 1,1%. Mejoran las proyecciones de invierno, también respecto a la inflación.
En La Moncloa colocan la autonomía estratégica como uno de los ejes del semestre. Las dependencias de terceros países son para el Gobierno español “un peligro las cadenas de suministros de alimentos, de material sanitario, de semiconductores y de energía. En esta línea, se celebrará en octubre, en Granada, una reunión informal del Consejo Europeo en la que los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete discutirán el futuro de la autonomía estratégica abierta.
España, según anunció el presidente Pedro Sánchez el pasado febrero ante representantes de los Estados de la UE y del mundo empresarial, “impulsará un proyecto intergubernamental de investigación que empleará un enfoque multidisciplinar, empírico y prospectivo para analizar cuáles son las principales vulnerabilidades de la UE en cuatro áreas clave: energía, alimentación, salud y tecnologías digitales”. Habrá, asimismo, reuniones de trabajo y foros de alto nivel en los que participarán altos cargos públicos, líderes empresariales procedentes de todo el mundo, académicos, sindicalistas y representantes de la sociedad civil.
El mandato al frente de la UE de España se focalizará en cuatro áreas clave: energía, alimentación, salud y tecnologías digitales
Para dar idea de la importancia que se concede a la autonomía estratégica, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha declarado que “hace 30 años, la UE representaba la cuarta parte del PIB mundial, pero se prevé que en 20 años no representemos más del 11%”. Una batalla que se está perdiendo a favor de China y de Estados Unidos.
“El orden mundial está cambiando y la Unión Europea debe cambiar con él”, señala Sánchez, para quien es fundamental tener “más integración, más multilateralismo y un mayor liderazgo internacional”. La presidencia española parte con una ventaja: es la cuarta economía de los Veintisiete y tiene una clara tendencia europeísta.
En términos económicos, presenta una inflación inferior a la media europea y su PIB está creciendo. “En su contra”, arguye Raymond Torres, “están los elevados niveles de déficit y deuda pública”.
Otra de las batallas que España quiere librar en su presidencia de turno es la de prestar más atención a América Latina. Este es un bloque de países próximo a Europa por cultura y economía y está alejado de las hostilidades hacia el Viejo Continente que se presentan en otras latitudes.
La presidencia española abordará la armonización fiscal y las ayudas de Estado
España llevará a cabo iniciativas concretas durante el semestre en el que le corresponde presidir la Unión Europea, la quinta vez que lo hará desde los años ochenta. Reindustrialización, reglas fiscales o ayudas estatales, cuyas normas “deben ser más sencillas, rápidas y predecibles”, según la vicepresidenta Nadia Calviño, son grandes propuestas económicas. En materia fiscal se van a abordar cuestiones ambiciosas.
El secretario de Estado de Hacienda, Jesús Gascón, adelantó en el reciente Congreso Fiscal 2023, organizado por Lefebvre, que se planteará la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre una fiscalidad mínima para grandes grupos multinacionales, así como llevar adelante el deseo de la Comisión Europea de armonizar el impuesto sobre sociedades en los Estados miembros, entre otras cuestiones tributarias. Igualmente, se hará hincapié en los mercados de la energía y los suministros, sin perder de vista la singularidad de la Península.
El Gobierno español abordará también las corrientes migratorias que llegan a las fronteras europeas. Y tras la salida del Reino Unido de la UE, el Ejecutivo de Pedro Sánchez considera necesario que los Veintisiete traten la situación de Gibraltar. Sobre la juventud, se propondrán diversas cuestiones para facilitar su papel en la sociedad. Ya se ha adelantado que una de ellas será pedir que la definición de joven se extienda hasta los 30 años desde los 24 actuales, dados los cambios en la esperanza de vida y los problemas que sobrellevan los ciudadanos antes de llegar a la treintena.