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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los aranceles preventivos de Trump, o el arte de jugar con pólvora

La estrategia de fuerza surte efecto en el corto plazo, al menos, con algunos países más dependientes de EE UU

Seguidores de Donald Trump, el día de su investidura, en Washington, el 20 de enero.
Seguidores de Donald Trump, el día de su investidura, en Washington, el 20 de enero.Daniel Cole (REUTERS)
CINCO DÍAS

Donald Trump ha puesto a medio mundo en vilo con los primeros compases de su política comercial. El presidente estadounidense ha aprobado unos aranceles del 25% a sus vecinos e históricos socios económicos, México y Canadá –y ha aplazado los primeros en unas horas gracias a un pacto rápido con el Gobierno mexicano–, ha impulsado gravámenes adicionales del 10% a China y amenazado con mano dura a la Unión Europea. En el mercado no ha hecho falta que materialice estos últimos: el aviso a navegantes ha robustecido el dólar, castigado las Bolsas europeas y dejado un recado inquietante a los valores relacionados con la siderurgia y el automóvil.

¿En qué quedará todo esto? ¿En una guerra económica de escala global? No está muy claro, a la vista del episodio con México y de lo ocurrido en su primer mandato (2017-2021), y también de las líneas rojas que le ponga Wall Street: resulta difícil que le acepten una política que caliente los precios en Estados Unidos.

Es un hecho que Trump entiende el comercio mundial como un juego de suma cero, los aranceles como un mecanismo de negociación y cualquier diálogo como una pelea en la que gana el que muerde antes y muerde más. Esa filosofía queda recogida en The Art of the Deal (El arte de la negociación, en español), una suerte de memorias y manual de negocios que data de 1987 y en el que dice: “A veces, parte de alcanzar un acuerdo consiste en denigrar a tus competidores”. Y también: “Apunto alto y entonces no dejo de empujar y empujar hasta que lo consigo”.

Es decir, para renegociar su tratado comercial del Atlántico Norte, comienza disparando con aranceles del 25%. Para buscar algún rédito en Panamá, reclama la propiedad del canal. Y así con todo. México prometió ayer a Trump desplegar 10.000 soldados en la frontera para reforzar la lucha contra la inmigración irregular y el tráfico de drogas, con lo que dejó los aranceles en suspenso durante un mes e inició conversaciones. En Panamá, su secretario de Estado, Marco Rubio, obtuvo la promesa de que no se renovarán los convenios con empresas chinas y, además, le ha ofrecido paso libre de peajes a los buques de guerra estadounidenses.

La estrategia de fuerza surte efecto en el corto plazo, al menos, con algunos países más dependientes del gigante estadounidense. La cuestión es el efecto con China y con la Unión Europea. El presidente que se benefició de la inflación para recuperar la Casa Blanca y que ha prometido prosperidad está jugando con fuego.


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