La espita del petróleo de EE UU no está en manos de la Casa Blanca
El precio y el retorno del capital exigido influyen más en la producción que el presidente de turno
¿Quiere saber cuánto petróleo podría producir Estados Unidos? No busque orientación en el ocupante de la Casa Blanca. En las últimas cinco décadas, no ha importado. Puede que Donald Trump quiera que las petroleras “perforen, perforen, perforen”, pero factores más importantes, como el precio y la rentabilidad del capital exigida por los inversores, están indicando moderación.
La idea de que la política tiene poco efecto sobre la producción es contraintuitiva. Pero la producción estadounidense de petróleo disminuyó de forma constante bajo Ronald Reagan, Bill Clinton y el exejecutivo del petróleo George W. Bush. En cambio, aumentó constantemente mientras Barack Obama, Trump y Joe Biden ocuparon el Despacho Oval. EE UU bombea ahora más de 13 millones de barriles al día, más que ningún otro país, nunca.
Ni el Partido Demócrata ni el Republicano parecen interesados en frenar la producción a corto plazo. Un mayor crecimiento económico, los bajos precios de la gasolina y las donaciones de la industria energética a las campañas ayudan a ganar elecciones. La tecnología también importa. El auge de la fracturación hidráulica (fracking) hace unos 20 años, mediante la cual los perforadores inyectan agua, arena y productos químicos a alta presión en formaciones rocosas de esquisto, abrió enormes yacimientos potenciales, primero de gas natural y luego de petróleo. Alrededor de dos tercios del crudo de EE UU procede del fracking, según el Gobierno.
Aunque Trump dice que abrirá el arrendamiento y la perforación en terrenos federales, no es obvio que el Ejecutivo esté obstaculizando la producción. Alrededor del 70% del crudo de EE UU se produce en tierras de propiedad privada. Por ejemplo, la cuenca del Pérmico produce más de 6 millones de barriles diarios, de los que más de dos tercios proceden de Texas. Prácticamente, no hay tierras de propiedad federal en esta parte del Estado de la Estrella Solitaria, por lo que un arrendamiento más fácil no exprimiría la producción. En Nuevo México, donde la generación ha crecido con rapidez, la perforación en terrenos federales ya ha aumentado considerablemente en las dos últimas administraciones, señala EnerWrap.
Y lo que es más importante, las razones económicas para aumentar la producción son débiles. La Agencia Internacional de la Energía ha declarado este mes que cree que el mundo producirá 1 millón de barriles diarios excedentarios en 2025. La OPEP cuenta con una capacidad excedentaria récord, a medida que aumenta la oferta y las tecnologías de renovables reducen la demanda.
La Administración Trump podría frenar este cambio, derogando las subvenciones a las energías limpias. Pero los vehículos eléctricos siguen bajando de precio, lo que estimula su adopción. Además, la eliminación gradual de las ayudas federales a las renovables puede encontrar oposición en el Congreso, ya que benefician a los bastiones republicanos.
Las grandes petroleras ya afrontan la presión de los inversores para que devuelvan el capital si los beneficios esperados del aumento de la producción son escasos. Las cinco mayores firmas occidentales, por ejemplo, pagaron en conjunto un récord de 111.000 millones de dólares en dividendos y recompra de acciones en 2023. Cuando Trump abra la espita del petróleo, puede que se encuentre con poco más que un goteo.
Un atractivo relativo
Cuando hay exceso de petróleo, como ahora, es más fácil elegir un ganador. El balance y la diversificación de Exxon la hacen atractiva, pero solo en términos relativos. La abundancia de crudo sugiere que los retornos del sector no harán sino debilitarse.
En sus últimos resultados, Exxon presentó un 5% menos de beneficios trimestrales, por la caída de los precios de las materias primas. Chevron y ConocoPhillips sufrieron descensos aún peores, del 31% y el 25% respectivamente, a pesar de extraer más crudo.
Para los inversores centrados en la energía, Exxon es la opción más segura. Casi un tercio de sus ingresos procede de los productos químicos, el refino y otros negocios. Además, su deuda neta, de unos 15.000 millones, se ve superada con creces por los 74.000 millones de ebitda previstos para este año, según LSEG. También cotiza a 14 veces los beneficios estimados, solo una pequeña prima respecto a sus homólogas.
Al tiempo, la rentabilidad total para el accionista de Exxon, del 90% en la última década –incluso con sus generosos dividendos incluidos– es menos de la mitad del 240% aproximado del S&P 500. Algo similar ocurre con Chevron y Conoco. Como demuestran los últimos resultados, incluso las empresas que gestionan el capital con sensatez y se preparan para la transición energética pasarán apuros cuando haya demasiado petróleo. Es mejor buscar ideas de inversión en otra parte.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías