Invertir en residencias: la clave para responder al envejecimiento
La creación y modernización de estos centros permite abordar una necesidad crítica que afecta a millones de familias
![Mujer anciana en una residencia de mayores.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2L6QPPS4VRAOFDQ2GIDBZN6WVQ.jpg?auth=8b2f860407e1488d4f4afdc3f9c831db32f13f0eaa8fe969e596bca64fde2d9f&width=414)
El envejecimiento de la población en España ya no es una proyección futura: es una realidad que está configurando los retos sociales y económicos de la actualidad. Según el Instituto Nacional de Estadística, para 2055 el 30,5% de los españoles tendrá 65 años o más, un crecimiento significativo respecto al 20,4% actual. Además, España lidera la esperanza de vida en la Unión Europea, con 84 años, frente a una media comunitaria de 81,5 años, según Eurostat. Este cambio demográfico se enmarca dentro de una tendencia global, en la que los países experimentan un incremento tanto en la cantidad como en la proporción de personas mayores en sus poblaciones. De hecho, según un informe reciente de Naciones Unidas sobre las perspectivas de la población mundial, para 2080 las personas de 65 años o más superarán en número a los niños menores de 18 años.
Este fenómeno no solo refleja un avance en la calidad de vida, sino que implica un cambio estructural en nuestras necesidades sociales y económicas. La creciente longevidad y el envejecimiento de la población generarán un aumento considerable del número de personas mayores dependientes y con necesidades específicas de cuidado a largo plazo. Según las estimaciones de JLL, este grupo podría representar el 31,2% de la población para 2030 y hasta el 59,5% en 2050, lo que pone de manifiesto la necesidad urgente de desarrollar residencias y centros de cuidados que puedan atender las crecientes demandas sociosanitarias de este segmento.
Así, el sector inmobiliario se encuentra ante una oportunidad estratégica única: convertirse en un aliado clave para construir un futuro sostenible para nuestras generaciones mayores. La creciente demanda de residencias para mayores no solo se configura como una oportunidad estratégica para el mercado, sino también como una respuesta esencial a una necesidad social acuciante. Para abordar este desafío, es crucial invertir tanto en la expansión de plazas disponibles como en la modernización de las infraestructuras existentes. Precisamente, la inversión en esta tipología de activos es no solo una estrategia rentable, sino también una contribución esencial al bienestar colectivo.
España enfrenta una situación de claro déficit en la oferta de plazas residenciales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que haya cinco plazas residenciales por cada cien personas mayores de 64 años. Sin embargo, en áreas metropolitanas como Madrid y Barcelona, el ratio actual apenas alcanza el 4%. De acuerdo con las estimaciones de JLL, el crecimiento previsto en los próximos años en el stock de plazas es insuficiente para cubrir la demanda. Según esta misma firma, para satisfacer la demanda futura, sería necesario añadir unas 125.000 camas al parque residencial actual, cifra que podría ascender a 172.000 en 2030 y a 237.000 en 2035.
La solución a este reto no pasa solo por aumentar el número de plazas. También es esencial adoptar un enfoque integral que considere la calidad de las instalaciones, ya que, al desequilibrio cuantitativo, se suma un problema cualitativo aún mayor: la obsolescencia de muchas de las camas residenciales. Aproximadamente 50.000 camas en España se consideran obsoletas y requieren una renovación urgente. Esta situación no solo afecta la calidad de vida de los residentes, sino que también limita la capacidad del sector para cumplir con los estándares actuales de bienestar y cuidado integral.
La modernización de estas infraestructuras no solo mejoraría el servicio, sino que también representa una excelente oportunidad de inversión para los operadores dispuestos a liderar la transformación del sector hacia modelos más modernos y adaptados al envejecimiento activo. En este sentido, la renovación de las residencias abre la puerta a incorporar soluciones que no solo mejoren la experiencia de los usuarios, sino que también reduzcan la huella ambiental de las instalaciones.
En este escenario, actores del mercado, como Wellder, tienen la oportunidad de ser líderes en esta transformación, apostando por estándares de calidad y sostenibilidad que no solo respondan a las necesidades actuales, sino que también se anticipen a las expectativas del futuro. Las residencias del mañana deben ir más allá del simple alojamiento, priorizando el bienestar físico, emocional y social de sus usuarios. Esto implica integrar tecnologías avanzadas como la domótica y la inteligencia artificial, así como diseñar espacios que fomenten la integración comunitaria y el envejecimiento activo. Por esta razón cobra cada vez más importancia la presencia de actores que velen por el desarrollo de activos de máxima calidad en el ámbito de la salud, el bienestar y el respeto por el medio ambiente, para proporcionar no solo alojamiento, sino también un entorno que promueva la salud y el bienestar integral de los residentes.
Con todo, el envejecimiento poblacional no es solo un desafío para el sector inmobiliario o el sistema sanitario; es un reto transversal que interpela a toda la sociedad. Asegurar una vejez digna, con acceso a cuidados especializados y entornos adecuados, es una responsabilidad compartida que requiere la implicación coordinada de los gobiernos, las empresas y la ciudadanía.
Más allá de la rentabilidad económica, la creación y modernización de residencias representa una oportunidad para abordar una necesidad crítica que afecta a millones de familias en España, ofreciendo soluciones que promuevan la calidad de vida, el bienestar y la autonomía de nuestras generaciones mayores. Así, invertir en residencias no es solo una respuesta al desafío demográfico; es una inversión en el futuro de nuestra sociedad.
David Vila es consejero delegado de Renta Corporación.